Capítulo 43: Una pequeña pista

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Gato ya no daba más, habían hecho una extensa cabalgata a las afueras del reino y para más remate echaron unas carreras, entre eso y el viaje, ya no daba más. Él directamente se fue a su habitación, se bañó y se lanzó a bruces a la cama. Si de Gato dependiera, dormiría en ese instante, pero más tarde tenían la hora del té, asi que estaba jodido.

El sueño le estaba venciendo, estuvo a punto de quedarse dormido hasta que sintió que tocaron la puerta, exhaló en frustración.

- Amor ¡Soy yo! – le llamó con su particular voz de fingida.

El gato naranja rodó los ojos.

- Vine por ti, está por empezar la actividad – insistió ella.

No había que ser genio para saber que ella estaba ahí solo para controlarlo...él suspiró una vez más – Ya voy – le respondió él, levantándose de la cama para arreglarse. Al cruzar la puerta, se encontró con la gata blanca, no pudo saber por qué, pero la notaba... ¿Nerviosa?

- ¿Cómo estuvo el paseo? – preguntó ella.

- Muy bien, lindos paisajes – respondió de manera cortante y un poco a la defensiva.

- Vamos, nos están esperando – apresuró su prometida.

A Gato también le llamó la atención que no le reclamaba nada, eso no era normal, estaba seguro que algo tramaba.

- ¿Estás... bien? – preguntó.

- Exceptuando que me dejaste sola todo el día, todo estupendo – respondió ella con ironía "suave".

- Ya sabes que no es culpa mía, te advierto que mañana nuevamente tengo actividad con tus cuñados para que no me reclames – le dijo él hartado.

Ella se quedó en silencio, ni siquiera le respondió y se dispuso a caminar hasta el gran salón, en donde estaba todo acomodado y adornado con gran esmero, de hecho, había varios asistentes a la fiesta y algunos de otros reinos ya se encontraba ahí.

Dulcinea pasó su brazo debajo del suyo y orgullosa caminaron hacia el centro. Gato sabía que era su momento de apariencia falsas y era de lo más aburrido que había hecho, tener conversaciones vacías e intentó fingir lo máximo que pudo, menos mal que hubo salvavidas, Mateo se acercó muy enérgicamente.

- Disculpa Princesa Dulcinea ¡Te lo robo un rato! – dijo él con una sonrisa amable y ella puso mala cara y continuó con su charla. Ella sabía que no podía hacer su "teatro".

Mateo se acercó a él y le dijo – Es para organizar la salida de mañana y me pidieron que reuniera a todos para darnos las indicaciones – le contó el antes que el Guardia Real pudiera preguntar.

En el grupo, hablaron de unos pocos detalles de la actividad y su itinerario, que saldrían temprano y que se reunirían a las afuera del Palacio, por las caballerizas. Gato aprovechó de quedarse a charlar, tenía la excusa perfecta para ello, no quería seguir compartiendo con Dulcinea.

Además, tenía algo en mente, quería sacar más información de lo que le habían dicho sobre las prohibiciones de la guardia y familia Real, así que se dirigió a Mario, que por suerte no estaba ocupado.

– Disculpa que te moleste, pero me quedó dando vuelta lo que me contaste en la tarde...

- ¿Lo del Rey Antonio y sus... "leyes"? – preguntó.

- Sí, en parte me interesa como es que ambos reinos se lleven "bien" siendo tan contrario, aquí tratan excelente a su personal, es distinto... todo el reino está bonito y bien mantenido, no hay discriminación por clases – dijo él.

Eres la luz dentro de mi oscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora