• EL TRATO • | Mitake | [Finalizado]

• Capítulo 35 | Plan •

Otro día más a iniciado y como siempre, todo transcurría con normalidad para cada persona.

Kisaki ya se encontraba en la oficina del burdel.

Estaba sentado revisando algunos documentos sobre como sigue progresando el negocio; No obstante, ha habido un importante problema para el pelicastaño, desde que Takemichi se fue del burdel, algunos de los mafiosos que antes solían contratarlo iban a buscarlo para pedir de su compañía, el hombre de lentes les informaba que él ya no trabajaba ahí y que ya no regresaría. Molestias y reclamos del dejar ir a un interesante chico, recibía Kisaki, aunque no solo eso, también dejaron de ir algunos de esos tipos, ya que sin el azabache de ojos azules ya no era el mismo "ambiente".

Se conformaban con tan solo verlo como mesero, pero ahora ni así le podrán ver y ya no sentía interés por ir al lujoso lugar.

Con una sola mano echó para atrás parte de su cabello, por el estrés y preocupación que sentía, no hallaba una solución que le ayudara para que la sección de contratos regrese como antes estaba.

Si sigue así su negocio quedará en la quiebra y la competencia tendrá más éxito.

— "¿Ahora que puedo hacer?." — recargó sus codos sobre el escritorio, así le ayudaría a recargar su cabeza con ambas manos. No quitaba la mirada en las hojas que dejó regadas frente suyo — "Talvez traer más personas al burdel no sería mala opción" — ideó. Se mantenía muy concentrado en la nueva idea que se la ocurrido

Es muy bueno en idear planes, su inteligencia es grande y de un abrir y cerrar de ojos ya tiene en mente lo que piensa dar en marcha.

Pues aquella idea de engañar a Takemichi para hacerle después trabajar en el burdel se le ocurrió en el momento que lo vio por primera vez.

En ese instante, la puerta fue abierta, sin que antes fuera tocada para recibir el permiso de la persona que se encuentra adentro.

El jefe del burdel expresando irritación y mirando hacia adelante, observó quién era la persona mal educada que entró sin ningún permiso, antes, y ahora se ha parado frente de él como si estuviera en su casa.

— ¿Qué carajo?. ¿Acaso no sabe que antes de entrar, primero debes perdir permiso?. — gruño Kisaki, apretando sus puños sobre esa mesa rectangular, mientras se levantaba con brusquedad y le enviaba una mirada de enojo al contrario, por su mal comportamiento

El llegado, de estatura alta con una mirada despreocupada, fumando de un puro, fijo sus ojos marrones hacia el presente, quien aún se expresaba enojado por la actitud del contrario. No sé sentía intimidado por el semblante frío que el segundo en esa habitación le mandaba.

— Tú debes ser el jefe de aquí, ¿Verdad?. — preguntó el hombre pelinegro. Este se sentó como si nada en la silla que está cerca del escritorio del pelicastaño — Kisaki Tetta. — calo del tabaco