¿Quién fue antes?

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¿Quién fue antes, Shigeo o Mob? Importa poco cuando el mundo ya ha decidido quién tiene derecho a existir.

O quizá el auténtico Shigeo desapareció el día que nacieron ellos dos.

Quizá Shigeo sólo es una entelequia formada por dos entes condenados a coexistir. Si pudiera, Mob lo habría hecho desaparecer hace mucho tiempo. Como si Shigeo no fuera más que el basurero en el que acaban todos los pedazos rotos.

En el eco de la nada, la voz de Ritsu grita "eso no es mi hermano".

Shigeo es el monstruo de todas sus pesadillas, siempre furioso, el poder arremolinándose a su alrededor como un tornado. Siempre sólo y abandonado. Como si ser quién es lo hiciera menos humano.

Mob es al único al que ven.

A veces, los celos lo corroen cuando Ritsu le grita "¡hermano!" pero no es a él a quién mira. Hay días en los que fingir que es Mob es lo único que puede hacer para no sentirse un ser abyecto.

Mob no recuerda el pánico. El odio. El desprecio.

Y cuando las cosas no son como quiere, siempre es Shigeo el único culpable. Mob nunca ha intentado entender el por qué tanta rabia. Como si hacerlo desaparecer fuera a conseguir que fueran de nuevo quien una vez habían sido. Mob no entiende. Shigeo no quiere desaparecer. Pero la mayor parte del tiempo es como si ni siquiera existiera.

A veces, el odio es todo lo que conoce.

Shigeo odia a Teru. Lo ha odiado siempre. Quizá es sólo la otra cara de la moneda. Mob lo quiere todavía. Como un idiota, siempre dispuesto a hacer lo que le pida. Quizá son las esperanzas rotas. Por un instante, Shigeo creyó que Teru los vería por quienes eran. Y los aceptaría. Aceptaría el dolor de quién son. Y el miedo. Shigeo odia a Teru, nunca ha odiado a nadie tanto como al domador que creía poder controlar a la bestia.

Y entonces Taka lo había visto.

En medio de la oscuridad de un sótano frío y húmedo, sólo era otro crío lleno de rabia, soledad y miedo. Y quizá Taka no había entendido. Quizá nunca iba a poder entender pero daba igual. Por un segundo, Shigeo había sentido que había otro ser en el mundo tan solo como él.

En su soledad, Taka lo había hecho sentir humano por primera vez. En sus ojos, no era el monstruo o la bestia que domar.

Sólo Shigeo.

Shigeo, cuya rabia sólo servía para destruir todo lo bueno que tenían. Shigeo, quién intentando salvar a Ritsu sólo había conseguido convertirse en el monstruo de sus pesadillas. Shigeo, al que nadie iba a querer nunca.

Con Taka, Shigeo había olvidado por un instante que necesitaba seguir fingiendo ser Mob. Las risas, los abrazos, los gestos habían sido para él. Y quizá Taka no entendía lo que significaba pero cada vez que no veía el miedo reflejado en el rostro de ese crío era como si alguien le dijera que él también tenía derecho a existir.

Daba igual que estuviera roto, sus pedazos hacían a Shigeo hermoso.

Go for it, Serizawa!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora