🌱Capítulo 3|CEO Christian Grey 🌱

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✴️POV CHRISTIAN ✴️

Acomodé a Phoebe entre su asiento de seguridad y le abroché la sujeción; mi hija siempre era una tentación imposible de evitar y, por supuesto, no quería hacerlo, por eso besé su cuello mientras la inmovilizaba. Era un padre
enamorado plenamente de la creación más perfecta que la vida me había regalado. Examiné su herida recién suturada; aún no lograba tranquilizarme, me había dado un susto de muerte cuando Leyla, su niñera y mi ama de llaves, me llamó para avisarme de que Phoe se había caído y se había cortado en la frente.

Por suerte la persona que la cuidaba era de mi entera confianza y jamás se amedrentaba ante nada, así que, rápidamente, cogió el todoterreno que tenía a su disposición y la trajo a Urgencias; también podría haber llamado a mi chófer, pero buscó la vía más rápida y estaba agradecido por ello.

—Yo conduzco, Leyla.

—Papi, siéntate a mi lado. —Me duele la cabeza, quiero que te quedes conmigo.

—Deja, Christian, no me molesta hacerlo; tú encárgate de consentirla.

Las calles de Manhattan en esa parte de la ciudad lucían desoladas, incluso se notaba en el movimiento del tráfico que todo se había ralentizado a pesar de ser viernes. Cerré la portezuela y estaba a punto de subirme al SUV y sentarme junto a Phoe, cuando vi a la activista que esperaba un taxi. Le hice una seña a Leyla para que me esperaran y, decidido, me acerqué a ella.

—Es tarde y, además, la temperatura no es muy agradable; déjame que te
acerque hasta tu casa.

No pudo disimular el desconcierto que mi ofrecimiento le causó. En realidad se lo había ofrecido para no tener que deberle nada, aunque estaba seguro de que no aceptaría.

—No hay gente en los alrededores y no me parece bien que te quedes aquí sola -continué diciéndole-. —Sé que no hemos tenido un buen comienzo,  pero permíteme mostrarte que no soy tan desalmado como crees.

Lo cierto era que no sabía por qué necesitaba demostrarle eso. Mi vista se fijó en su boca carnosa y no pude dejar de admirarla; me estaba distrayendo con sus labios, pero era consciente de que no era la primera vez esa noche que eso me ocurría. Perseguí con mi mirada el movimiento de su mano y ella agarró las solapas de su abrigo y me pareció que se lo estaba pensando.

—De esta forma ninguno le deberá un favor al otro, y fin de la historia.

Continué hablándole y realmente me desconocí; no podía comprender por
qué seguía intentando convencerla de que aceptara.

—Vivo en el este de Manhattan, cruzando el puente -me explicó  calmadamente, y me agradó el tono de su voz cuando no gritaba-, —por lo que estoy segura de que eso hará que te desvíes demasiado de tu camino, y además... ¿tu hija?, oí que te llamó papi. —No sabía que tuvieras una hija.

—Pocas personas lo saben; en realidad no es que la oculte, es sólo que la preservo del circo en que a veces se convierte mi vida. —Antes solía tener un perfil excéntrico, pero ella me ha cambiado y no estoy dispuesto a permitir que las especulaciones de la gente la dañen.

Asintió con la cabeza, dando aprobación a mis palabras.

—Tu hija necesita que la lleves a su cama para descansar. —Ella y tu esposa te están esperando.

—¿Mi esposa? -Agité la cabeza-. —No, ella no es mi esposa -me giré ligeramente para mirar a Leyla, que aguardaba paciente con ambas manos aferradas al volante-, —es la niñera de Phoebe también mi ama de llaves.

—De todas maneras, no te preocupes, ahí viene un taxi.

Anastasia Adams lo detuvo y se subió; cerré la puerta, nos despedimos con una simple bajada de cabeza y, acto seguido, caminé hacia mi coche.

¿Tú? - Lo que nunca imaginé《Christian y Ana》Libro 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora