Capítulo 31: Dificultades y cambios

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Kitty junto a los demás prisioneros estuvieron en sus celdas por días completo, sin comer ni beber nada, debido a que los guardias estaban organizando a los prisioneros, haciendo conteos y arreglando el desastre que había quedado el día anterior.

La gata poco pudo dormir, entre todas las cosas que habían sucedido y la incomodidad; ya que aún la tenían amarrada y no entendía bien el por qué, sólo podía tomar unas pequeñas siestas cada cierta hora, además que tenía frío y hambre.

El sector que ellos se encontraban había un silencio absoluto, con suerte se oía la respiración de alguien en el húmedo lugar de detención en donde había dos guardias vigilando la entrada.

Kitty miraba el suelo, mientras apoyaba su cabeza en el muro sentada en su recamara. Estaba ida en sus pensamientos y apenas pestañeaba...al estar mucho tiempo quieta sin poder hacer otra cosa que esperar sólo dejaba como consecuencia a que le vinieran muchos pensamientos a su mente.

A pesar que había logrado sacar de quicio a Dulcinea en su último encuentro; y que se enorgullecía por supuesto, pero lo que no la dejaba tranquila era los planes que ella tenía para él. Sabía que quería a Gato como su...su...su pareja (moría de rabia tan sólo pensarlo)

¡¿Y para qué?!

Un guardia interrumpió sus pensamientos al entrar repentinamente a la zona de celdas y con un bastón de fierro quien lo pasó por todos los barrotes para llamar la atención y despertar algún prisionero.

- ¡De pie! ¡Ahora! – gritó él. Quienes lo acompañaba abrían cada una de las celdas, aquellos que no estaban preparados los tomaban de un brazo y lo empujaban al pasillo de forma brusca, uno por uno hasta tenerlos todos afuera. Kitty fue la última, pudo ver con claridad a sus actuales compañeros de prisión, habían de todas las edades, desde adolescente hasta adultos, reconoció a uno de su grupo, pero no le miró. Fue un alivio que no hubiera ancianos ni niños.

- Caminen – ordenó nuevamente y así lo hicieron, de mala ganas por supuesto, todos estaban de manos atadas y con los brazos dormidos.

Los dirigieron hasta la salida de esa zona y transitaron por un largo pasillo iluminado por unas antorchas hasta llegar a dos puertas con diferentes direcciones, la que estaba en enfrente de ello era la más grande que la izquierda.

- Es hora de un buen baño para evitar las pulgas dentro de este reciento – explicó con malicia – No queremos más mugre de la que hay.

Abrieron la puerta grande y comenzaron a empujarlos a todos a esa sala, adentro los recibieron otros guardias quienes le quitaron las esposas a cada uno, de ahí lo metieron a una habitación mediana, la cual era bien alta, ya que tenía un segundo piso con una especie de balcones donde había más guardias con cubetas de agua listas.

Algunos de los compañeros de prisión de Kitty empezaron a alegar y otros a alterarse, en pocos segundos la situación se caldeó, mientras los guardias que estaban junto a ellos empezaron a arrinconarlos.

Kitty recibía empujones por todos lados, apenas podía mantener el equilibrio...la verdad es que estaba resignada, sólo prestaba atención en no caerse y ser pisoteada por los demás.

Tanta injusticia en un solo día... a ese punto no sabía si ella podía seguir tolerando todo esto, estaba agobiada y cansada.

Al recibir el primer chorro de agua, sintió como si una corriente recorría bruscamente su cuerpo, el líquido estaba heladísimo, calaba hasta los huesos.

Después del tercer baldazo, Kitty perdió la cuenta la cantidad de baldes de agua que le habían lanzado esos malditos guardias, tan solo intentaba controlar los inevitables temblores de su cuerpo. Lo que sí no le importó fue llorar, eso no lo pudo aguantar, tenía mucha rabia con todo lo que había sucedido y había aguantado por mucho tiempo.

Eres la luz dentro de mi oscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora