Capítulo 28 Déjame amarte.

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Stefano y Alexa, se alejaron del lugar, habían hecho una gran amistad, salían de paseo con sus hijos, al cine y los llevaban al centro ecuestre para las prácticas.
Stefano vió la tristeza en los ojos de Alexa al ver cómo Alessandro se alejaba con Pierina.
Alexa sentía una presión en el pecho, últimamente no se sentía del todo bien, sentía mucho cansancio, mucho sueño, se llevó las manos a su cabeza y se tambaleó y Stefano logró sujetarla para que no caiga al suelo.

—¿Te sientes bien? — Preguntó Stefano.
— ¡Si! Estoy bien, fue solo un mareo, tal vez hay poca oxigenación  en mi cerebro, últimamente he vomitado mucho.
— Vamos te llevo al médico. — Dijo tomándola de la mano y llevándola a la enfermería.
— ¿¡Tu eres médico!?
— ¡Si!, pediatra, no general.

Rieron y siguieron caminando llegaron al consultorio, el doctor la atendió y ordenó exámenes.

Alessandro, Pierina y Luggina salieron del lugar, pues le tocaba a él llevarla, el regreso a la mansión era en un silencio sepulcral, la pequeña los observaba alternando su mirada de una a otro.

— ¿Es en serio? Ustedes los adultos son muy complicados, cuando yo sea grande buscaré a mi novio y no lo dejaré ir.
Ante sus palabras, Pierina y Alessandro la miraron muy sorprendidos.
— ¿Novio? — Preguntó su padre.
—  Tu estás muy chica para pensar en novio, muchachita.
— ¡Si! tengo a mi novio  y el va a esperar a que crezca, hicimos una promesa. — Continuó la pequeña Lugg.
— ¿Una promesa?
— ¡Si mamá!  una promesa, el me espera a que crezca y estaremos juntos.
Pierina rodó los ojos al escuchar las ocurrencias de su hija.
Alessandro continuó el camino a casa en completo silencio.

El médico llegó media hora después con los resultado de Alexa, se sentó frente a ellos con una sonrisa .

— Bien señores estos son los resultados que se le realizaron a la señora  y lo que tiene es de lo más normal del  mundo.
— Doctor ¿Sentir mareos y sentir náuseas y vomitar es de lo más normal del mundo?
— Pues en tu estado si, es lo más normal,
— ¿Mi estado?
— Si, en tu estado. Estás embarazada Alexa.
Alexa se llevó las manos a su boca sintió que le cayó un balde de  agua fría.
Y es que no podía creer que había cometido un descuido tan grande, su hijo estaba pequeño aún, se llevó las manos si vientre.

"Embarazada, no es posible, un hijo de Alessandro"
Miró a Stefano y le dijo con determinación.
— El no puede saberlo.
— ¿Que estás diciendo? tiene derecho a saber que será padre por segunda vez.
— No Stefano, él nunca sabrá de mi embarazo, no voy a interferir en su felicidad.

Salió del consultorio buscó a Dante y se fue, Stefano la vio marcharse y se sintió impotente quería poner cada cosa en su lugar, quería a Pierina junto a él  y dejar que Alessandro estuviera con Alexa en su embarazo.

Caminó al estacionamiento subió a su carro y manejó, manejó por mucho tiempo tomó camino de tierra y fue a parar en los linderos de la hacienda, bajó del carro y caminó al río quitó los zapatos y caminó hasta llegar a una enorme piedra, el viento soplaba el murmullo del río lo relajó, escuchó unos pasos  que se acercaban se giró y la vio.

"No es posible que esté aquí"

Alessandro se despidió de su pequeña y volvió a la oficina, la imagen de  de Alexa tomada de la mano con Stefano no salía de su cabeza, dio un golpe en el escritorio con toda su fuerzas.
— ¡Joder! No es posible que estén juntos, no pueden estar juntos ella es mía, mía.

"Claro, que es tuya, pero no te atreves a reconocerlo delante de ella"
Esa vocesita que siempre tenía la razón. Ahí estaba otra vez recriminando le.

Salió de su oficina le dio una orden a Gina.
— Gina, cancela todo lo de la tarde.
— Si señor.
Gina lo vio salir como si cientos de demonios lo persiguieran. Subió  al ascensor bajó al estacionamiento, caminó hacia donde estaba su auto.  Subió al auto y salió en busca de Alexa, llegó a su departamento, no se esperaba todo lo que estaba por enterarse.
Tocó no una, ni dos veces  el timbre.

"Abre la maldita puerta mujer, necesito hablarte, necesito decirte"

Mis pensamiento fueron interrumpidos por el guardia del edificio, nunca me imaginé la noticia que me dio.
— Señor, la señora Alexa ya no vive aquí.
— ¿Como que ya no vive aquí?  Hasta ayer esta era su casa.
— Si, pero hoy dejó el departamento.
— ¿Pero donde se fue? ¿Dejó  una dirección, algo?
— No señor, no dejó nada.

Salí del edificio a toda prisa conduje rumbo al colegio en su trabajo tienen que tener la nueva dirección.

"Esperaste perder la para darte cuenta de que la amas"
Estaba otra vez esa conciencia recriminando le.

— ¿Me jodes? — Se reprochó en alta voz al  cuestionarse el mismo mentalmente.

Llegó al colegio salió corriendo fue a la dirección habló con la directora, y no espero esa respuesta.
— Alexa puso su renuncia hoy, dijo que se iba fuera de la ciudad, no se dónde no dejó dirección.
Esa fue la respuesta de la directora y compañeras de trabajo de Alexa.

Alessandro sintió que el mundo se le vino encima, nunca creyó que perder a Alexa le afectara tanto.

Pierina subió con Luggina la llevó a su habitación la bañó y vistió, bajaron al comedor para que cenara,
Tiempo después caminó a las caballerizas y subió a su caballo y se dirigió al río.

" Stefano, solo espero que seas feliz con Alexa, te lo mereces tanto."

Metida en sus pensamientos llegó al  río, no esperaba encontrarlo ahí, pensó estaría con ella.

"¿Cómo? Debería estar con ella?"

Se preguntó mentalmente quiso dar la vuelta pero el corrió y la detuvo.
— Espera, necesitamos hablar. —  Ella lo miró sintió dudas, pero  respondió.
— No creo que haya tema de conversación entre nosotros.

La tomó de la cintura la apegó a su cuerpo.
— ¿Eso crees? Tengo mucho que decirte.
Se miraron fijamente a los ojos, su recorrido visual bajó a esos labios entreabiertos que lo invitaban a besar, ella inconsciente pasó su lengua humedeciendo los, acto que a Stefano le provocó una palpitación en su entrepierna.
— Por favor, vamos hablar. — Dijo soltando su cintura y rompiendo esa peligrosa cercanía entre ellos.
Caminó con ella de la mano se sentaron a la orilla del agua.

— ¿Lo amas? ¿Amas a Alessandro? — Fue lo primero que se le ocurrió preguntar, la duda lo carcomía, pensar que su mujer dejo de amarlo lo estaba atormentado.

— ¿Y tú, Amas a Alexa? —Respondió con otra pregunta

Se miraron a los ojos, no hubo respuesta por qué ya la sabían, se seguían amando tanto como hace años sentían ese amor en el aire, unió sus labios a los de ella en un beso, casi un roce.
— Por favor Stefano, hablemos. — Lo intentó alejar, pero él no estaba dispuesto a perder esa oportunidad.
La acercó más y sobre sus labios le Susurró.
— Habrá mucho tiempo para hablar, hoy solo quiero amarte, hacerte mía. Quiero sentirte, mi amor, déjame amarte.

 Besó sus labios como di no hubiera un mañana, fue un beso con ansias y deseos acumulados por mucho tiempo, sus lenguas se reconocieron  danzaban esa fuego que los invitaba a mas, sus manos rodearon el cuello de su hombre volvía a sentirlo suyo. Mientras el apretaba su cintura, bajó sus manos a sus redondo trasero, lo apretó  y un gemido salió de la garganta de Pierina, se separaron por la falta de aire en sus pulmones.

— Stefano. Yo, yo.

Besó sus labios nuevamente ella respondió a sus besos, poco a poco la ropa fue desapareciendo, ella enrolló sus piernas en sus caderas y caminó con ella al agua,  se metieron al río el calor que sus cuerpos sentía, no les permitía sentir el frío.
Sus besos eran llenos del deseo desenfrenado que sentían el uno por el otro, tantos años sin sentirlos, sin saborear esa boca.
— Te amo Pierina, no hubo un momento que mi corazón no te extrañara, aunque mi memoria no te recordaba, mi piel y mi corazón siempre te necesitaron a ti.

— Yo te extrañe tanto, que quise morir pensando que me olvidaste.

—Nunca lo pienses mi amor, eres y serás el amor de mi vida.
Unieron sus labios nuevamente en un beso lleno de amor, y nuevamente entregaron a ese amor que sentían.
Recorrió su cuello dejando besos llegó sus pechos, mientras que su dedo juega en esa entrada al paraíso.
Estaban en el paraíso, entregándose a su amor y con la certeza de que no volverían a separarse jamás .

PEDACITO DE CIELO, Un Amor Sin ADN. Libro #1 De La Saga Cielos EternosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora