Capítulo 22 El reencuentro

507 61 0
                                    

Lucciano Lombardi, era un joven investigador muy maduro y centrado para su edad, logró obtener toda la información que le pidió su jefe, todo lo facilitó por ser el hijo de Luiggi Lombardi, jefe de seguridad de la familia D' Alessio.

El celular de Alessandro sonó y en la pantalla reflejaba Lucciano.
-¿Me tienes noticias? - Contestó de inmediato.
- Tenemos que vernos, te sorprenderas - Respondió Lucciano
- En media hora nos vemos en el Pane e Salame. - Dió la dirección
- Perfecto ahí estaré.
Colgó la llamado, termino de firmar los contratos se levantó caminó hacia la puerta colocándose la gabardina.

- Gina cancela todo lo que tenga para la tarde. - Dijo caminando y sin darle una mirada.
- Si señor.
Respondió viéndolo desaparecer tras las puertas del ascensor, mordió su labio inferior y achicó sus ojos. Un gesto con deseos.

"Maldito arrogante, peto así me gustas" Pensó Gina.

Alessandro.
Bajo al estacionamiento tomo su Bugatti y salió.

Lucciano, ya estaba esperando con toda la información lista, llegó se saludaron con un apretón de mano.

- Y bien ¿Que me tienes? - Preguntó muy interesado ansioso por saber los motivos que tuvo Kiara para hacerle lo que hizo con el y ansioso en saber la verdad. Miró.
- Aquí tienes, fotografías, fechas viajes y sobre todo una bebé.
- ¿Una bebé?
- !Si! Una bebé Berlusconi, tienes una hija. Alessandro.
Las fotografías se cayeron de sus manos por la información.
- ¿Pero qué carajos estás diciendo?
- ¡Eso mismo! La hija de Pierina, es tu hija.
Alessandro Berlusconi, trato de procesar la información, se levantó de la silla con una mano en la cintura y con la otra agarrando su cabello.

" No lo.puedo creer" - Pensó.
Volvió a sentarse y siguió.

Lucciano le dió todo los detalles de la investigación, no podía creer que aquella noche que fue drogado por la que decía ser su amiga, hubiera resultado. Y ahí estaba viendo el resultado en esa foto.

Miraba la foto de su hija, miró como la tenía ese hombre en sus brazos, sintió celos, celos de ver qué se perdió todo ese tiempo de su hija, celos de ver cómo otro hombre celebrando su cumpleaños, sintió que su corazón se estrujó, ver a Pierina sonreír para el, miró la otra foto que tenia en la mano, su hija y su amiga, esa a la que amaba en silencio, feliz a lado de otro.

"No estamos destinados"

Ese pensamiento, fue más una confirmación, que un reproche.

- Pues esa maldita mujer quedará impune, por qué de salir a la luz este secreto, la reputación de Pierina se verá por el piso. - Expresó muy furioso y apretando sus puños pues Alessandro no podía iniciar un proceso judicial en contra de Kiara.

- Creo que ese es el motivo de que todo esté en las sombras. Nunca hubo denuncias a pesar de saber los resultados de los exámenes. - Dijo Lucciano. A su amigo.

- Tengo que ser muy sutil para abordar el tema, no pienso perderme ni un solo día más de mi hija. - Sentenció Alessandro con determinación y decisión de ir a conocer a su hija.

Se despidió de su joven amigo, salió del restaurante y manejo sin rumbo.

Sentía su corazón feliz, ni en los sueños más lejanos, se imaginó que tendría una hija con su Pierina, nunca se lo uniera imaginado, pero ahí estaba esa pequeña a la que pronto conocería reía solo, se pasó la mano por sus cabellos, dio golpes al volante, estaba feliz esa maldad tuvo un hermoso resultado.

Manejó tan rápido como pudo, no esperaría más, recorrió el camino que ya conocía muy bien, llegó a las portones el guardia lo reconoció se quedó estático.

- Santo Cristo bendito sea Dios. - Expresó el guardia muy asustado.

Luego se hizo una señal de la cruz, él al ver su reacción se sonrió de si mismo..

- ¡No soy un fantasma! Estoy vivo.
- ¡Señor! ¿En verdad es usted? Dijeron que murió. - Pregunto muy asustado.
- ¡No! Solo dormí por años. - Respondió y le hizo un señas para que abriera los portones
- Pase señor, pase.

Alessandro siguió su camino, llegó se bajó del carro y caminó hacia las escaleras, llegó y tocó el timbre.

Pierina.

Ya han pasado trece meses desde que Stefano se fue, digo se fue por qué a este tiempo es eso lo que creo, no lo secuestraron como dijo Luiggi, por qué de ser así ya hubiera tratado de volver, ya estaría aquí.

Estoy con mi hija en la sala de Star, preparando los últimos detalles para la fiesta número tres de Luggina.
Escucho el timbre y una de las chicas abre.

- ¡Señora Pierina! La busca un señor, dice ser su amigo. - Le informó la chica del servicio.
- ¿Te dijo como se llama? - Interrogó.
- No señora, solo dijo que era un amigo. - Pierina frunció el ceño.
- Bien, nos vemos para ultimar detalle del servicio catering.
Dice Victoria la agente de eventos.

Nos despedimos y salimos juntas al salón principal.
Victoria se marcha y yo camino a la oficina donde está ese amigo misterioso.
Entro y veo un hombre de espalda trato de reconocerlo.
" ¡No! No creo que sea él "
Se gira y yo me sobresalto un poco, doy un pequeño paso, me abruma verlo aquí.

"¡Dios! ¿Que hace aquí?" Se cuestionó mentalmente
" A saber de su hija, que más lo hizo regresar."
Le recriminó su conciencia.

- ¡A - ale - sandro¡ - Preguntó, afirmó, ni ella lo sabía.
- ¿¡Pieri?
Dijo acercándose a mi muy lentamente.
- ¡No! No te me acerques. - Dijo extendiendo su mano para detenerlo.

- ¡Tú! ¡tú moriste!
- No Pieri, fue un accidente un accidente del cual estuve en coma por dos años.
-¡Alessandro!
- Pieri, estoy vivo estoy aquí, no temas pequeña no te haré daño.
- Lo sé.
- Entonces no me temas.
- ¡Yo! Yo, Alessandro.
-Tranquila, se que te impresiona verme yo Lo sé.
- ¿Que? - Pierina estaba en shock.
- Pieri, lo sé todo, todo.
Pierina tragó el nudo que se formó en su garganta.
- ¿Que es todo? Alessandro.
- Que fuimos drogados por la que creíamos una amiga, qué Donatello se marchó dejándote plantada en la iglesia y que de esa noche tan terrible nació el tesoro más hermoso de este mundo, Mi hija.
- ¡Alessandro!
- Tranquila, no estoy aquí para juzgarte ni para reprocharte el que no les hayas hecho saber a mis padres que tenías una hija mía.

- Alessandro, No fue tan fácil para mí, no es tan fácil que vengas aquí a reclamar la paternidad de nuestra hija. Te imaginas lo que sucederá. ¡Alessandro! Yo jamás te separaré de nuestra hija, jamás te negaré el derecho de verla crecer de tratarla, pero por favor, por favor, no quiero volver a pasar por lo mismo otra vez. - Exclamó de forma angustiada.

- ¡No! No linda, no, no quiero eso, eres mi amiga, ¿recuerdas?

Asentí sin pronunciar palabras. Sentía los nervios a flor de piel, ver de frente al hombre que me ¿violó? No no era violación el solo respondió al efecto de la droga al igual que yo.

" ¡No! No fue él quien me drogó, fue esa perra de Kiara, los dos fuimos víctima de una mala jugada del destino" - Su conciencia le reprochaba.
- Alessandro, todos te creímos muerto, cuando desperté, mi padre me lo dijo no sabía de tu familia, nunca nos contaste. ¿Recuerdas?
No tenía idea de dónde encontrarlos.
- Lo se y te entiendo, pero ya estoy aquí, regresé a ajustar cuentas con Kiara, investigue y me encontré con esta sorpresa, entonces entendí.

Se acercó a mí tomó mis manos, acarició mi mejilla, su roce era suave y termino en un abrazo fuerte mis lágrimas rodaban por mi rostro me separé y el acunó mi rostro entre sus manos, dio un beso en la punta de mi nariz, limpió mis lágrimas y yo las suya.

Se abrazaron nuevamente para reconfortarse, él trataría de conquistar su corazón, en ese abrazo nació la esperanza en su corazón.
Pero lo dicho, al destino le encanta cruzar los caminos de las personas no destinadas.

PEDACITO DE CIELO, Un Amor Sin ADN. Libro #1 De La Saga Cielos EternosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora