🌱Capítulo 37|Sabios Consejos🌱

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✴️POV ANASTASIA✴️

—Enciende la televisión.

—¿Qué diablos quieres ver?
—Estamos escuchando música.

—Enciende la maldita televisión, Hanna; pon el canal de las noticias.

Estábamos en su casa y era su cumpleaños, pero el festejo había quedado en algo íntimo, sólo las amigas, ya que teníamos planeado hacer en breve un viaje las cuatro, a un sitio donde pudiésemos hacer turismo de aventura.

Tras ver la noticia, que se transmitía sin parar, me di cuenta de todo. Por fin me cuadraba que, cuando salimos del apartamento de Kate, no estuvieran ni Taylor ni Ryan estacionados en el bordillo; en ese momento me extrañó mucho, pues ellos me vigilaban permanentemente. Christian, a pesar de todo, no había desistido; lo había hecho, había limpiado mi nombre, lo había borrado todo.

—Dios mío -me cubrí la boca y Kate se levantó de inmediato para sostenerme la mano.

Me pellizqué el puente de la nariz, sintiéndome muy mal por haberlo tratado tan fríamente

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Me pellizqué el puente de la nariz, sintiéndome muy mal por haberlo tratado tan fríamente. Él había dominado a quien casi me llevó a la muerte y me estaba ofreciendo el control de mi vida de nuevo, pero mis demonios parecían no tener control, y las voces en mi cabeza de pronto se tornaron implacables. «Siempre serás una zorra. Jamás podrás escapar de mí. Gatita, tú, me perteneces... Gatita, me encanta someterte y que entiendas quién tiene el poder; cuando te resistes, me pones la polla muy dura. Eres una puta, de lujo, pero una puta, y eso es lo que todo el mundo verá siempre. Cuando se entra en este
círculo, jamás se sale, que se te meta en la cabeza. Te follaré tanto que no te quedarán ganas de no hacer lo que te diga. Si no me haces caso, dañaré a tu
familia; apuesto a que no te gustará que reclute a tu hermanita. La risa de Lezek y todas sus amenazas y atrocidades tronaban en mi cabeza, hasta tal punto que creí que mi cerebro iba a explotar. Pensé que volvería a perder el control como cuando José tuvo que internarme, las escuchaba como en mis pesadillas, sólo que ahora estaba muy despierta. Puta... puta... puta...»

Continué temblando sin poder detenerme. Kate era la que más se afanaba en consolarme; las demás no entendían por qué estaba tan desquiciada. Cuando finalmente me apacigüé, decidí que era el momento de contarle a Hanna y a Susana toda la verdad; de esa manera, además, esperaba que las voces desaparecieran. Me escucharon en silencio. El asombro en sus rostros era más que evidente y, cuando terminé de relatarles toda la historia, las cuatro nos abrazamos. Ninguna me juzgó, sólo me reclamaron no haberme sincerado antes.

—Era muy difícil para mí, les pido que lo entiendan; es una parte de mi vida que realmente preferiría olvidar, todo lo que pasó casi me sume en la locura.

—Eso lo puedo entender, pero hay algo que no me encaja -dijo entonces Susana, agitando la cabeza-. —Si Christian te dijo que juntos lucharían contra todo, ¿por qué te alejaste de él?

—Aaah, ésa es otra argucia -exclamó Kate poniendo los ojos en blanco. — Quiero darle azotes para ver si entra en razón.

Les conté lo que había sucedido con Lily y Darleen, y también de mis inseguridades y de mis años de terapia. Por Dios, si no me perdonaban por tantas cosas que les había ocultado, sería más que comprensible, pero quería sincerarme de una buena vez, y empezar a ser yo misma.

¿Tú? - Lo que nunca imaginé《Christian y Ana》Libro 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora