🌱Capítulo 39|Perdóname Christian 🌱

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✴️POV ANASTASIA✴️

Mis manos se alejaron por instinto, poniendo más distancia entre Brad y yo, pero luego me reprendí por hacerlo. ¿Acaso él no había estado con Darleen? No tenía ningún derecho a recriminarme nada. Mi respiración se hacía más difícil y rápida, temía que Brad malinterpretara mi excitación.

La canción, entonces, culminó, y sentí una mano que sujetó mi brazo. Dejé salir un suspiro frustrado y ladeé la cabeza.

—Es mi turno, señor Dalhaus. —Gracias por entretener a mi novia mientras yo llegaba, sin duda es muy buen amigo de Ana.

Ellos se quedaron observándose durante algunos instantes, como si se tratara de una lucha entre David y Goliat. Aunque Christian era enorme, Brad le sacaba más de veinte centímetros de estatura, y yo simplemente me quedé petrificada en el sitio, en medio de ambos.

No quería armar ningún escándalo, así que accedí bailar con Christian, y a Brad no le quedó más remedio que alejarse de la pista. «Cielos, no puedo ser tan débil, tendría que haberlo rechazado. Además, ahora va y dice que es mi novio, cuando ayer se revolcaba con otra.» Cogió mis manos para hacer que rodeasen su cuello, y empezó a moverse expertamente.

La canción era una melodía muy cadenciosa y sexy, y estaba interpretada en portugués; no entendía muy bien qué decía, pero, por las veces que esa frase se repetía, creo que el nombre de la canción era Dentu mi.

—Éste es el tango angoleño; el ritmo es un compás de cuatro por cuatro - me explicó calmadamente mientras apoyaba sus manos en mi cintura, marcándome el ritmo-; —cierra los ojos y siente lo que te marco con mis
manos, la máxima de la kizomba es: el chico siente la melodía y la chica siente al chico; copia el movimiento de mi cuerpo, pero, por supuesto, tú, hazlo más sexy.

—Éste es el tango angoleño; el ritmo es un compás de cuatro por cuatro - me explicó calmadamente mientras apoyaba sus manos en mi cintura, marcándome el ritmo-; —cierra los ojos y siente lo que te marco con mis manos, la máxima de la kizomba es: e...

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No quería hacer eso, no quería dejarle tomar el control de nuevo, pero
Christian era como una maldita aspiradora humana que absorbía mi voluntad. Lo miré embobada mientras se explicaba, con su aliento acariciando mi rostro; puso su cabeza junto a la mía y de pronto comenzó a traducirme la letra al oído. Me acarició con su nariz la mejilla y jadeó en mi oído, haciéndome estremecer.

—Ana, estás haciéndome morir por este sentimiento. —¿Qué más tengo que hacer para que comprendas lo que significas para mí? —¿Hasta cuándo me torturarás? —¿Ahora también vas usarlo a él?

Me solté de golpe y caminé hacia la zona del baño. Necesitaba huir de Christian, de sus palabras, de su atracción. Rogaba porque no me siguiera; sin embargo, antes de que pudiese perderme dentro, tiró de mí, deteniéndome. La escasa luz natural en ese lugar iluminó su rostro y vi que tenía un ojo amoratado.

—¿Qué te ha ocurrido? -Sin poder contenerme, pasé mis dedos sobre su piel y él tomó mi mano y la besó-. ¿Te has vuelto a pelear con Jack?

No me contestó. Tironeó de mí junto a él por el pasillo, hacia una puerta que decía «Prohibido el paso»; golpeó y lo dejaron entrar. El empleado que nos abrió parecía conocerlo muy bien, ya que le hizo un asentimiento de  cabeza, y también chocaron sus puños. Claro, cómo no iba a conocerlo si era el club de su amigo. Joder, eso no era una casualidad... Entonces mis pensamientos cambiaron al darme cuenta de que seguramente no era la primera vez que llevaba a una chica a la trastienda del nightclub.

¿Tú? - Lo que nunca imaginé《Christian y Ana》Libro 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora