El día D había llegado. Esa tarde se jugaría la final del mundo y el ambiente en el vestuario del estadio era de pura concentración. No había bromas, no había gritos, los once que salían a la cancha reflexionaban mientras se ponían el uniforme, canalizando su energía para garantizar el mejor resultado posible.
Minutos antes de salir a la cancha, Leo los juntó a todos en ronda, preparado para darles una charla motivadora, no lo había pensado, no le gustaba ponerse en ese papel de dar consejos, pero sintió que el equipo lo necesitaba, ahora más que nunca.
—Estoy orgulloso de ustedes viejo, porque no somo sólo un equipo, somo una familia —comenzó, emocionado con los sentimientos que se arremolinaban en su corazón— Somo una familia hermosa, un poco rara y que todos cumplimo un papel importante. —Mientras hablaba, movía los brazos frenéticamente, señalando a cada uno de sus compañeros— quiero que salgamo a la cancha a comernos todo, que disfrutemo este último partido como si fuera el último que vayamo a jugar juntos —Existía una gran posibilidad de que aquella fuera su última participación con la selección— La verdad no me importa el resultado, para mí ya ganamos algo mucho más importante y es a nosotros, esta familia que formamo —Dijo, haciendo emocionar a todos sus compañeros— El resultado no importa, podemo ganar o podemos perder, pero lo que no les voy a perdonar es que no lo disfruten, salgan a romperla toda como ustedes saben muchacho, porque somos eternos —Hizo una pausa, para tomar aire— Acá somos veintiséis, allá en argentina son 45 millones de corazóne que laten por nosotros, viejo, 45 millones de razone para salir a darlo todo. ¡Los quiero encendido muchacho, confiemo que tenemos todo para ser campeone y salgamo a romperla toda! *
El ambiente silencioso que se había vivido minutos antes se cortó. Las palabras del capitán hicieron raíces en los corazones de los chicos, que se prendieron a la emoción de salir a jugar una final del mundo como si fuera la última oportunidad de sus vidas de jugar juntos.
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Paula no había parado de sufrir en los más de 120 minutos que se habían jugado, para que todo terminara en definición por penales. El nudo que se le había formado en el estómago se liberó, haciéndola estallar en lágrimas cuando Gonzalito Montiel hizo el gol que los coronó como campeones.
Abrazada a Daddy vio como Leo se tiraba al piso de rodillas, agradeciendo al cielo la victoria y sus compañeros se lanzaban sobre él, formando una montaña de alegría a la que, de la nada y en tiempo récord se había sumado el Kun que bajó corriendo de las gradas. Todavía cerca del arco, Emiliano también se había tirado al piso y varios compañeros se le habían tirado encima agradeciéndole, celebrando con él aquella victoria que era de todos.
Paula vio en cámara lenta como Scaloni pasaba de estado de shock a catarata de lágrimas en cuestión de un minuto, aliviado y lleno de alegría. Corrió a abrazarlo porque no podía más de felicidad y el director técnico se dejó abrazar sin saber cómo reaccionar.
Entonces lo vio, Emiliano se había levantado del piso y se acercaba caminando al resto del grupo que celebraba cerca del banco de suplentes; estaba llorando de felicidad y Paula no pudo contenerse, corrió hasta él, saltándole a los brazos sin cuidado y se lo chapó sin importarle nada ni nadie, su arquero era campeón del mundo y eso ya no se lo podían quitar y si ahora perdía su trabajo poco le importaba en ese momento.
Emiliano la abrazó con fuerza por la espalda sosteniéndola en el aire, correspondiéndole el apasionado beso que su hermosa morocha le daba. Estaba en el cielo, no podía terminar de creer que acababa de ganar la copa del mundo, cumpliendo por fin su sueño, y la euforia lo tenía desquiciado. Ella deshizo el beso, pero no el abrazo; aferrándose todavía más fuerte a su cuerpo con brazos y piernas, enterró la cara en su cuello, soltando lágrimas de felicidad.
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Dibujando estrellas - Emiliano Dibu Martinez
FanfictionEl nuevo trabajo de Paula la lleva directamente al corazón de la Scaloneta, donde tendrá que luchar con todas sus fuerzas para no dejarse llevar por lo que cierto gigante despierta en ella. ¿Podrá? ...