Dolor

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El aura de su poder lo rodeó con una fiereza inusitada. Los muebles crujían a su alrededor por la fuerza que intentaba arrancarlos de las paredes a los que seguían collados. Todas las figuras y maquetas que había coleccionado desde que era pequeño, sus mangas favoritos, algunos de los juegos retro que guardaba como pequeñas joyas eran dardos lanzados en todas direcciones.

–¡No lo entiendes! ¡No puedes! –Katsuya se dejó caer, las rodillas golpeando el suelo. Sus dedos tiraban con fuerza de los mechones grasientos hasta arrancar algunos–. ¡Sólo le hago daño a la gente que quiero!

–Así que estás huyendo. –Kageyama-san se agachó hasta ponerse a su altura.

–Pero si me quedo aquí, nadie tiene que sufrir por mi culpa.

El caos a su alrededor murió en un instante. Toda la habitación parecía haberse bañado en tonos tornasolados. Katsuya alzó la mirada y alargó el brazo fascinado por la barrera que los separaba del resto del mundo.

–A veces es lo que parece, ¿verdad? –Los ojos de Kageyama estaban llenos de tristeza al sonreír–. Nuestro poder puede dar miedo pero no es bueno ni malo, sólo es una cosa más. Quizá sólo necesitamos intentar ser buenas personas.

–¿Pero cómo puedo ser bueno cuando le he hecho daño a tanta gente? –La voz de Katsuya era apenas un susurro.

–Date la oportunidad. Incluso si te quedas aquí encerrado, le estarás haciendo daño a alguien. –Kageyama-san se levantó, dándole una palmada en el hombro–. Si decides arriesgarte, ven a verme. Podemos intentar encontrar maneras de controlarlo. Y de paso, quizá puedas hacer algo con el adolescente deprimido en mi oficina.

–¿Adolescente deprimido? –Katsuya se lo quedó mirando extrañado.

–Creo que lo conoces. Arataka Reigen. Sois amigos, ¿verdad?

–N-no creo que quiera verme. –Katsuya jugueteó nervioso con sus dedos–. N-no

–¿Por qué no dejas que sea él quién decida? Te echa de menos, ¿sabes?

Go for it, Serizawa!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora