Capítulo 42: El ticket de salida.

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Gato estaba esperando a que fueran por él, se encontraba sentado en su sala de estar junto a sus cosas para el viaje, era muy temprano, ni siquiera había aclarado aun y el traía un cansancio del terror, debido a que la noche anterior se quedó haciendo trabajo extra y dejar las planificaciones hechas para la Escuela, papeleos y todas esas tareas.

En cuanto a Dulcinea... podría definir su relación como un tira y afloja, había días que el humor de ella era más manejable... y otros como si se hubiera olvidado del trato que tenía con su padre y eso también lo agotaba. Al parecer los viajes la distraía, ya que en el primer viaje que hicieron casi ni pelearon, quizás se debía a la gran cantidad de actividad que tenían y solo se limitaba a fingir.

Ojalas que en este nuevo viaje suceda lo mismo. Por favor.

Eso sí, lo que traía ansioso es que esperaba tener pronto noticias de alguna "situación" en la cárcel, aunque sus amigos aún tenían otras oportunidades, pero ya quería estar tranquilo a que estuvieran afuera, lo demás le importaba poco.

No pudo reflexionar mucho debido a que sintió que llamaban su puerta, el carruaje Real había llegado para recogerlo y llevarlo al Palacio.

Se puso de pie y agarró sus equipajes para dirigirse a la puerta, al salir, notó que los sirvientes fueron directo a sus manos para cargar sus cosas.

- No gracias, yo lo llevo, no se preocupen – dijo él.

- Son ordenes que tenemos que cumplir – dijo uno de ellos mirando al suelo en símbolo de respeto.

- En ese caso, mi orden es que no lo hagan – respondió Gato de forma "severa", era la única manera que le hicieran caso porque sabía que iban a insistir en hacerlo y digamos que él no estaba acostumbrado a esos tratos.

El gato naranja tomó sus cosas y caminó hacia el carruaje para cargarla, hecho esto él se aseguró que su casa estuviera bien cerrada antes de subirse en él.

Gato agradecía ese momento de paz, debido a que Dulcinea no fue a buscarlo, así que disfrutaba ese rato de tranquilidad antes de tener que estar varias horas de viaje con ella y si eran de larga duración de estos trayectos era usual que Dulcinea se volviera muy... empalagosa, es decir, se le pegaba a su lado como una lapa, apoyaba su cabeza en su hombro y en ocasiones se quedaba dormida. De cierta forma eso era bueno, el problema es que no se podía mover porque apenas ella sentía que Gato se movía, se agarraba más fuerte a su brazo, como si su subconsciente actuara y pensaba se iría o algo así.

Una vez que llegó al Palacio, todo estaba casi listo, solo faltaban los pasajeros, más de lo mismo, hablaron de algo que no prestó atención, es que tenía mucho sueño y básicamente estaba en modo automático, asintió un par de veces y luego de eso se subieron al carruaje.

En esta oportunidad Dulcinea durmió todo el viaje y el tieso como una momia, mirando por la ventana, él intentó quedarse dormido, pero con ella al lado sin dejarlo moverse, le fue difícil, no le quedó de otro que miraba el paisaje.

Lamentaba de no haber podido comunicarse una vez más con Joey, ya que quería saber de ellos, como están o simplemente hablar.

Es que extrañaba a todo el grupo, ir a la taberna, las investigaciones con su amigo o Kitty... salir con ella, sus aventuras y travesuras... Quería su antigua vida, ahora mismo se sentía fuera de lugar en ese ambiente. Tan... fingido.

Se hundió tanto en sus pensamientos, que ni cuenta se dio que pasó tantas horas y eso que era un trayecto largo, pero ya estaban ahí, llegaron a su destino.

El reino era gigantesco, como tres veces más grande que el de ellos, muy pulcro y ornamentados, las calles bien hechas, que daba gusto que pasara el carro, había zonas verdes, algunos lugares con árboles y arbustos. ¡Es que daba deseos de recorrer todo eso a pie, había mucho que mirar!

Eres la luz dentro de mi oscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora