Capítulo 7

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Me remuevo incomoda y arrugo la nariz porque siento un picor en ella.

—Tranquila, Esmeralda, todo estará bien.

Es la voz de Martha y eso me hace sentir en calma, así que me tomo mi tiempo para abrir mis ojos. Aunque quisiera permanecer así, quieta, con mis ojos cerrados y en una eterna oscuridad porque abrir mis ojos sería volver a enfrentarme con la realidad, esa donde mi hermana ya no está y mi padre se ha quitado la vida por no soportar la culpa de haberla matado. ¡Ahora qué será de mí sin Jade! Abro los ojos muy despacio y me encuentro con la mirada enrojecida de Martha.

—¿Cuánto tiempo ha pasado? —pregunto aclarando la garganta sintiéndola un poco seca.

—Unos minutos, tranquila. El doctor te revisó y todo está bien —asegura ofreciéndome un vaso con agua.

—¿Dónde está mi madre? —Me incorporo mejor en el sofá y recibo el vaso para aliviar con agua mi garganta seca.

—La tuvieron que sedar para que descansara. Está muy mal, primero no mencionaba palabra, estaba como perdida de esta realidad y de la nada comenzó a gritar y tirar todo.

—¡Pobre mamá! Martha, ¿sabes lo que ha sucedido?

—Sí, ¿quieres que hablemos de eso? —Me mira con lástima y eso hace que hierva mi sangre.

—No me mires con lástima que no lo tolero, di lo que tengas qué decir —contesto con hostilidad.

—Bien. Tu padre dejó la orden de cremar a la niña Jade y en vista del deterioro en su rostro se hará lo mismo con él.

Mi niña Jade, con lo que le temía al fuego y viene mi padre a hacerla sufrir después de su muerte. Cobarde, Obregón, siempre fuiste un cobarde.

—Tenían que esperar a que mi madre y yo tomáramos la decisión en cuanto a Jade, pero ya está hecho.

Me pongo de pie y ella me detiene suavemente.

—Sé que es muy pronto para esto, pero debes hacerte cargo de las empresas de tu padre.

De pronto me siento nerviosa, miro hacia los lados y todo está en orden, pero tengo la sensación de que alguien me mira. Giro hacia atrás y veo una sombra en la ventana.

—¡Santander! —grito desesperada—. Hay alguien mirándome desde la ventana de atrás, ¡Revisen!

El hace una seña a dos de los guardias y todos sacan sus armas, apuntan y corren con él. Vuelvo a mirar a Martha que luce confundida y a la espera de una respuesta de mi parte.

—Desde hace un par de días siento que me están siguiendo; en cuanto a las empresas, haz lo que quieras con ellas o que decida mi madre. Yo no tengo cabeza para pensar en nada que tenga que ver con mi padre. ¿Entendido?

Riesgosa SeducciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora