Círculos sobre la piel

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Hace rato que no presta atención. El examen es en apenas tres días y Taka es incapaz de recordar que es lo último que ha dicho la profe. Los círculos de la marca del tapón del boli lo tienen completamente ensimismado mientras cuenta los segundos que tardan en borrarse. Según cuanto apriete, la piel se empieza a amoratar y duele casi como un mordisco. Estos días es casi lo único que le hace sentir algo. Cuando Katsuya pregunta siempre le responde lo mismo. Le gusta ver los círculos sobre la piel y es gracioso notar la hendidura con la yema de sus dedos. Katsuya sólo frunce el ceño. Taka ha aprendido a distraerlo con besos cada vez que intenta decir algo. No recuerda porque pensó que sería una buena idea.

–¿Reigen? –Una mano extraña se posa contra su hombro.

Últimamente cualquier roce consigue sobresaltarlo. Casi como un acto reflejo, se encoge rompiendo cualquier contacto. Al alzar la mirada, Sato lo observa con una mueca extraña.

–¿Estás bien? –pregunta Sato.

Si no fuera porque lo conoce, Taka casi juraría que parece preocupado.

–Sí. –Taka casi necesita arrancar el monosílabo de entre sus labios.

Las patas de la silla chirrían al arrastrarlas contra el suelo. Taka se levanta con un movimiento casi espartano. La clase está vacía salvo por ellos dos. Taka nota como un escalofrío le recorre la espalda. Sato está demasiado cerca. Habla, pero Taka es incapaz de escucharlo. No es la primera vez que Sato le dirige la palabra. No hace mucho que ha empezado a saludarlo por los pasillos. Taka casi prefería cuando se metía con él. Ni siquiera sabe porque Sato se sigue molestando cuando Taka sólo lo ignora.

Hoy no es distinto. Sin añadir otra palabra, Taka cierra la puerta de clase tras de sí. Al salir al pasillo, las grietas en la pintura parecen observarlo con mirada acusadora. Las secuelas de ese día siguen visibles en las paredes, en las jambas de las puertas que no acaban de encajar bien y en la ventana tapiada. Sus pasos lo arrastran hasta el final del pasillo. Los lavabos están desiertos. Encerrado en uno de los cubículos, se hace un ovillo sobre sí mismo. El mundo parece vivir en penumbra. El sudor frío le empapa la frente y nota el sabor de la bilis en el paladar. Apenas es capaz de ver nada a su alrededor, su mente sólo es capaz de pensar en huir. Taka tiene la impresión de estar volviéndose loco. Notar las uñas clavándose en la palma de su mano es lo único que consigue acallar su mente.

Todo es culpa suya.

Emperrarse en intentar conservar a Katsuya no ha sido más que un error. Taka no es más que un ser egoísta y despreciable. No creo que quieras hacer esto. Las palabras aún resuenan en su cabeza. Taka aún puede notar las manos de Katsuya cogiéndole las muñecas con fuerza y alejándolas de su cuerpo. Ni siquiera el dolor es capaz de borrar el rostro compungido de su mejor amigo, sentado en la silla del escritorio como si la distancia entre ambos fuera casi un abismo.

Taka se siente un completo idiota. Su labia es casi lo único que lo salva y otra vez las palabras le han vuelto a fallar miserablemente cuando más las necesita. Pensar resulta demasiado doloroso. Taka no puede evitar echar de menos a Kageyama-san. En algún rincón de su mente, estaba convencido de que vendría a buscarlo pero quizá todo estaba en su cabeza. Kageyama-san nunca lo ha necesitado por mucho que Taka lo necesite. ¿Por qué las cosas iban a ser distintas con Katsuya? Taka se pellizca el brazo con fuerza una vez y otra y otra hasta que sólo queda el dolor. Quizá hubiese sido mejor simplemente desaparecer.

Go for it, Serizawa!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora