Capitulo 1

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Cuando el sol caía era mi parte favorita del día, la oscuridad me gustaba, era como un gran escondite, además de que se prestaba para muchas cosas, algunas mas legales que otras. Me encuentro en mi cama pensando y de fondo se escucha el horrible reality show que le gusta a mi hermana quien cada día esta mas insoportable, eso lleva a mis pensamientos a cuando empiece a salir con chicos, tantos tarados que hay en la ciudad que no me alcanzara manos para detenerlos, me pregunto como se habrá sentido Michael cuando se entero que me estaba cogiendo a su hermanita Jenna, he tratado de nunca pensar demasiado en eso porque el era mi amigo, mi mejor amigo en realidad y ahora ni siquiera me mira.

Con Jenna todo surgió el verano pasado cuando decidimos ir a la playa en grupo, yo ya la había mirado antes claro, pero aun así no dejaba de ser la hermanita menor de mi mejor amigo, pero ese verano cumplía los 18, dejaba de ser tan menor y no digo que yo sea muy mayor apenas tengo 21 pero se veía mal que se me parara con una de 17. Cuando la vi soplar esas velas solo pensaba en si algún día borrachos quizás en algunos años me la podría coger, sabía de muy buena fuente que aun era virgen, su mejor amiga Miranda me lo había confesado después de unas copas y un juego indiscreto de preguntas, pero en el fondo creía que nunca pasaría, ella nunca había volteado a verme de esa manera o eso es lo que creo yo, no estaba tampoco enamorada de ella, solo le tenia ganas pero me las contenía; pero ese verano todo cambió, la misma noche de su cumpleaños en un accidente de copas ella se me acerco con la mas descarada pregunta.

9 meses antes...

—¿Tienes condones?—susurro Jenna a mi lado tan bajito que casi no pude escucharla y lo que entendí creí que lo había escuchado mal y mi mente mal pensado.

—Perdona, no te entendí Jenna, Michael esta por allá por si lo buscas.—le dije subiendo la voz para que me escuchara a pesar de la música, pero ella negó con la cabeza y me hizo una seña para que me acercara mas.

—Te pregunte si tenias condones.—dijo sonrojada, la mire y pensé pero que diablos le pasa.

—¿Qué?¿para que quieres condones tu?—le reproche mirándola de arriba abajo, y ella regreso a mirar al estúpido de Ralf su novio, que por lo que sabia aun no había podido tirarsela por sus constantes eyaculaciones precoz.— Demonios Jenna no me digas que te vas a acostar con ese tarado.

—¿Qué tiene de malo? pensé que tu me entenderías siempre te escucho hablar de sexo con mi hermano e incluso me has defendido de su machismo con que llegue virgen al matrimonio y esas mierdas— me dice, y pues si, tampoco me gusta ese concepto machista de ver mal a alguien por disfrutar del sexo.

—No tiene nada de malo que quieras hacerlo, pero con ese, diablos míralo— hago que voltee su cara a verlo, todo mal vestido, sudoroso, parecía que ya había acabado unas ocho veces y ni siquiera trae sus propios condones.— Estoy segura que ni siquiera sabe como ponerse un condón.

—Olvídalo, ya conseguiré en otro lado, adiós.—me dice y se da vuelta para ir con el estúpido ese. la sangre se me sube a la cabeza, no puedo evitar pensar en que se la van a coger por primera vez y no seré yo, lo cual es que tendrá la peor primera cogida de toda la historia.

Estuve un rato parada, dándole vueltas a mi vaso de cerveza pensando solo en ella, había subido hace un rato hacia las habitaciones con Ralf, me sentía tan enojada, tan celosa de que alguien le pusiera una mano encima y que no fuera yo. Mi mente estaba nublada no pensaba con claridad y tome la decisión de subir, no sabia que me iba a encontrar pero no pensaba, trataba de no pensar mientras subía a toda prisa por las escaleras. Solo había tres habitaciones, abrí la primera que encontré y se sobresaltaron dos señoritas pero ninguna era ella, cerré deprisa y me pregunté ¿Qué estoy haciendo? ¿de verdad todo esto para cogérmela primero?.

Abro la segunda puerta y bingo, ahí estaba Jenna en ropa interior en una esquina de la cama, mientras que en el otro extremo estaba Ralf en un intento por lo que alcance a ver fallido de ponerse un condón.

— Te lo dije— le solté a Jenna—No sabe ni ponérselo— la mire y parecía asustada se había tapado al verme, hasta ahora mi mente seguía nublada, solo observe como Ralf se puso deprisa sus pantalones y salió corriendo de la habitación, me hubiera parado a preguntar por qué, pero creo que recordó la paliza que le dimos Michael y yo y la que advertimos que le daríamos si le tocaba un solo pelo.

— Eres una idiota, no puedo creer que de nuevo se haya arruinado—dijo mientras con las sabanas buscaba su ropa.

—Te salvé de la peor cogida de tu vida, deberías agradecerme. —me senté en la cama y la vi de reojo, su brasier negro y su tanga le quedaban tan bien que de inmediato sentí la erección entre mis piernas.

—Sigues siendo una idiota, pero si, ya me había arrepentido— se dio vuelta hacía mi— ¿Por qué me cuidas tanto?— me miro pero su mirada fue directo hacia mis pantalones, estaba prácticamente con ropa de baño la cual no disimulaba nada mi estado, corrí una almohada sobre mi, nunca me había avergonzado de eso, pero ella me intimidaba, y creo que yo a ella también.

Estuvimos un momento calladas, ella ya se había terminado de vestir a mis espaldas y yo solo tenia miedo de que se diera cuenta que quería otra cosa con ella, no solo cuidarla, y que le cuente a su hermano. Mi mente dio un vuelco cuando vi que se paraba para marcharse, no podía dejar pasar esta oportunidad me dije a mi misma, no iba a ver otra igual, no era momento de miedos así que me levante tras de ella.

—Jenna—la agarre de la cintura, pero se apartó, y yo me volví acercar, tan cerca que podía sentir su respiración— Lo siento, pero ya no me aguanto— y dicho esto la besé, no pensé que me siguiera el beso pero lo hizo, su lengua y la mía se encontraron, rápidamente sentí como dio un saltito y sus piernas se entrelazaron a mi cintura, no podía creer lo que estaba pasando, ya la tenía tan dura que me dolía, la levante del trasero y al hundí entre mis piernas haciendo que nuestras partes se rocen fuertemente. La escuche soltar un gemido y me di cuenta que la puerta estaba abierta, me separe rápidamente, y corrí a cerrarla.

—Yo nunca lo he hecho nadie—me dijo cuando volví con ella, yo ya lo sabía, claro que lo sabía eso hacía que se me pusiera tan dura, saber que nadie había entrado en ella, que iba a ser la primera.

—No te preocupes, solo déjame hacer las cosas a mi.— le dije, y volví a besarla.

La desvestí, tenia tantas ganas que le quise arrancar la tanga pero me contuve, no quería que se asustará, baje por su cuello besándolo con delicadeza luego sus pechos bajando lentamente hacia su abdomen, mire hacia arriba y la vi, estaba roja y sudando, y yo sabia porque, había rosado mi rodilla con su tanga y me había dado cuenta que estaba empapada, me encantaba ponerla así, cuando mi cabeza estaba frente a sus partes se levanto, pensé que se marcharía pero no, solo estaba avergonzada, así que me levante tras de ella y le agarre el trasero, y le baje la tanga de un solo tirón. Solo un gran gemido que hizo que mi cabeza se alocara, la alce en brazos y la tumbe en la cama, me acomode sobre ella, podía sentir como la cabeza de mi pene se empapaba con sus líquidos y lo puse en la entrada, y aunque aun no empujaba para meterlo ella ya me estaba clavando las uñas en la espalda, fui entrando poco a poco, escuche como dio un grito de dolor, la mire para saber si debía parar pero no fue así, sentí como sus caderas ahora eran las que me empujaban a meterlo mas adentro. y lo hice, de pronto todo se convirtió en una ola de placer, en un vaivén de nuestros cuerpos, no quería salir de ella. La penetraba fuerte para que supiera que nadie nunca mas se lo iba hacer como yo, hasta que sentí que me apretaba mas a ella y sus paredes se contraían y la escuche.

—Mierda me voy a orinar—gritó en medio de un gemido y me reí, sentí como todos sus líquidos salían y me empapaban, la sentía temblar, había tenido su primer orgasmo, seguía penetrando cuando de pronto el placer se apodero de mi y me acordé muy tarde que no tenía condón, la había llenado toda con mi leche, ella no parecía molesta así que me deje llevar. Nunca había sentido tanto placer, salí de ella y me acosté a su lado, la vi tan tierna que no me contuve y la empecé a llenar de besos, besos tiernos, besos que se les da alguien que quieres, y ahí me plantee si la quería, si la quería como mujer, si la quería en verdad, ella solo sonrió.

SOLO ELLA Y YO. (JENNA ORTEGA Y T/N)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora