Llegaron a la cabaña, una hermosa casa, rodeada de una fresca vegetación, el susurro del río correr era como una música arrolladora, Stefano bajó del carro lo rodeó para ayudar a bajar a Pierina, luego tomó a la pequeña Lug, que está en el asiento trasero en su silla para bebé. Caminaron hacia la entrada de la casa, mientras Luiggi, bajaba las maletas, y le entrega las llaves y dice que está todo como lo pidió.
— Todo está como lo pidió, doctor.
— Gracias Luiggi, cualquier cosa te llamo.Luiggi asintió y se marchó para dejar a la pequeña familia instalarse.
— Todo es muy hermoso, los colores, la decoración, la tranquilidad, viviría aquí para siempre.
Dice Pierina, mirando todo al rededor, mientras Stefano tiene la su hija en brazos dormida.
— Vamos a dejar a nuestra hija en su habitación y te doy un tours por toda la casa.
—¿Una habitación?
— ¡Si! Una habitación para ella, en todas las casas y departamentos, ya hay una habitación para ella y otra para ti.Caminaron hacia la habitación de la pequeña Lugg, la casa era de una sola planta, con grandes ventanales.
La habitación de Luggina, estaba pintada, de color blanco perla, con detalles violeta en sus diferentes tonos y rosado, los muebles eran de color rosa y blanco, todo al estilo de Barbie, Moda mágica en París, por que así era su pequeña, una princesa.
La dejaron en la cuna, arreglaron sus cortinas, regularon la intensidad de la luz, dejaron un beso en su frente y salieron. Stefano llevó a Pierina tomada de la mano a dar un recorrido por los alrededores del jardín y cerró los ojos percibiendo el olor de las flores y es escuchando el susurro lejano del río, Stefano la observó en silencio por unos minutos, levantó su mano y con sus dedos delineó desde la frente, bajó por su nariz y pasó a sus labios, que con su dedo pulgar lo acarició, Pierina entre abrió los labios, Stefano dio una caricia que fue arrastrando esos labios que lo invitaban a devorarlos, Pierina emitió un gemido que hizo que la polla de Stefano saltara dentro de sus pantalones.
— Te has convertido en una mujer muy hermosa y sensual Pieri.
Dijo acercándose a ella, tan cerca que sus respiraciones se mezclaban, estaban perdidos en sus miradas, él tragó grueso era tan grande el deseo de devorar esa boca, que cerró los ojos y se alejó un poco de ella.
— Ven vamos adentro, te mostraré tu habitación ya es muy tarde y mañana empezaremos nuestro recorrido por el lugar.
— Stefano! yo.
— Tranquila, yo te daré tu tiempo para que aclares las dudas que sientes y si al final, lo que tanto deseas es hacer tu vida sin que yo esté a tu lado, lo respetaré, lo único que te pido y por favor, de corazón te lo pido, me dejes estar en la vida de Luggina, la amo como si fuera mi hija.Pierina sintió su corazón arrugarse, sintió decepción, coraje con ella misma por decirle a Stefano, que quería el divorcio y después de que la besara, ella decirle que esto no podía ser.
Caminó en silencio al interior de la casa, Stefano la siguió le mostró su habitación y se despidió con un beso en la frente.— Duerme bien mi pequeña. Mañana nos vamos a divertir. ¡Hasta mañana!.
— Hasta mañana. — Respondió ella en tono bajo.Stefano salió de la habitación dejando a Pierina en un mar de pensamientos y dudas.
El se había enamorado de ella, a pesar de no querer aceptarlo, de no querer volver a sufrir, ahí estaba nuevamente amando a una mujer que conoció siendo una niña y que ahora despertaba en él el deseo más puro de protegerlas y tan fuerte como la arrolladora pasión de un hombre
Y ella no estaba lejos de sentir lo mismo justo en ese momento." ¡Dios! Por qué siento que no quiero que se valla de mi lado y por otro tengo miedo de salir herida nuevamente"
Se cuestionaba mentalmente Pierina.De Repente recordó lo que le dijo su amiga Mericci y eso le revolvió las tripas en una sensación de angustia.
"Déjate querer"
"Déjate amar"
"Te lo pueden quitar"Caminó hacia el espejo y recordó, como se la comía con la mirada, cuando la vio en ese camisón transparente.
— ¡No! Nadie va a quitarme lo que es mío, Stefano es mío, mi esposo.
Se dijo mirándose al espejo.
" Lo conquistare, será mío."Con ese efusivo pensamiento salió de su habitación y fue a la de Stefano tocó la puerta, uno, dos, tres, y nadie le abrió, tomó el pomo y lo giró abriendo lentamente la puerta, escuchó la ducha y fue a paso lento, abrió la puerta y lo vio de espalda, bajo la lluvia artificial, lo recorrió todo de arriba a bajo, miró sus bien formadas y duras nalgas, su espalda ancha.
"Santos pecados, está como quiere"
"Y es todo tuyo"
Le dijo su conciencia,
" Déjate querer, déjate amar"Un fuego recorría su cuerpo ya sentía sus bragas mojadas, solo de imaginar recorrer esa espalda con sus labios. Soltó el listón que amarraba el camisón y muy despacio, lo fue dejando caer, solo en bragas quedó, muy despacio entró también bajo la lluvia artificial, Stefano al sentir sus manos tocar su espalda se giró, se encontró con esos ojos verdes, oscuros por el deseo, acarició su rostro, ella acunó el de él con sus manos y sonrió.
—¿Estás segura, de que quieres dar este paso? No quiero que te sientas obligada. — Preguntó tragando ese nudo que se firmó en su garganta al ver esa imagen tan sexy frente a él.
— Lo deseo, y no se si tanto como tú, pero lo deseo, hazme tuya mi Téfy, enséñame a amar de verdad.
Esas palabras era lo que elm pase al paraíso
— ¡Oh! Mi amor, no sabes cuánto te deseo, cuanto he soñado con este momento.Unió sus labios con los de ella, en un tierno beso que poco a poco se fue tornando muy caliente y apasionado, la tomó en sus brazos y caminó con ella hasta la cama, la depositó en ella, la miró toda, era hermosa y era suya, su esposa besó sus labios, recorrió sus mejillas, bajó por su cuello, dejando un camino de besos húmedos y calientes, bajó a sus pechos besó, lamió, cada uno de ellos, sus pezones erectos reclamaban por más, los chupó, succionó, mordió suave, mientras Pierina, arqueaba la espalda para dar más acceso para que los tomara todo, bajó por su vientre esa lengua húmeda y caliente que quemaba, gemidos salían de su garganta.
— ¡Aaaah! ¡Mmmm!. Stefanooo
Su corazón retumbaba el su pecho y Stefano, no sentía nada diferente a ella, era todo deseo, besó cada centímetro de su piel, acarició el elástico de su fina braga, mientras la miraba fijamente a los ojos, mientras la quitaba, no veía duda en esos ojos, veía deseo de mas, ansiosa de que la tomara ahí, y ya.
Quitó las bragas, abrió sus piernas para seguir dejando besos, besó sus piernas subió por ella hasta llegar ahí en ese punto, besó, lamió, jugó con su lengua en su entrada, mientras Pierina, empuñaba las sábanas con sus manos arqueaba su espalda y gemía del placer que sentia.— ¡Aaaah! ¡Aaaah!
Stefano seguía lamiendo su entrada, se acomodó mejor, abrió sus piernas para tener menos acceso y pasó su lengua, por ese botón que descargó electricidad, lo chupó, mientras que con su dedo medio la penetraban lentamente, los gemidos llenaban esa habitación, abrió más sus piernas para darle mejor amplitud, mientras Stefano, lamía, succionaba y mordía, Pierina agarraba sus cabello para que él no saliera de donde estaba.
Agarró las sábanas arqueaba su espalda, gemía de placer, ese placer que era desconocido para ella y que él le estaba enseñando como era estar en el paraíso. Estaban en el paraíso.
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PEDACITO DE CIELO, Un Amor Sin ADN. Libro #1 De La Saga Cielos Eternos
RomancePEDACITO DE CIELO Un amor sin ADN Stefano Pierre. Un doctor en pediatría, soltero sexy, y apasionado . Tras la traición de su prometida regresa a su Roma natal, dónde el destino le tiene preparado un encuentro con el verdadero amor que viene con e...