Shigeo

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-Las cosas me van bien. -Shigeo insistió mientras jugueteaba distraído con el boli entre sus dedos-. Mamá, no tienes que preocuparte.

-Estaría bien verte la cara de vez en cuando. -La mujer sonaba derrotada-. A este paso, no voy a saber reconocerte el día que nos crucemos por la calle.

-Ahora mismo estoy muy ocupado, pero quizá más adelante. -Shigeo contestó sabiendo que no iba a suceder en un futuro cercano.

-Esta sigue siendo tu casa. Ritsu también te echa de menos.

-Mamá, ya sabes porque no puedo ir. -Shigeo tiró el boli sobre la mesa, lo último que quería era volver a tener esa discusión-. Dale recuerdos a todo el mundo.

-Shigeo, no eres un monstruo. Lo que pasó fue sólo un accidente. Si sólo

-Si os volviera a hacer daño no me lo podría perdonar. -Shigeo la interrumpió-. No mientras esa cosa odie a Ritsu.

Su madre suspiró pero no volvió a insistir. Ya habían pasado suficientes veces por eso para saber que no iba a conseguir hacerlo cambiar de opinión. Por mucho que dijeran, había poca gente que lo superara en ser cabezota. Y tenía una buena razón para serlo.

-Te quiero, cielo.

-Yo también os quiero. Dale un abrazo a papá de mi parte.

El silencio resultaba asfixiante. Shigeo dejó que su mirada se perdiera en un punto indefinido del techo. Últimamente desaparecer no le parecía tan mala idea. En los últimos días, había rechazado a todos los clientes que habían entrado por la puerta de la oficina. Sus problemas no eran algo que pudiera solucionar.

El mundo volvía a parecer un lugar lejano y extraño. Shigeo aún recordaba esa sensación que lo aislaba, como si un muro invisible se levantara a su alrededor. No era la primera vez que incluso respirar parecía exigir demasiado esfuerzo. El reloj marcaba las seis y media cuando Shigeo al fin se movió un ápice. No recordaba a dónde habían ido las últimas dos horas de su vida pero nada parecía estar fuera de lugar.

Taka tendría que haber llegado ya.

Shigeo sabía de sobra que no iba a suceder pero, como un idiota, seguía esperando verlo cruzar esa puerta. ¿Cuánto tiempo iba a seguir esperando? Sus esperanzas sólo eran un deseo egoísta. Mientras esa cosa siguiese en su interior, Shigeo seguía siendo un peligro para todo el mundo. Había sido un iluso por pensar que esa cosa no se acabaría volviendo también en contra de Taka.

¿Por qué no podía ser una persona normal? Teru seguiría con él. Y no habría perdido a Ritsu.

-¿Por qué tienes que robarme todo lo que me importa? -Shigeo se miró las manos.

Las paredes de la oficina parecían abalanzarse sobre él. Shigeo cerró los ojos con fuerza hasta que las moscas blancas cruzaron la oscuridad tras sus párpados como una tormenta eléctrica. Lo mejor que podía hacer era cerrar.

-Cualquiera diría que se ha muerto alguien.

Shigeo se sobresaltó. La energía zumbaba a su alrededor y cosquilleando en la punta de sus dedos. La voz de Hoyuelo no tendría que haber salido de esos labios.

-Tendría que haberte eliminado en cuanto te vi. -Shigeo se levantó de golpe y estiró el brazo.

-¡Hey! ¡Espera! ¡Espera! -Hoyuelo alzó los brazos de Taka, en signo de rendición-. Sólo he hecho lo que me pediste.

-¿Lo que te pedí? ¿Cuándo te he pedido yo algo? -Shigeo movió su mano, una ola de poder estallando contra la pared.

El cuerpo de Taka apenas tuvo tiempo de estirarse en el aire como si estuviera jugando al limbo, la ola pasando a escasos milímetros de su rostro. Con una voltereta, se incorporó y siguió haciendo cabriolas.

Go for it, Serizawa!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora