Su boca se abre paso entre los pliegues de mi vagina, cierro mis ojos con fuerza y hago de mis manos unos puños. Intento moverme para zafarme de él, pero sus manos se aferran a mi cadera obligándome a estar más pegado a su boca. Siento la humedad de su lengua haciendo círculos en mi clítoris; Patrick es hábil, muy hábil... Me sorprende empujando más mi vagina a su boca y siento su entrometida lengua llegar a mi hendidura. Como si estuviera bebiendo del manantial más puro, comienza a chupar y a saborearme, me abre más las piernas, pero yo intento cerrarlas.
—Déjate saborear. Ábrete para mí —murmura excitado, sin salir por completo del interior de mis piernas.
—Patrick, para. Quiero que me lo hagas ahora mismo, deseo ser tuya de inmediato —digo lo más convincente que puedo.
Él no deja de maniobrar con su lengua, no para, aunque se lo he pedido, no hay marcha atrás. Me hará suya y todo es mi culpa, jugué con fuego y aquí estoy, ardiendo en el mismísimo infierno.
Sus manos presionan mis muslos con fuerza, el ritmo de su boca comienza a disminuir. Siento que comienza a alejarse despacio, besa la parte interna de cada una de mis piernas y comienza a subir repartiendo besos hasta llegar a mi vientre, donde hace un par de mimos con su nariz para continuar su recorrido de besos hacia mi abdomen. Se suspende apoyándose en sus manos, lo que hace que su mirada se encuentra con la mía, sus ojos se ven pequeños, su mirada luce un poco desorbitada, pero no se desvía de la mía. Le dedico una sonrisa falsa y lo veo pasar su lengua con descaro por su labio superior; deja de mirarme para bajar a chupar mi abdomen débilmente y, de pronto, siento el peso de su cabeza caer.
¡No puede ser! ¿Pasó? Entonces si hay un dios que interviene por mí o el diablo, quizás, para después cobrarme con mi alma el favor. Sea como sea, no puedo estar más contentas.
—Patrick, Patrick. —Golpeo su cabeza hundida en mi abdomen, pero no reacciona.
Con sumo cuidado, lo muevo hacia un lado para quitármelo de encima y el cae como un costal en la cama.
—¡Si! —grito y pongo las manos sobre mi boca, callándome a mí misma.
Me fijo que este bien dormido, dando toques leves en sus mejillas, aunque, realmente quisiera es darle unas bofetadas bien cabronas a este hijo de la chingada, pero el miedo a que despierte es más grande que mi coraje.
Con dificultad, intento llevarlo a la parte superior de la cama.
«Como pesas, desgraciado»
Peleo con el peso de su cuerpo y lo arrastro hasta dejar su cabeza sobre la almohada. Comienzo a desvestirlo, porque debo hacerle creer que sí tuvimos sexo esta noche. Esto es como una batalla, ya que pelear con su peso muerto, me resulta fatal. Cuando logro por fin dejarlo completamente desnudo, lo observo detenidamente. Su abdomen está marcado, sus piernas son tan atléticas y, ni hablar de su rostro, es tan guapo que viéndolo así nadie imaginaria que es una basura de ser, un desalmado y capaz de todo.
Dejo de mirarlo para ubicarme a su lado, no puedo permitir que alguien se dé cuenta de esto, porque donde llegase a entrar uno de sus guaruras, estoy muerta. Me arreglo debajo de las sábanas, pero tomando distancia. Aún no sé qué haré mañana cuando él despierte, soy una completa demente y espero que mi locura me acompañe a salir de todo esto. Me fijo en el reloj que casi está por amanecer y yo no he podido pegar un ojo. Patrick sigue como muerto a mi lado, me doy la vuelta dándole la espalda porque lo único que no deseo es ver su rostro.
Me siento, frustrada y muy, pero muy desesperada, la verdad. La mano de Patrick cae sobre mi cintura.
«Oh, Dios mío, no.»
Me quedo inmóvil, retengo la respiración respirar, temiendo lo peor. Muerdo mi labio inferior y apuño mis ojos.
«Señor ten piedad de mí. Ay, padrecito estoy qué me fumo los dedos, ya fue suficiente por hoy».
Sigo a la espera por un par de segundos que parecen siglos, pero no pasa nada, no hace nada más y dejo salir el aire retenido. Suspiro de alivio con el corazón latiendo fuertemente, tan fuerte que parece que se escuchara en toda la habitación. Otro susto como este y seguro que mi pobre corazón deja de latir. ¿Qué hago ahora? No lo sé. Continúo en la misma posición, pensado en qué será lo mejor... Lo tengo, esto será lo mejor.
Retiro su mano con cuidado y la dejo sobre la cama. Me giro muy despacio hasta quedar de frente con él. Coloco mis manos sobre sus hombros y lo vuelvo a colocar como antes, boca arriba, y sin pensarlo dos veces me acerco a su cuerpo, estiro su brazo y recuesto mi cabeza en su pecho, subo una pierna a la suya y quedo envuelta a él. De esa manera no pasaré más sustos y al despertar Patrick no tendrá por qué dudar que estuvimos juntos.
...
Siento su cuerpo moverse debajo del mío. El miedo comienza a recorrerme entera, intento controlarme para que él no lo note y un pequeño gemido se me escapa.
—Esmeralda —dice con dificultad.
—Dime —murmuro nerviosa.
Tira de su brazo con brusquedad y lo veo sentarse sobre la cama. Lleva las manos a su cabeza, se le ve aturdido.
—¡Qué diablos me hiciste!
Patrick gira rápidamente y me encuentro frente a frente con el mismísimo ángel caído.
Hola, mis bellezas. Este cap es un poco corto, pero gustoso. Trataré de actualizar 3 veces por semana o más.
!Me cuentan qué les parece este capitulo, recuerden que adoro leerlas!
Nos vemos en instagram?... a que sí? Las espero.
https://www.instagram.com/andreina.lhescritora/
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Riesgosa Seducción
Romance[BORRADOR] Libro I: Bilogía "La elegida del mafioso" Esmeralda, una joven estudiante de letras en una prestigiosa universidad de México, disfruta de una vida repleta de lujos y comodidades gracias a su padre, dueño de la principal empresa de bienes...