🌱Capítulo 34|Te Amo🌱

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✨️Maratón de Navidad 8/8✨️🎅

✴️POV CHRISTIAN✴️

La sangre de mi labio goteaba, pero la dejé correr por mi barbilla; estaba frente al espejo, la mandíbula me dolía.

—Sí, Ethan; me daré una ducha.

—He dejado tus cosas en el escritorio, las he recogido en la sala. -Cálmate y luego hablamos.

—Está bien, está bien; lamento el mal rato.

Había terminado de ducharme y estaba vistiéndome con ropas limpias. No podía entender cómo diantres se había ido todo tan rápido al carajo. La relación con mi hermano cada día se destruía un poco más, y estaba bastante harto de intentar salvarla; a él no le interesaba y yo ya me sentía estúpido.

—¡Joder! -maldije claramente importunado.

Me di la vuelta y lancé un puñetazo a la pared, provocando que el fino estuco se rajara. No podía terminar de quitarme de encima la bronca; sabía que no sólo lo había golpeado por su traición, sino también por abandonar a su hija, por el engaño a la hermana de Ana... y por el dolor que le habíamos causado a mi madre. Mi hermano era un gran cabrón que merecía que alguien lo pusiera en su sitio, y yo ya estaba cansado de dejarle pasar las cosas.

Mis músculos me dolían, tenía los nudillos magullados y la pesadez de mi cuerpo me agotaba; parecía, de pronto, que no era capaz de solucionar nada en mi vida. Caminé hasta mi mesa mientras acababa de abrocharme la camisa y le hablé a mi secretaria a través del intercomunicador.

—Andrea, revisa en la sala de juntas: he perdido uno de mis gemelos y son  muy importantes para mí; búscalo bien, por favor.

—Claro, Christian, ahora lo hago. —¿Necesita algo más?

—No, sólo eso.

—Maldito infeliz, son mis gemelos de la buena suerte, los uso cada vez que cierro un trato; eran de papá y me los regaló cuando me licencié -me lamenté frente al espejo, mientras me hacía el nudo de la corbata.

—Maldito infeliz, son mis gemelos de la buena suerte, los uso cada vez que cierro un trato; eran de papá y me los regaló cuando me licencié -me lamenté frente al espejo, mientras me hacía el nudo de la corbata

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Las horas pasaron y no realicé ningún descanso; sencillamente me había sumido en el trabajo para no pensar en mi estado de ánimo. Estaba hambriento, así que miré la hora; tenía que ir a casa de mi madre. Enfrentar a Grace era algo que no podía evitar; Mía me había enviado un mensaje unos minutos antes, avisándome de que estaban esperándonos allí. Por suerte Andrea había encontrado mi gemelo, pero estaba dañado; debería enviarlo a reparar.

Me encontré con Jack saliendo del Grey Heart, pero ambos nos ignoramos. Subí al Galibier y, en minutos, estuve en casa de mi madre, Phoe aún estaba allí, así que mi hija corrió hacia mí para recibirme y la estreché con fuerza.

—Papi, ¿qué le ha pasado a tu labio?

—Nada, cariño; ha sido en el entrenamiento, no te asustes, no me duele.

¿Tú? - Lo que nunca imaginé《Christian y Ana》Libro 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora