Pesadillas

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##Considerad esto como un universo paralelo donde Katsuya y Reigen nunca llegan a confesarse. Aquí hace ya cinco años que se conocen... así que espero que empiecen a salir antes en la línea de temporal "oficial" (no quiero que nadie me mate, por favor).

¡Feliz lectura!##


 Katsuya se tambaleó nada más levantarse. Aún se notaba algo mareado pero un vaso de agua y algo de aire fresco fueron suficientes para sentirse completamente sobrio.

Tras terminar la carrera, Kageyama-san le había ofrecido trabajo en "Espíritus y demás" pero había sido la insistencia de Taka lo que lo había convencido para aceptar la oferta. Sus poderes siempre iban a ser una parte de él y si Katsuya podía ayudar a algún crío a no sentirse tan solo, quizá valía la pena.

Las cosas les iban bien y tras dos años trabajando, al fin había ahorrado lo suficiente para pagar la fianza de un alquiler. Por más que lo pensara, le seguía pareciendo increíble tener su propio piso. Durante mucho tiempo, la mera idea de enfrentarse al mundo lo había aterrorizado y ahora, ahí estaba, comportándose como un adulto responsable.

Arataka había decidido que había que celebrarlo.

Katsuya tenía claro que la cosa no iba a acabar bien cuando Taka se había presentado en su piso con dos botellas de sake y el pack de seis de Sapporo. No es que la tolerancia al alcohol de Katsuya fuera nada del otro mundo pero al menos sabía dónde estaba su límite.

Taka dormía la mona sobre el kotatsu, sus brazos cruzados haciéndole de almohada, las mejillas y la nariz aún enrojecidas por el alcohol.

–Vas a pillar tortícolis durmiendo así –Katsuya lo zarandeó levemente–, tengo un futón precioso con tu nombre.

La respuesta de Taka fue un murmullo casi ininteligible. Katsuya suspiró recogiendo las latas de cerveza vacías. Al menos esta vez no iba a tener que arrastrarlo hasta la resi mientras ni siquiera se mantenía en pie.

***

La única luz que iluminaba la habitación era el leve brillo de la pantalla. Katsuya se había puesto los cascos intentando no hacer ruido mientras echaba algunas partidas al LoL. A su lado, Taka estaba hecho un ovillo en el futón, su perfil apenas se intuía en la oscuridad.

Un grito de pánico perforó el silencio de la noche.

Katsuya se quitó los cascos y tiró el mando al suelo de cualquier manera, el juego completamente olvidado. Taka parecía completamente perdido en medio de la habitación, su mirada muy lejos.

–Katsuya. –Taka se abalanzó sobre él, sus brazos engarfiándose en su espalda. Las lágrimas mojaban su camiseta–. Katsuya. Lo siento. Lo siento. Lo siento.

–Sólo era una pesadilla. –Katsuya lo apretó con fuerza contra su pecho. Su aliento aún olía a sudor y a alcohol–. No es real, Taka. No es real.

–Estás bien... Estás bien... –Las manos de Taka parecían desesperadas por recorrer cada rincón de su rostro–. No es real... No... Mierda. –Todo su cuerpo temblaba–. Suéltame, por favor.

Katsuya lo liberó. Los leves gemidos de pánico eran como un grito ensordecedor en el silencio de la habitación. Algo se rompió en su corazón al ver a Taka tan pequeño e indefenso. Nunca lo había visto tan asustado.

–¿Un té ayudaría? –Katsuya se levantó, desesperado por mantener sus manos ocupadas.

Taka se lo quedó mirando un instante antes de asentir. Lo único que Katsuya deseaba era volver a estrecharlo entre sus brazos y asegurarse de que estaba bien pero la tensión en el cuerpo de Taka gritaba que no quería que nadie lo tocara.

Katsuya podía oír los latidos de su corazón resonando contra sus oídos. De pie en medio de la cocina, enfundado sólo en unos bóxers negros y una camiseta de manga corta, maldijo cada segundo que la tetera tardó en calentarse.

Las dos tazas ardían en sus manos cuando al fin volvió a la habitación.

–Gracias –Taka murmuró cogiendo una de las tazas y acercándosela al pecho–. ¿Alguna vez te he contado cómo conocí a Kageyama-san?

–Tu madre lo contrató. No entiendo

–Pero nunca he llegado a contarte por qué lo contrató, ¿verdad? –Taka seguía con la mirada clavada en el suelo–. No sé si te sonará el nombre de Mogami. Era un psíquico que acabó suicidándose en una casa cerca de aquí.

>>Cuando estábamos en primaria, solíamos hacer pruebas de valor para ver quién se atrevía a llegar más lejos. Los rumores decían que su cadáver seguía colgado en el sótano y que la casa estaba encantada.

>>Kageyama-san dice que estuve desaparecido tres días pero

Las palabras se quebraron en su garganta. Abrazado a sus rodillas, Taka apenas era capaz de respirar entre sus sollozos.

–Su fantasma estaba allí... Y... Y... Si hubiese sido más fuerte... Si fuera psíquico como Kageyama-san o como tú, quizá hubiese podido. Pero se apoderó de mi mente por completo. Durante meses no fui más que una marioneta en sus manos... Y todo estaba en mi cabeza, pero se sentía tan real. Da igual cuanto tiempo pase, la sensación no desaparece. A veces tengo la impresión de seguir allí.

Sus manos agarraron con fuerza el futón. Katsuya estaba seguro que en cualquier momento iba a ser incapaz de contener un segundo más las lágrimas. Estaba seguro que su corazón se había partido en mil pedazos y a cada palabra, la herida se hacía más profunda.

–Sé que crees que soy buena persona, pero no es verdad. –Taka se secó las lágrimas con la manga del pijama–. Sólo me aprovecho de vosotros. Teneros cerca, a ti y a Kageyama-san es lo único que me hace sentir a salvo. Y sé que odias tus poderes pero... pero...

–¿P-puedo volver a abrazarte? –Katsuya preguntó antes de atreverse a acercarse un centímetro más. Su aura inundaba la habitación con su luz violácea. Sus brazos no tardaron ni un segundo en envolverlo en el mismo instante en el que Taka afirmó con la cabeza–. Me da igual si crees que es egoísta, nunca voy a arrepentirme de haberte conocido. Eres lo mejor que me ha pasado nunca.

–¿Lo mejor? –Taka rió entre lágrimas–. Tienes que buscarte mejores amigos, Katsuya.

Go for it, Serizawa!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora