Han pasado varias semanas desde la última vez que vio a la gata de tonos oscuros y Gato aún tenía esa duda existencial de qué hacer, ni siquiera estaba seguro si la capturaría, es decir, temía que pasara lo mismo.
De cierta forma era extraño, ya que cada vez que iba a hacer las rondas estaba pendiente de si veía a Kitty como si fuera una necesidad. Y sí... comenzó a llamarla por su nombre ni siquiera notó desde cuando dejó de llamarla ladrona. Ese beso dejó consecuencias en su cabeza.
Exhaló, se preguntaba cómo mierda llegó a ese punto.
El gato naranja caminaba por los alrededores del gran palacio, lo usual, supuestamente no debería de encontrarse con Dulcinea ya que era de madrugada. Esa noche el destino quiso otra cosa porque la princesa apareció oculta con un pañuelo en la cabeza para ocultarse ya que a esas horas no se le permitía estar en pie. Llamó la atención del Guardia Real haciendo que perdiera el hilo de sus pensamientos.
Gato maldijo internamente, no le quedó otra opción que saludarle moviendo levemente la cabeza.
Ella en cambio se dirigió a él y le agarró de un brazo arrastrándolo a una zona más oculta y privada donde los árboles y el muro del palacio les cubría.
-Gato ¿Por qué me has evitado todo este tiempo? – preguntó seria y dolida.
Gato miró al suelo, no quería verla a los ojos porque sabía que retrocedería todo lo que había avanzado. Aunque también era buen momento para zanjar este asunto, le importaba un comino si se reía o en el peor de los casos que hiciera que lo echaran de su trabajo.
-Con todo respeto...Hay ciertas actitudes suya que me hizo pensar que había algo mutuo, no sé si me entiende – explicó él – Quizás lo malinterpreté y me pareció incorrecto por esa razón me alejé.
La princesa quedó en silencio, sus sospechas eran verdaderas tanto como lo sentimientos que él tenía por ella como la pérdida de control sobre él.
- Pero Gato...tú sabes que mi entorno no me permite ser libre por eso a veces te ignoraba y cuando podía estar a solas contigo me permitía esas situaciones – dijo falsamente dolida.
Para el guardia solo fueron excusas, es decir, ni siquiera confesó sus sentimientos. Debía ser fuerte.
-Siempre serás mi favorito, el que me ayuda en todo, el que siempre está ahí para mí – halagó ella – Fuera por mi otro cuento se estaría contando. Te extraño...
-Lo siento Princesa, solo seguiré cumpliendo con mi trabajo – dijo firmemente – Con permiso – se despidió él antes que perdiera la compostura. Él se dio vuelta, dispuesto a irse del lugar pero esta vez sintió que le halaron de su brazo.
Inesperadamente ella le besó de forma apasionada.
Él no correspondió el gesto, se quedó estático como una estatua. No le causó nada, era un beso frío como si estuviera besando a la pared. No sabía si era porque la había dejado atrás o porque era falso o simplemente las dos cosas.
Si esto hubiese pasado hace unos meses quizás hubiera sentido mucha felicidad pero no era el caso.
-Perdón Princesa Dulcinea, lo único que puedo ofrecerle es mi amistad – dijo Gato y se fue de ahí.
Dulcinea se quedó plantada como un árbol, no podía creerlo, estaba furiosa ya que su plan se estaba yendo a la mierda y no entendía como de un día para otro dejó de tenerlo en sus manos, ya no podía manipularlo como antes.
¿Estará la posibilidad que otra cosa estaría afectando todo esto?
No lo sabía pero si sabía que tendría que buscar la forma de ascenderlo a guardaespaldas personal de ella y volver a tomar el control.
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Eres la luz dentro de mi oscuridad
AventuraGato trabaja en la Guardia Real del Palacio en el reino en el que vive donde aloja sus cinco princesas que juntos a sus compañeros tienen que proteger y cuidar. Pero él solo le interesaba una, Dulcinea. Bueno eso era lo que creía hasta que en su cam...