Capítulo 9. Tu llegada

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Stefano tenía una semana de  llegar a Roma, estaba en su penthouse emocionalmente destruido, tenía una semana embriagándose y maldiciendo aquella perversa mujer, solamente su amigo Fabrizio Ferrari, su mejor amigo, sabía que está encerrado a lodo y piedra , en su penthouse,

—Ya, Stefano, no te puedes destruir de esa manera, supéralo, tienes que salir de este encierro.

—Es fácil decirlo, cuando no es a ti que te han lastimado tan cruel mente, esa mujer mató a mi hijo.

—Lo se hermano, sé cómo te sientes, pero tenemos que salir adelante, seguir, el mudo continúa, y tú debes seguirlo no quedarte a destruir tu futuro, vamos, levántate, date un baño, y salimos, tu nuevo trabajo te espera aquí.

Dicho eso entró al baño y se duchó, salió se puso su mejor traje, bajó las escaleras, ya Fabrizio lo esperaba con un café bien fuerte y dos Aspirinas, se las tomó y salieron rumbo al hospital, donde sería su lugar de trabajo, estacionaron el auto, el de él ya estaba en el parqueadero del hospital, subieron en ascensor y se despidieron, Fabrizio Ferrari, marcaría su hora de entrada.

Stéfano recorrió todas las áreas del establecimiento, y por último fue a emergencias, donde por cierto había una, en la que está Fabrizio, la llevan en la camilla a toda prisa, pasa por su lado, y es como si el mundo se detuviera o pasara en cámara lenta, y la ve, tan pálida, con sus ojos cerrados, y con su vestido de novia,

"Parece un ángel "

Fueron sus pensamientos, la entran a sala de operaciones, se queda mirando por un largo rato, y cuando está a punto de irse, es que se da cuenta que a sus pies está un brazalete  de diamantes y topacio imperial, lo toma en sus manos lo mira, y mira nuevamente la puerta cerrada de quirófano, suspira y se va.

Llega a la oficina del director, el doctor Alessio Ferrari, mejor amigo de su padre, al igual que, Renato D'Alessio, padre de Ese ángel,

 —Hola tío!! Tanto tiempo sin verte.
—Muchacho, tanto tiempo, 7 año ¿no?
—Si, 7 años, mucho tiempo pero aquí estoy.

La charla fue muy amena, se despidió, y salió a su consultorio, tendría el turno de la tarde, pero de su mente, no salía la imagen de ese ángel. Buscaría a Fabrizio, para saber de su estado, la tarde pasó como se pasa en un hospital, en área de niños, con llantos, gritos y risas de ellos, salió y se fue al área de esterilización, para pasar al área de UCI, encontrándose con Fabrizio.

—¿Cómo está la paciente novia?
—Su estado es muy delicado, está embarazada, de 5 semanas, se logró estabilizar, pero estuvo un tiempo prudencial en el agua, que le produjo un pequeño daños cerebral, está en coma, y en verdad es un milagro que no perdiera al bebé.

Esas palabras, avivaron el coraje en Stéfano, porque creyó que ese ángel, también era un demonio que se quiso deshacer de su hijo.

—¿Puedo verla? Por favor.

—Ve, yo voy a informarle a los familiares. Ah, por cierto ella es Pierina. ¿La recuerdas?

—¿Pierina? ¿Mi pequeña Pieri?
—Si, esa pequeña que decía ser tu novia.
—!Dios! ¿Qué le sucedió?

No obtuvo respuesta, puesto que nadie sabía lo sucedido con ella, lo único que se sabía era que el novio nunca llegó.
Stefano llegó a la habitación, a través del cristal, la veía, con su cabeza vendada, y conectada , a las máquinas que le registraban, sus signos vitales.

"Eres un ángel en verdad, pequeña, no sé que te pasó pero estaré contigo mi pequeña traviesa."

Salió de ahí, y fue al encuentro con su padrino, el magnate Renato D'Alessio, que estaba en sala de espera. Caminó por los pasillos y los vio.

—¡Padrino! ¿Cómo has estado,?
Dijo abrazándolo.
—Hijo, como estás, que bueno que estés aquí. ¡Cuando llegaste?
—Hace una semana, pero después os contaré, padrino, tenemos que ser fuerte, nuestra pequeña saldrá de esto ya verás.

Y así con esa esperanza en el corazón pasaron hora, convirtiéndose en días semanas y meses, Stefano no se despreocupada de su pequeño ángel, hoy le harán la primera ecografía, para saber cómo estará el bebé, y claro que el estaría ahí, en esos tres meses había creado un vínculo con esa pequeña, no sabía por qué, ni como, pero su corazón le decía que era una niña, siempre le hablaba, y recordó aquel día.

Flashback

Stefano caminó hasta la habitación de Pierina, ahí conectada a las máquinas que medían su estado, sentía una opresión en el pecho, verla sumergida en ese mundo de oscuridad, tan hermosa, frágil, con la punta de sus dedos, tocó los suyos, y sintió ese corrientazo por su cuerpo, y las máquinas se dispararon, en los sonidos, él corrió y miró si todo estaba bien, y así fue, salió de ahí, con esa sensación extraña en su cuerpo, y ese deseo de protegerla.

—Estaré contigo mi pequeño ángel, y contigo también mi pedacito de cielo.

Dijo acariciando su vientre.

—Estaré para ustedes.

Final del flashback.

La ecografía reveló que el bebé estaba creciendo en buen estado, a sus tres meses tenía el tamaño y peso exacto, y así fue pasando el tiempo, a los 6 meses ya se sabía que era una hermosa princesa, la que llegaría al mundo dentro de un mes más, por las condiciones de su madre, le adelantarían su llegada al mundo, y en todo ese tiempo Stefano, nunca dejó de ir cada noche, a platicar con ella, a sentir sus movimiento, no era su hija de sangre, pero si de corazón, y al marcharse, siempre se despedía de su ángel con un beso en la frente.

Hoy, llegaría muy temprano al hospital, hoy era el gran día, hoy por fin conocería y tocaría a su pequeño pedacito de cielo, se levantó y casi voló al baño, se duchó como un rayo, así mismo se vistió, cuando bajó,  Zuria ya le tenía preparado su desayuno,

—Señor, su desayuno,
—Gracias Zuria, solo me tomaré un café, tengo prisa.

Tomó su café y salió, como alma que lleva el diablo. Condujo tan rápido que llegó en menos de 30 minutos, no quería perderse ni un solo detalle, de la preparación, el sería el pediatra que recibiría a la pequeña.

Llegó, subió y se fue a la sala de desinfección, hizo todo el protocolo, se vistió y ya estaba ahí, ese ángel, que le preocupaba porque no despertaba.

—Estaré a tu lado, traviesa, confía en mí, yo cuidaré de tu pequeña, y de ti, te lo prometo.

Acarició su vientre, le dio un beso en su mejilla, tomó su mano y la apretó.
Y 30 minutos después, escuchando la melodía que para el era la más hermosa del mundo, el llanto de ese pedacito de cielo.

PEDACITO DE CIELO, Un Amor Sin ADN. Libro #1 De La Saga Cielos EternosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora