Curioso, ¿verdad?

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Shigeo se dejó caer contra el respaldo del sofá, la mirada clavada en el techo mientras sus dedos acariciaban el cabello de Taka, inconsciente sobre su pecho. El tiempo parecía haber perdido cualquier significado entre aquellas cuatro paredes. Todo a su alrededor seguía brillando en los tonos tornasolados de la barrera que los aislaba por completo del resto del mundo.

Shigeo suspiró. El agotamiento pesaba sobre todo su cuerpo. Las palabras de Hoyuelo seguían resonando en su cabeza. Notar la respiración acompasada de Taka y el calor de su cuerpo eran las únicas cosas que conseguían mantener a Shigeo presente en el aquí y ahora.

Curioso, ¿verdad? Que seas el más culpable de todos.

Shigeo quería gritar. Todo lo que había hecho había sido por proteger a esa criatura pequeña y rota que dormía indefensa sobre su pecho pero lo único que había conseguido era ensanchar aún más las grietas en su corazón. Era su egoísmo lo que lo había llevado a mantener al crío a su lado. Y su cobardía lo que lo había llevado a alejarse. Dormir en la oscuridad era muy sencillo. Nada podía alcanzarlo en el vacío infinito.

Quizá había sido un iluso por creer que todo iba a estar bien una vez desapareciera. Mientras Mob siguiera allí, Taka no tendría que perder a nadie y Shigeo dejaría de ser un problema para todo el mundo.

Shigeo cerró los ojos y se concentró en notar cada expiración escapando del cuerpo del crío. Las marcas en las muñecas de Taka parecían grabadas a fuego en sus retinas. Los cortes no habían estado allí la última vez que se habían visto. Se suponía que Taka iba a estar a salvo mientras Mob estuviera allí pero lo había abandonado como a un perro.

–Ni que tú fueras mucho mejor. –Las palabras se escaparon de sus labios incluso antes de darse cuenta de hasta dónde lo habían conducido sus pensamientos.

Shigeo había sido el primero en abandonar a Taka. Pero, ¿qué tendría que haber hecho entonces? Taka era lo que más le importaba pero daba igual cuantas vueltas le diera, todas las opciones parecían conducirlo a un callejón sin salida. Shigeo no era más que un monstruo condenado a engendrar caos a su alrededor. Creer que podía llegar a ser algo distinto, quizá ese había sido su pecado. El afecto, la compasión, todo eso estaba reservado para los humanos. Creer que las cosas podían ser distintas sólo había conseguido hacer daño a lo que más le importaba. Nunca debería haberse creído con el derecho a amar algo. Sus risas histéricas se mezclaron con las lágrimas cayendo por sus mejillas.

Ni siquiera estaba seguro si Taka había intentado acabar con todo pero la mera idea era más de lo que podía soportar. Por un momento, pudo sentir su poder escapándose de su control. La barrera que los rodeaba empezó a resquebrajarse, deformándose hasta convertirse en un remolino. Taka podía haber muerto. Y todo habría sido por su culpa. La tristeza y el miedo eran como una gangrena que lo consumía lentamente. Shigeo apenas fue consciente del estruendo a su alrededor cuando las ventanas saltaron, los cristales hechos añicos mientras decenas de grietas empezaban a escalar por las paredes desconchando el yeso y la pintura. El mundo parecía desvanecerse a su alrededor. La rabia y el dolor lo teñían todo de rojo.

Go for it, Serizawa!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora