Capitulo 16. Declaración de amor

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—! Aaaah Diooos! Stefano.
Pierina gemía y gritaba, segada del placer que recorría su cuerpo, sus paredes internas se contraía y explotaba en fuerte y placentero orgasmo, bañando la cara de Stefano, con sus dulces jugos. Stefano besó cada centímetro de ese lugar, fue dejando besos húmedos y suaves mordiscos, subió besando su vientre se quedó bebiendo de sus pechos, como un hambriento, uno, luego el otro, subió a sus boca dándole un apasionado beso.

— Eres deliciosa, me encantas.
Susurró entre sus labios.

Se acomodó entre sus piernas, sin dejar de mirarse a los ojos, se apuntó en su entrada, y poco a poco, se fue adentrando en ella, era jodida mente apretada, de a poco fue entrando sin dejar de besar la, una fina capa de sudor perlaba sus cuerpos, sus besos eran ardientes que quemaban en sus entrañas, empujó una última vez, y estuvo todo dentro, mientras ella clavaba sus uñas en la espalda y gemía.
Se quedó quieto, para que se acostumbrara a su tamaño, y poco a poco fue entrando y saliendo, sus embestidas eran torturadora mente deliciosas, dura pero despacio, profundo y fuerte, la mente de Pierna, estaba nublado del placer, gemía, se retorcía debajo de Stefano y es que si así era hacer el amor, esa era su primera vez y le gustaba, se dejaba llevar por la vorágine de sensaciones que sentía, era su primera vez  y con el hombre que muy, pero muy dentro de su corazón realmente amaba, lo descubrió en ese momento, cuando sintió miedo de que pudiera irse y enamorarse de otra.

¡No! no claro que no lo permitiría, ese era su hombre, el que amó desde muy pequeña.

Stefano seguía penetrándola , sintió su cuerpo tensarse nuevamente, aceleró las embestida, más profundo y fuerte.
— Vamos mi amor, córrete nuevamente para mi, hagámoslo juntos.
— ¡Aaaah! Sii, Aaaah Diooos, Stefano
— ¡Aaaah! ¡Aaaah! sii córrete para mí Pieri.
Susurró entre sus labios.

— ¡Stefano!
— ¡Pierna!

Dijeron al unisono, en un susurro los dos, Stefano, se dejó caer sobre ella, sus respiraciones eran agitadas, él levantó su rostro para besarle sus ojos que los tenía cerrados.
Dejó besos cortos en sus labios, Pierina abrió los ojos se miraron en silencio. Y esa acción, produjo una sensación de miedo en Stefano, pensando que ella saldría corriendo de ahí, diciendo que lo ocurrido sería un error y que no se volvería a repetir, ella sonrió, acarició sus cabellos, pasó su mano por la frente sudada de Stefano, lo atrajo a sus labios, lo besó y sobre sus labios Susurró.

— Me gustó y mucho. — Expresó Pierina sintiendo en su corazón que rebozaba de felicidad, Stefano ser el verdadero amor de su vida y decidió seguir junto a su amor.

Se quedó pegada a sus labios, iniciando un nuevo beso apasionado, dándole vida nuevamente a ese deseo y sintiendo su coño doler del placer recibido y por el deseo que sentía nuevamente.
Sintió esa enorme polla dentro de ella aún palpitar, y ponerse dura, Stefano, empezó a embestirla despacio, mientras chupaba sus pezones, él en un movimiento sincronizado la dejó encima de él y notó su inexperiencia,
La guío para que empezará a cabalgarlo, moviendo sus cadera hacia adelante y hacia atrás, ella siguió el ritmo, mientras él acariciaba sus senos, pellizcaba y chupaba sus pezones, con movimientos estratégico logró quedar sentad y así poder penetrar más profundo, se movieron sincronizada mente hasta sentir su cuerpo tensarse nuevamente era la llegada de un potente orgasmo que los exprimió a los dos.
Pierina recostó su cabeza sobre el pecho de Stefano, se quedó allí escuchando los latidos de su corazón, mientras él acariciaba sus cabellos, así les llegó la calma a su respiración y se durmieron abrazados.

A la mañana siguiente Stefano, se despertó muy temprano la miró dormir tan plácidamente, se levantó con cuidado de no despertarla se duchó, se vistió con un pantalón de chandal y una sudadera, salió fue a mirar a su pequeña Lugg, estaba dormida salió despacio y fue a preparar el desayuno.

Pierina  se removió en la cama, tocó el lado donde estaría Stefano pero no lo encontró, sintió una opresión en su pecho y recordó aquel día que vio a Donatello sentado a su lado, pero aunque estaba sola  esta vez tenía el conocimiento y la sensación de lo que había pasado, dejó a Donatello en el olvido y recordó a Stefano, sus besos sus caricias y sentía una sensación de corriente recorrer su cuerpo, el olor a comida le llegó y supo dónde estaba, se levantó y le dolía todo sus piernas le fallaban, su entrepierna dolía pero era un dolor con sensación a gusto. 

¿Lo disfrutó?  ¡Claro que sí! Lo disfrutó y mucho.

"Espero que ya no quieras alejarlo de ti"

Le recriminó su conciencia.

Caminó al baño y se miró al espejo, se sonrojó solo de recordar lo que le hizo Stefano ahí en ese lugar, que la llevó al cielo.
Se duchó  salió y se vistió con un pantalón de chandal y sudadera al igual que Stefano, fue a la habitación de Luggina, la bañó  arregló y fue a la cocina, ya estaba el desayuno listo.

— ¡Buenos días! Mis mujeres hermosas.

Dijo con una sonrisa acercándose  y dejando un beso en la mejilla regordeta de su hija y un beso en la boca de su mujer.
Tomó a la pequeña en brazos la colocó en su silla, saco una para su esposa y se dispusieron a desayunar entre conversa y risa por las ocurrencias de la pequeña.

"¿Se puede ser más feliz?"

Le cuestionó su vocecita interior, llamada conciencia,

"Por supuesto que puedes, estás amando a este hombre y él es todo tuyo.

Se preguntaba y se respondía, sonriendo  mirando a Stefano, mientras este alimentaba a su hija.
Y claro que era su hija, la vio crecer en su vientre, la vio y recibió cuando llegó al mundo y ahora está aquí  viéndola crecer, mientras ella le dice papá  y el le responde con todo el amor del mundo.

Cogió su teléfono  y les grabó, mientras padre e hija interactuan les tomó fotografías, quería tener muy lindos recuerdos de esas pequeñas vacaciones.
Stefano la miró, tomó su mano diciendo.

— Eres muy hermosa, esposa mía, te amo eres la dueña de mi corazón, tu y nuestra hija son lo más hermoso que tengo, te amo.

Pierina sintió su corazón acelerarse por esa declaración de amor.
Y es que jamás pensó que existiera alguien que lograra sanar sus heridas y devolverlo a la vida.

— Yo también te amo Stefano, eres y serás el amor de mi vida.

Respondió a esa declaración de amor, mientras su hija aplaudía como si entendiera lo que sucedía ahí.

PEDACITO DE CIELO, Un Amor Sin ADN. Libro #1 De La Saga Cielos EternosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora