Capítulo 19. Pedacito de cielo, Eres mi cielo

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Luego de dejar a Pierina en la empresa, Stefano se dirigió al hospital,para empezar con su labor, aquel día el turno era en la mañana, tenía cirugías, programadas.

La mañana transcurrió de acuerdo a su agenda, salió de quirófano y se dirigió al consultorio, era la hora del almuerzo, llamó a su esposa para invitarlos a  almorzar juntos.

— ¡Hola amor! ¿paso por tI para almorzar?

— Por supuesto que sí, te espero  amor.
Contestó con una sonrisa.
¿Lo amaba?  ¡Claro que sí!
Era el amor de su vida, y más feliz no podía ser,

Terminó de firmar los últimos contratos que tenía, para los próximos proyectos.
Tomó su teléfono y su cartera de Gucci, caminó al ascensor que la llevaría al estacionamiento donde ya la esperaba Stefano, quien al mirarse se dedicaron una gran sonrisa.

— !Hola! Mi amor ¿ya te dije lo hermosa que estás? —Dijo tomándola de la cintura y besando su cuello, subiendo hasta su oído donde le Susurró.

— Muero por quitarte esa ropa.

Ella sintió su cuerpo estremecer, que tuvo que apretar sus piernas para aplacar ese corrientazo que le punzó en su coño.
— Mmmm y yo espero que no tardes mucho.
Dijo enrollando sus brazos en el cuello y entrelazando sus dedos en el cabello de Stefano.
Unieron sus labios en un apasionado beso, se separaron por la falta de aire en sus pulmones.

— ¡Tengo hambre!. — Dice Pierina riendo y cortando su excitación.

— Yo también pero de ti.— Respondió.
Uniendo nuevamente sus labios en un beso apasionado, sus lenguas se hacían enredos en sus boca, era dulce, apasionado y caliente, como todos los besos que le daba siempre su marido.

— ¿Vamos? — Dijo sobre sus labios.

— Mmj vamos, por qué después terminas desnudando te aquí.

Dijo y se carcajearon. El abrió la puerta del copiloto y Pierina subió, Stefano le arregló el cinturón de seguridad, luego caminó subió y se marcharon.
El trayecto fue de charlas triviales y risas hasta que llegaron al restaurante.
Todo eso sucedía, ante la atenta mirada de Adelle, que se retorcía de ver al que ella consideraba su hombre, consentir a otra mujer que no era ella.
¿Que se arrepiente de hacer todo aquello en el pasado?
!Pues claro que si!  Se arrepentía, por qué no tenía la carrera que anheló en Hollywood, y tampoco tenía al hijo de Stefano, al que él deseaba tanto.

Stefano y Pierina, se dirigieron al interior del restaurante para comer.

Adee salió como alma que lleva el diablo, apretaba fuerte el volante, y apretaba los dientes tan fuerte que le dolía la quijada, paró el carro en una orilla solitaria, se bajó apretó su cabeza en un gesto de desesperación y un grito desgarrador salió de ella.

Al día siguiente, después de una noche llena de amor, pasión, y entrega total, desayunaron junto a su pequeña, Stefano sacó de su bolsillo una caja de color rosa, la abrió y sacó un collar con un dije escrito que decía PEDACITO DE CIELO.
Se lo puso y la cargó dando besos en sus cachetes regordetes, puso a la beba en su silla y luego saco la caja negra dónde tenía otro collar en el que estaba escrito, ERES MI CIELO. Se tiró el cabello a un lado, y se lo puso, dio un beso en el cuello y abrazándola por la cintura.
La giró acunó su rostro entre sus manos besó sus labios y sobre ellos le Susurró.
— Cuando no esté a tu lado, mira al cielo, que a través de él, nos miramos y a través de él, te beso en los labios.

— ¡Te amo!
— Yo te amo más, son mi vida, las dos .
Besó sus labios, como si su vida dependiera de ellos, tomo a su pequeña, besó sus mejillas y la entregó en brazos de su madre.

— Cuídense, las amo.

Pierina, lo acompañó a la puerta, dio otro beso y se marchó.
Sintió una opresión en su pecho, caminó al interior de la casa, con Luggina en brazos, subió y fue a su habitación.

Stefano salió rumbo al hospital, como todos los días, llegó al estacionamiento marcó la hora de entrada como cada día de trabajo, caminó por los pasillos, y al abrir la puerta de su escritorio, jamás se imaginó ver a esa mujer ahí, era la última persona en la que pensaba, más bien jamás la volvió a recordar.

— !Tú! Que haces aquí?
Preguntó caminando hacia su escritorio, quitando su saco y colocándose la bata blanca de doctor.

— ¿Cómo que qué hago aquí?

Respondió acercándose a él muy despacio.

— ¡Stefano! Te fuiste, me dejaste ahi tirada en ese hospital, sin decirme, ni darme una explicación, no tienes idea de cuánta falta me hiciste, te necesité, te necesito.

— ¿Y tu cómplice? ¿Acaso te dejó sola? ¡Ah! no, la chantajeaste para que te ayudara a deshacerte de mi hijo, por eso no te acompañó.
— ¿Pero qué estás diciendo? Stefano ¿que historia es esa?
— Lo que hiciste para provocarte  accidente, para cometer el peor de los crímenes Adele, mataste a mi hijo, eso no te lo voy a perdonar jamás.
— ¡Fue un accidente! Tú.
— ¡Cállate mujer! ya no me engañas más.

Le dijo todo lo que escuchó de sus labios aquel día, sentía un dolor tan desgarrador en su pecho solo de imaginar a su hijo no nacido.

— Vamos a un lugar donde podamos hablar.
— No hay nada de que hablar entre nosotros, Adelle.
— Pues yo que tú vendría, por qué si no lo haces, serán ellas las que paguen.

Dijo mostrando le una foto, dónde Pierina y Luggina estaban encerradas y escuchó decir al hombre.

— ¡Jefa! ellas están a su disposición.

La sangre se le heló a Stefano cuando vio la foto y escuchando al hombre.
La impresión fue tanta, que no pudo ver lo que en realidad había en es imagen.

— ¡Bien!  Iré contigo, pero déjalas ir, no les hagas nada, a mi esposa y mi hija.
— ¿Tu esposa? No, esa mujer no es tu esposa, ni esa niña tu hija. Yo soy tu mujer, y conmigo tendrás los hijos que quieras.

— ¡Estás loca  Adelle! no se qué te pasó, no eras así.

" O tal vez. Nunca la conociste bien ."

Le recalcó su conciencia.

— ¡Vamos!

Salieron del hospital, sin saber a dónde lo llevaban.

PEDACITO DE CIELO, Un Amor Sin ADN. Libro #1 De La Saga Cielos EternosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora