Estrellas

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Katsuya estampó la frente sobre su escritorio y miró de reojo el teléfono. El sudor le resbalaba por la frente y le temblaban las manos. Aún no entendía como había sido capaz de contestar pero ahí estaba su respuesta:

Ok

Sólo dos letras.

Habían sido las dos letras más difíciles de escribir de la historia. Katsuya tenía la impresión de haber corrido una maratón. Sólo dos letras, pero bien podría haber firmado su sentencia de muerte. ¿Y si no era capaz de cruzar el umbral de la puerta? Lo último que quería era decepcionar a Reigen. Parecía bastante emocionado con la idea y era la primera vez que le pedía que hicieran algo. Normalmente se conformaba con pasar las tardes encerrado en la habitación con él.

Aún faltaba mucho hasta la hora a la que habían quedado pero la sola idea conseguía hacer que su respiración se acelerara.

–Mierda –Katsuya cogió el lapicero al vuelo y lo volvió a dejar en su sitio.

No quería saber cómo iba a sobrevivir la noche si ya estaba así de nervioso.

Sólo era Reigen.

Habían estado solos en su habitación docenas de veces y no había pasado nada. No tenía ningún sentido que se pusiera así sólo por tener que salir de casa. Iba a ser tarde y casi no habría nadie por la calle.

Katsuya abrió su armario pero no encontró nada que ponerse. Katsuya nunca le había dado mucha importancia a su aspecto, incluso antes de pasar meses encerrado en su habitación sin salir. Sólo era Reigen, cualquier cosa estaría bien. No tenía porque darle tantas vueltas.

Katsuya salió de su habitación, enrollado en su kimono naranja. Después de quince minutos se había dado por vencido con la ropa. Su sudadera de Saitama y los tejanos azul marino iban a tener que ser suficientes aunque le vinieran algo justos en la cintura. Su madre estaba viendo doramas mientas asaltaba una caja de bombones.

–Mamá, ¿crees que podrías hacer algo con mi pelo?

–¿Tu pelo? –Su madre se lo quedó mirando un segundo más de la cuenta antes de reaccionar–. ¡Oh! ¿Has quedado con Reigen? ¿Vais a ir a algún sitio?

–¿A-a ver la lluvia de meteoritos? –Katsuya frunció el ceño sin acabar de entender la sonrisa socarrona–. Y... Y le he dicho que s-sí.

–Es genial, Tsuya. –Su madre se levantó y lo abrazó. Katsuya estaba seguro que era una lágrima lo que había mojado su kimono–. Y habrá que hacer algo con ese pelo, no podemos dejar que Reigen te vea de cualquier manera.

Su madre se apartó usando los brazos de Katsuya como apoyo y se lo quedó mirando. Katsuya no había visto esa expresión cariñosa en el rostro de su madre desde que no era más que un crío.

***

Katsuya se miró en el espejo y tiró de uno de sus mechones. Se le hacía raro verse con el pelo corto después de tanto tiempo. Enfundado en los tejanos y sus Nike, nadie hubiese dicho que era el mismo hikikomori que llevaba casi un año sin salir de casa.

–T-todo va a ir bien. –Katsuya se lavó la cara con agua helada e intentó mantener la calma.

Apenas quedaban veinte minutos para la hora a la que habían quedado y las cosas sólo hacían que flotar a su alrededor. Reigen estaba acostumbrado. No iba a pasar nada porque, por sus nervios, sus poderes acabaran haciendo un poco de las suyas.

–Auch –Katsuya se cortó con la cuchilla de afeitar nada más escuchar el timbre.

Ahí iban sus veinte minutos.

Go for it, Serizawa!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora