Capitulo 4

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Había pasado el resto del entrenamiento tirando balones al azar en la pared, mi pensamiento y razón se habían nublado con la confesión de Miranda, quien ahora parecía muy preocupada por mi actitud, y por si le contaría a Jenna lo que me ha dicho, hasta me compró una malteada.

—Vamos tómala.—me dice ofreciéndome por sexta vez el vaso de malteada y como las cinco primeras veces cuando voy a tomarla me recalca— Pero nada de decirle a Jenna lo que hemos hablado.—joder

—No le diré nada, ya te lo he dicho.—le digo con un tono cansado— A demás si le contará no tendría nada de malo necesito saber, me debe una explicación.

—Si, yo lo sé, pero no quiero que se moleste conmigo.—me explica— Tu sabes como se pone cuando se enoja, por favor.—dice mientras hace puchero.

—No le diré nada, pero cambiaré de celular lo más pronto posible.—no puedo permitir que me maneje la vida.

—Confiaré en ti.—me dice, aunque sé que no debería— ¿Iras a la fiesta de hoy, verdad?—me dice acercando su cuerpo demasiado al  mío para mi gusto.

—Claro que iré.—le digo alejándome un poco— Es en la casa de ese tarado de su ex, no puedo no ir.—me mira y asiente.

—Si, ahora parece mucho más molesto que antes.—me dice— Con eso de que quiere volver con Jenna.—suspira— Dice que te dará una paliza cuando te vea.

—Es un idiota, lleva medio año diciendo lo mismo.—resoplo— Y con Jenna, eso no se le va a dar, ella esta conmigo, quiero que le quede claro eso, y si me la tengo que follar en su cara, lo hago.—digo molesta.

—Creo que eso no es necesario, pero deberías hablar con ella.—suspira— Yo le he advertido que él no solo quiere ser su amigo, pero tu sabes como es, confía mucho.—confía mucho en todos menos en mi, eso me queda claro.

También me quedaba claro lo que hoy haría en esa fiesta.

5 horas después

Me encuentro sentada en el piso de la entrada de la casa de Jenna esperando a por ella, con un traje nuevo cortesía de mi hermana, Sofia, quien insistió después de todo lo que le conté que me había dicho Miranda que tendría que hablar con Jenna, de hecho hasta me dio un nuevo celular, tener hermanos mayores con complejo de padres, a veces es lo mejor.

—Amor.—susurra, pero me hace sobresaltar— Perdón, te vi tan concentrada mirando la calle, no te quería asustar.

—No te preocupes.—la miro, esta radiante con un vestido de encaje negro pegado, sus tacones que estilizan sus piernas haciéndola ver no tan pequeña, su cabello bien cuidado y hermoso como siempre cae sobre sus hombros con un peinado casual pero elegante, a ella todo se le ve elegante.

—Te juro que si te vuelves a quedar mirándome así, llamaré al 901.—se inclina hacía mi para dejar un beso en mi hombro y vuelve a mirarme— Hoy estas muy rara, es decir más de lo normal, lo cual es mucho.

—No es nada.—le digo sin mirarla a los ojos, siempre que la miro saca todo de mi— Solo estoy un poco cansada, necesito despejarme.—y cuando estoy apunto de salir corriendo de escena, me agarra la barbilla y hace que le mire los ojos, demonios.

—Me estas mintiendo.—me dice y acerca más su rostro— Sé cuando me mientes, creo que ya es hora de que lo sepas.—pues claro que lo sé, prácticamente me espía la vida.

—Me compré un nuevo teléfono.—le digo para salir del trance— En realidad lo compró Sofí para mi.—me mira extrañada.

—¿Y que le pasó al otro?.—pregunta inquieta— No me contaste que se haya dañado.

—No, no se dañó, mi hermana se dio cuenta que estaba encriptado.—digo y veo como retrocede asustada— Lo llevara a un servicio técnico, quiere saber quien ha sido, ya sabes como es cuando se le mete algo a la cabeza.—miento, y veo como sus ojos se cristalizan un poco— Bueno, vamos, sube al coche.—le digo antes que pueda pronunciar palabra.

En el coche el silencio se hizo insoportable, la música de fondo trataba de atenuar la tensión del ambiente pero aún así no era posible, ella tecleaba demasiado rápido sobre su móvil, y yo iba distraída mirando el camino de ruta.

— ¿Puedes parar el auto?.—rompe el silencio, y yo sin parar el coche volteo a mirarla en señal de pregunta— Para el coche por favor.—me pide y noto sus ojos aguados.

—¿Qué es lo que pasa?.—pregunto— Estamos a mitad de camino, ¿Qué olvidaste?.—siempre olvidaba algo, las llaves, el teléfono, la bolsa, el labial, pero siempre olvidaba algo.

—No he olvidado nada.—suspira— Solo quiero hablar contigo, necesitamos hablar.—diablos, las palabras que mas he temido desde que empezó la relación.

—¿Sobre que? 

—Sobre tu celular.—paro el coche, y suspiro echándome para atrás— Fui yo.—cuando regreso a mirarla ya estaba con lagrimas en su rostro— Perdóname, no quiero que pienses que no confío en ti.—solloza— Solo me deje llevar por Miranda, diciéndome que siempre te veía con chicas, y luego todos los mensajes que tenías.—habla tan rápido que se tropieza en sus palabras— Perdón.

—Ya lo sabía.—me incorporo en mi asiento— Eso dice mucho de nuestra relación.—veo que intenta acercarse pero la aparto— No me interesa quien te dijo cosas, o por quien te dejaste llevar, traicionaste mi confianza.

—¿Cómo?—pregunta interrumpiéndome—¿Cómo lo sabías?

—Miranda, me contó ahora temprano, por quien según te dejaste llevar hace unas horas me estaba advirtiendo sobre lo que estabas haciendo.—la miro y veo confusión en sus ojos.

—¿Pero cómo?.—se pone las manos en la cara— Pero si fue ella la que me dijo que era la mejor manera para mantenerte controlada, y eso ni siquiera quería yo, solo quería estar segura de que lo que sentías por mi era verdadero, que nada de lo que me dijera mi hermano o mis amigas era cierto.

—¿Estar segura?.—demonios— Mande a la mierda mi amistad con tu hermano, no he hecho mas que verte a ti, te he dicho mil veces lo que siento mirándote a los ojos.

— Lo sé, nunca debí hacerle caso, fui una estúpida.—solloza— Te juro que no he revisado nada, solo las primeras semanas, luego...

—Dices que Miranda fue la que te aconsejo que me encriptaras el celular, pero ella fue la que me lo dijo.—le cuento, acercándome para apartar las manos de su rostro— Me dijo que había tratado de convencerte que no era bueno que hicieras eso...

—Son mentiras, es una idiota, no sé como pude confiar en ella.—la miro y no puedo no creerle—Te juro que lo que te digo es verdad.—me dice mientras deja el asiento de copiloto para subirse encima de mi.

— Yo te creo, es solo que no lo entiendo.—le digo mientras le agarro las caderas— ¿Por qué me diría algo así?

— Porque le gustas.—me suelta— Bueno no exactamente, quiere que cojas con ella.—me dice mientras se abraza a mi, pero en este instante mi cabeza se nubla por la presión que ejerce sus caderas y las mías.

—Eso...—suspiro— No le veo sentido.—dejo un camino de besos sobre su cuello— Nunca le he dado motivos, o he coqueteado con ella, solo la veo como tu amiga, ni siquiera estoy segura que me cae bien.

Los minutos siguientes fueron de besos húmedos, gemidos suaves e intentos torpes de buscar comodidad, lo cual era imposible, mi coche era demasiado estrecho y si intentaba reclinar el asiento para atrás estoy segura de que se partiría en dos. Dando por vencida se da vuelta para regresar a su asiento mientras se acomoda el vestido, mientras se ríe mirándome.

—Creo que es hora de ir a la fiesta.—me dice, pero a mi cabeza regresa toda la conversación anterior.— Hablaremos luego sobre ese tema.

—Yo creo que hablaremos ya, de ese tema.—le digo mientras pongo una mano en su entrepierna, y doy en reversa al auto para dirigirnos al camino contrario del que íbamos.


SOLO ELLA Y YO. (JENNA ORTEGA Y T/N)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora