Capítulo cinco

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Cuando el árbitro dio el pitido final, Paula supo que aquel sería un día sumamente largo. La selección argentina, que venía invicta en las eliminatorias acababa de perder el primer partido de la fase de grupos contra Arabia saudita, el equipo supuestamente débil del grupo C. La fisioterapeuta se apresuró a ir hacia los vestuarios para preparar la camilla, sabía que los ánimos de los chicos estarían por el piso y muchos elegirían masajes para relajar después de un encuentro por demás tenso.

Para ella había sido completamente injusto, los chicos habían convertido cuatro goles de los cuales tres fueron anulados por el VAR, habían sido superiores durante todo el partido, pero por desgracia no había sido suficiente.

Pocos minutos después, comenzó a sentir ruidos en los vestuarios, ruidos apagados, muy diferentes al barullo animado que había siempre después de los entrenamientos, el equipo entero estaba abatido, desconcertado.

Esperó unos minutos a que los chicos se cambiaran, el primero en golpear la puerta de la sala de masajes fue Leo, que literalmente se pateaba la cara de culo a cada paso que daba. Paula le sonrió de costado, intentando trasmitirle ánimos, especulando todo lo que podía significar para él haber perdido aquel partido.

Messi era un tipo muy autoexigente, al que no le gustaba perder y un tipo que había tenido que aguantar criticas y cuestionamientos de muchísima gente que en realidad no lo valoraba, años atrás había estado a punto de abandonar la selección argentina, cansando de las derrotas y las criticas despiadadas, pero ahí estaba todavía luchando por su patria, orgulloso siempre del país que lo había visto nacer.

En silencio, Paula comenzó a hacer su trabajo, sin animarse a decir nada por temor a meter la pata. Normalmente las sesiones de masajes con leo eran amenas, charlaban de su familia, de las anécdotas con los nenes, a veces charlaban del plantel, de lo bobos que eran el Papu y Paredes, del aparato de Rodrigo que no dejaba de llorar por los rincones porque extrañaba a su novia y alguna que otra vez leo le había hecho un comentario sobre el dibu. Pero en esos momentos Paula no sabía que decirle, nunca lo había visto así de abatido, al menos no en persona.

Finalmente, no hizo falta que ella diga nada, porque en un momento Leo se soltó con toda la bronca.

—¿Sabes que es lo que más bronca me da? —Le preguntó, girando la cabeza para poder mirarla, cosa que ella corrigió con las manos, porque podía hacerle mal— Que esto alimenta a los odiadores del plantel, le van a dar con todo al Dire, me van a dar con un caño a mi —Comenzó a enumerar con los dedos, levantando la mano para que ella pudiera verlo— Al dibu lo van a hacer mierda, todo porque tuvimos un tropiezo.

—Los de afuera siempre van a hablar sin saber, lo que importa es lo que opine la gente que te quiere, Leo. —le dijo ella, tratando de infundirle confianza. Ella era parte del plantel, sentía que tenía la responsabilidad de hacer lo que estuviera en sus manos para revertir esa situación.

Todos los chicos que jugaron el partido pasaron uno tras otro a recibir su sesión de masajes y Paula se pasó la tarde dando ánimos y recordándoles a los muchachos que no todo estaba perdido, que recién era el primer partido. Algunos con actitud más positiva como Julián, que siempre daba todo de sí, intentaban mantener el ánimo arriba, pero les estaba siendo difícil porque el ambiente general era deprimente.

—Perdón que interrumpa —Lionel Scaloni entró en la sala de masajes cuando Paula estaba terminando con Lautaro— Ah pensé que iba a estar acá, perdón

—¿Qué pasa Dire? —Preguntó Lauta, poniéndose nuevamente la camiseta.

—Estoy buscando al Dibu ¿Estuvo acá? —Preguntó, mirando a Paula.

La morocha negó, dándose cuenta de que no había visto al arquero ni siquiera en el vestuario después del partido. Scaloni se fue por donde había venido, murmurando por algo por lo bajo que Paula no llegó a entender. Lautaro se quedó el tiempo suficiente para que ella revisara sus papeles y le indicara cuales eran los ejercicios que tendría que hacer en el entrenamiento del día siguiente y se fue, dejándola sola y sumamente preocupada.

Dibujando estrellas - Emiliano Dibu MartinezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora