Capítulo 27

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Esmeralda Obregón. 

Me parece haber oído gritar a Valentina. Un grito aterrador resonaba desde el fondo de su garganta. Generalmente, ella pasa la vida gritando y sobreactuando, pero esta vez era diferente, el tono de su voz al llamarnos denotaba miedo.

¡Puta madre! Debe ser Paolo.

Me coloco las sandalias y salgo de mi habitación como maratonista que desea llegar a la meta y cuando llego, me encuentro con Patrick frente a la puerta. Sus ojos están enrojecidos y él se encuentra recostado a la puerta, apoyándose en una sola mano.

—¿Qué ocurre? —pregunto cautelosa.

Valentina continúa gritando nuestros nombres.

—No tengo valor de entrar, no sé qué pasa —contesta con una voz tan sumisa y temerosa que me hace pensar que sí tiene sentimientos.

—Qué pasa, Damasco, no te achicopales que tú eres el ser más fuerte que conozco. ¡Vamos que ella nos necesita! —dije dando palmadas su espalda.

Él me tiende su mano y yo la agarro con fuerza para juntos entrar a enfrentar lo que allí dentro ocurría.

En cuanto ingresamos a la habitación Valentina tiene a Paolo sobre sus piernas, lo tiene de lado y él desprende sangre de su boca. La imagen era impresionantemente terrorífica. Un escalofrío recorrió fuerte mi espina dorsal y las manos comenzaron a temblarme, mi respiración se agitó y por un momento no supe qué hacer. Vi a Patrick correr hacia ellos y abalanzarse sobre su hermano para darle palmadas y luego limpiar su sangre. Valentina lloraba y gritaba desconsolada.

Les doy la orden a mis pies de moverse, pero parecen no reaccionar ¿Qué me estaba pasando? La imagen de Jade vino a mi mente, cierro los ojos ladeando la cabeza atormentada por ese recuerdo y cuando los abro de golpe alterno la mirada entre Patrick, Valentina y Paolo. Ellos no lo han notado y siguen intentando salvar lo inevitable.

Tomo una profunda bocanada de aire para tomar el valor que sé que necesito, y no es por ellos es por mí. Esto me trae recuerdos dolorosos que quisiera evitar tener. Camino Lentamente y me posiciono en un lado de Patrick.

—Patrick, déjalo —digo suavemente.

—No lo puedo dejar morir, dile al puma que traiga ahora mismo al médico.

Es que no lo nota... El dolor lo tiene cegado. Busco a Valentina con la mirada y la veo en el suelo con la cabeza hundida en sus rodillas. ¡Qué duro debe ser para ella! Sé y he visto lo mucho que lo ama.

—¡Qué esperas para buscar al puma y al maldito médico! —el grito de Patrick me hacer reaccionar.

—No hay nada más qué hacer, Damasco ¡Ya! —digo con desesperación.

Él coloca a Paolo con cuidado sobre la cama y se levanta como una bestia indomable para llegar a mi lado y en tono amenazador decir:

—Haz lo qué te digo ahora mismo, Esmeralda. —Me mira desafiante, pero no le permitiré que me siga humillando.

—Y sino, ¿qué? —Lo reto con la mirada.

Él desenfunda su armamento y lo coloca sobre mi frente. Un grito ahogado se escapa de mí, dejándome ver vulnerable y eso llama la atención de Valentina porque se pone de pie inmediatamente.

—¿Te parece qué es el momento, Patrick? Ya basta —dice Valentina mirándolo fijamente.

—¡Déjalo! —le digo a ella—. Anda, cabrón, dispárame. —me refiero ahora a Patrick y con mi mano envuelvo la punta del arma y la presiono más a mi frente. —Dispárame si crees que con eso vas a salvar a tu hermano.

La frustración en sus ojos es como un volcán en erupción, pero no da su brazo a torcer, ni baja el arma hasta que valentina voltea su rostro con fuerza para obligarlo a mirarla y le exige que pare. Quedó libre de la prisión de su mirada, libre del arma que estuvo a punto de volar mis sesos y eso me genera más que satisfacción.

«Gracias, virgencita»

Patrick da unos pasos de vuelta a su hermano, se sienta sobre la cama y lo recoge para envolverlo en sus brazos con fuerzas.

Sí, Paolo ha fallecido y eso destroza a Patrick.

Valentina se encuentra sin habla, me recuerda a mi madre. Me acerco a ella, le ofrezco mi hombro y ella no duda en echarse a llorar sobre mí.

Los entiendo, sé lo que se siente porque lo he vivido en carne propia y puedo comprender el dolor que embarga sus corazones. Sin embargo, está es la vida que ellos escogieron, qué esperaban si los jóvenes promedio en este mundo no pasan de los 20 años, un año más de 20 ya es victoria, aun así, limito mis comentarios y guardo todo lo que pienso para mí porque no vale la pena torturarlos más. Nada puede ser peor para ellos que esto que están viviendo.

Esta pesadilla los acompañará por siempre, bueno, no solo a ellos a todos. Cada vez más siento que esto no acabará, quisiera creer que es un mal sueño y que pronto voy a despertar, pero no... Ya ni siquiera sé que es real, y me pregunto, ¿ahora que viene?

Mientras Valentina se deshace sobre mis hombros, Patrick sigue adherido al cuerpo inerte de su hermano, todo estaba en absoluto silencio hasta que el ruido de una detonación y de los cristales caer sobre la baldosa nos hacen reaccionar.

—¡Ya, por favor! Porque siempre tienes que hacer todo más difícil, por una vez en tu vida, compórtate —grita una histérica valentina, al percatarse que ha sido su cuñado quien disparó contra el ventanal.

Patrick respira agitado, limpia sus lágrimas y deja el cuerpo de su hermano sobre el colchón, lo mira fijamente, le susurra un "hasta pronto" y le cierra los ojos. Luego se dirige hacia Valentina con el ceño fruncido y el armamento en la mano.

—¡Despierta, Valentina! Compórtate como una Damasco, carajo. Sal de la sumisión en que te encuentras y abre los ojos. No vez que acabo de perder a mi único hermano que quieres que haga. —Sacude sus hombros fuertemente—. Dime —le grita.

Valentina comienza a llorar de forma incontrolable.

—No vuelvas a tocarme jamás, Patrick. —Retira las manos de él de sus hombros—. No te lo voy a perdonar nunca, me oíste, nunca. —sentencia, y se gira para salir de la habitación.

Resignada, dolida y atemorizada Valentina cruza la puerta del cuarto dejando el cuerpo de su esposo y no me queda más remedio que ir detrás de ella no sin antes decirle a Patrick lo que tengo atorado en mi garganta.

—No entiendes que está sufriendo, solo te importa tu dolor, no el de nadie más. ¡Eres un hijo de tu chingada madre! Púdrete y quédate solo, animal.

Me di media vuelta sin dejarlo decir nada, pero de igual forma pude escuchar lo que gritó: "¡Ya no pueden detenerme, me quitaron lo más preciado qué tenía, Esmeralda! y el maldito de Maximiliano Santoro va a pagarlo! ¡Te lo juro!"

«Quién demonios es Maximiliano Santoro»

Después de esas palabras me queda más claro que esta pesadilla apenas comienza. Lo vi en los ojos de Patrick, ojos que ahora se ven oscurecidos por el dolor y la furia.



Maximiliano Santoro quién es y por qué Patrick lo culpa de lo sucedido. Lo veremos en el siguiente capítulo... Mientras tanto si les llega un poco de curiosidad Lean la historia Ardid de amor de la autora Valentina Camaioni usuario "Chanye" para booknet y "Valenescritora_17" para wattpad, esa historia está parcialmente conectada a esta por esa rivalidad y allí encontraran más de Maximiliano Santoro.

Déjenme saber en comentarios qué les pareció el capítulo y recuerden que ya tenemos grupito de WhatsApp, les dejo el link para que se unan.

Si no les aparece acá el link se los dejo en el tablero o me lo piden al privado. Besos. 

Riesgosa SeducciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora