La Cita Mierdina ~ Parte 4

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—Bueno, bueno, bueno, mira lo que arrastró el gato —dice la mismísima reina perra, Leighlay McKenzie, mientras envuelve sus flacos brazos de perra alrededor del tronco de un árbol prehistórico que pasa como el brazo izquierdo de Haiden.

Hablando del susodicho neandertal uniceja, simplemente se queda allí, tratando de crear una sinapsis. ¿Para qué? Solo la voluntad inmutable del universo podría saberlo.

El hombre de guardacamisa manchada se lanza entre nosotros, con los ojos bien abiertos mientras mira a su alrededor. —¿Alguien dijo gato? ¿Dónde gato?

—La única gata que veo está frente a mí, bro —dice Hayden.

Imito a Leighley y envuelvo mis brazos alrededor de Hayden. Hmm, ponjoso. —Nah, chikitrikis. Esa es una perra.

Leighlay se pone completamente roja mientras Haiden, obviamente rezagado en la conversación, abre sus fauces como una tumba antigua, con telarañas y todo. —¿Que gato?

El hombre de guardacamisa manchada da una calada a su cigarrillo y arroja las cenizas detrás de él. —No, no, perra en corral. Nombre es Sasha. Muy buena perra, hace camadas de bebés fuertes. Aunque solo uno a la vez. Bebé muy grande.

Y con eso, el hombre deja la historia, para nunca más ser visto, tal vez. Creo. Y en su lugar, un silencio embarazoso. Y al igual que un perro a punto de dar a luz a un cachorro gigante, es un poco incómodo y prolijo, pero al final vale la pena.

—Bueno, quisiera decir que fue un placer —digo, tratando de moverme alrededor de la pareja—, pero realmente no lo fue. Vamos, cariño, quiero que me ganes un peluchote. No puedes decir que has ido a una feria hasta que le ganes un peluche a tu amorcito.

Digo "tratando," porque tan pronto como estamos a mitad de camino alrededor de la estatua-moai de un hombre llamado Haiden Cualquieraseasuapellido, una de sus manos de cuero premium Angus 100% nos corta el camino. Juro que puedo escuchar el crujido de su cuello inexistente mientras gira su cabeza hacia nosotros. —¿Dónde gata?

—Uh, perra, creo que tu hombre está jugando con un Ping de 999 —le digo.

—O una GPU dañada —dice Hayden—. Creo que golpeó su laptop demasiado en su mochila escolar, si sabes a lo que me refiero.

(Nota: el escritor no tiene idea de qué diablos significan esas cosas, y aunque se puede arreglar con una búsqueda rápida en Google, el escritor se ha negado a hacerlo, porque estar equivocado lo hace aún más divertido).

—¡Él no es lento! —grita Leighlay—. Simplemente le gusta elegir sus palabras con cuidado. ¿Verdad, papuchito?

—¿Dónde perra? —dice Haiden. Juro que el hombre se está volviendo más tonto por cada capitulo que pasa. Pero también aplica a los lectores. ¡Aguantala, menor!

—Sí, tu hombre se está ejecutando en Windows 7 —le digo—. ¿Bebé?

Es el turno de Hayden de alejarnos. Pero así como me detuvo el monstruo del pantano con una chaqueta del equipo universitario, Hayden fue detenido, pero por las palabras de la muñeca Barbie derretida a su lado.

—¡Me la suda! —dice la porrista—. Mi hombre no necesita ser brillante. Todo lo que necesita es ser el mejor jugador de fútbol americano e ingresar a la NFL para que yo pueda ser una esposa ama de casa con abdominales duros como una roca, bebiendo margaritas y luego obtener un reality show cuando puedo hacer mi propio viñedo. Y mi hombre es el mejor. ¡Mucho mejor que esa excusa de perdedor, sin talento y de verga flácida de un hombre al que llamas novio!

—¡Oye! —dice Hayden—, Ayden no tiene una polla flácida. Mi hombre es duro como una roca, como diamantes. Como el brazo de un bebé que sostiene una manzana hecha de diamantes. Grande y duro.

Bad Boys, Soft Boys, y Otros Descorazonados - El Paquete CompletoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora