🌱Capítulo 30|"El Tutor"🌱

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✨️Maratón de Navidad 4/4✨️🎅

✴️POV ANASTASIA✴️

No tenía tarjeta de metro, ya que José no me había dejado regresar a mi casa y todas mis pertenencias estaban allí, así que me acerqué a la máquina
expendedora que estaba en la estación y compré una. Cuando me di la vuelta para caminar hacia los molinetes, comprendí que rechazar el aventón de Leonard no había sido buena idea.

—Si te acercas, empiezo a gritar -lo advertí, invadida por el pánico, al tiempo que miraba hacia todos lados.

No podía haberme encontrado más vulnerable, pero lo cierto era que sabía que, por mi bien, debía enfrentarlo.

—Hazlo -me dijo muy calmadamente y sonrió ladino-. —Toma, gatita, esto es para refrescarte la memoria y que veas lo que tu novio recibirá si se te ocurre no cumplir con lo que te pediré.

Puso frente a mí un móvil y de inmediato supe lo que contenía. Me negué a verlo.

—Ayyyy, gatita, veo que recuerdas muy bien esas imágenes tan grandilocuentes. —Si supieras las veces que me he masturbado mirándote, así, entregada a que mi pene te penetrara... Aún me excitas mucho; ahora mismo se me está poniendo jodidamente dura imaginando tu coño tan prieto.
—Aags, pensar que yo lo tuve cuando nadie lo había tenido aún.

—¿Por qué me haces esto? Déjame en paz.

Me agarró de un brazo y me obligó a caminar

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Me agarró de un brazo y me obligó a caminar. Su pelo estaba más gris y su rostro, más maduro; sus facciones continuaban siendo oscuras, y esa boca... siempre me había dado asco, sus labios siempre brillaban con su saliva.

—Ahora, calladita, me acompañarás.

—No iré contigo a ninguna parte, suéltame.

—Sí, lo harás. No me pongas nervioso, gatita, no quiero tener que volver a enseñarte como en el pasado, cuando te resistías y debía montarte para que te tranquilizaras.

Le escupí en la cara y él me cogió más fuerte, apoyando su pelvis en mi cadera para mostrarme que estaba erecto; era un sádico que se excitaba cuando lo rechazaba.

—Ay, gatita, me estás poniendo muy cachondo y tendré que desahogarme
contigo. —No me hagas enfadar, sabes muy bien que, enojado, la polla se me pone muy dura; todavía recuerdo muy bien la sensación de tu coñito apretado. —Humm, ¿qué tal si nos metemos en el baño y me la chupas?

—Suéltame, bastardo asqueroso, estás loco. ¿Para qué me buscas?

—Hummmm, qué placer cuando tú y yo nos entendemos, veo que estás captando el mensaje.

—Si piensas que volveré a trabajar para ti, te aseguro que no lo haré. ¿Quieres mostrar el vídeo? Por mí puedes ponerlo en las pantallas de Times Square, ya no me importa nada.

—Siempre me ha puesto caliente lo aguerrida que eres... pero tengo otro regalito para ti. —A ver, creo que te gustará verlas. ¿Cuánto hace que no las ves?

¿Tú? - Lo que nunca imaginé《Christian y Ana》Libro 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora