Capítulo Treinta

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El comité de bienvenida a Calchín que le había organizado su familia la tomó completamente por sorpresa. Le había avisado a su madre por teléfono de la nueva oferta de trabajo que tenía y Rosario se había puesto muy contenta, pero en ningún momento le había mencionado celebrar con la familia.

Sus tíos y primos habían organizado un asado la noche en la que ella llegó de buenos aires. Habían decorado el patio de la casa con luces, globos de helio y un gran cartel que rezaba felicitaciones. Poly se sintió feliz de estar nuevamente con su familia, después de su estadía en Mar Del Plata con Emiliano, los dos días que había pasado sola le resultaron extremadamente deprimentes, ella no era una chica que disfrutara de la soledad.

Su mamá, muy orgullosa de su pequeña, la abrazó ni bien puso un pie en el patio de la casa, dejando que las lágrimas corrieran por sus mejillas expresando orgullo y tristeza a partes iguales. Estaba contenta y orgullosa de los logros de su hija, pero le resultaba triste saber que Paula finalmente se marcharía del nido para volar sola.

—Mi nena se va a vivir sola... —Dijo Rosario, intentando contener un poco su llanto. Toda la vida habían sido ellas dos contra el mundo, la idea de que su hija viviera tan lejos de ella le dolía.

—Mami, tampoco es para tanto —A pesar de que se estaba haciendo la dura, a Paula se le estrujaba el corazón por abandonar a su madre, más sabiendo que Miguel estaba dando vueltas nuevamente en sus vidas.

Por suerte, después del incidente en la puerta de su casa y una noche en el calabozo, el hombre no había vuelto a molestar; pero algo en su interior le decía a Poly que no sería lo último que verían de él. Su madre la volvió a abrazar, cortándole el hilo de pensamientos y trayéndola nuevamente a la realidad.

Sus tíos y primos esperaron el turno de abrazarla y felicitarla por sus logros, siendo tan joven era impresionante el nivel que tenía y lo mucho que podía todavía crecer profesionalmente. El verdadero drama comenzó cuando Camila, Estefanía, Julián y Ramiro la secuestraron de su familia para que desembuchara todo el chisme.

—¡Contá todo! —Exclamó Camila, sentándola de prepo en una silla, para luego sentarse ella en frente— ¿Cómo es eso de que te pusiste de novia?

—Queremos el chisme, dale... —Pidió Tefi, sentándose en las piernas de su novio, Ramiro— y no dejes nada afuera.

—Los detalles sexuales dejalos a fuera por favor —Pidió Juli, tapándose los oídos como precaución.

La morocha sonrió a sus amigos y como tantas otras veces pasó a contarles con lujo de detalles, exceptuando los sexuales, como habían sido sus días con Emiliano. Les contó de sus aventuras en la playa, de los encuentros con los fanáticos y de cómo el arquero la había hecho sentir especial a cada minuto que pasaba. Los gestos románticos, el encuentro con su familia y la cena de año nuevo con el Papu y Leandro prendidos a la novela como las dos viejas chusmas que eran.

Hizo hincapié en lo dulce que siempre era con ella y la romántica y cursi forma en la que le había pedido formalizar la relación. Le encantaba ese contraste tan fuerte que había en Emiliano que podía ser dulce y romántico o un egocéntrico atrevido. Al contar todo aquello en voz alta, la morocha se dio cuenta de que una parte de su corazón no se terminaba de creer lo que le estaba pasando con el arquero y todo lo que sentía por él. Tenía dos millones de cosas pasando por su cabeza en esos momentos, su nuevo trabajo, la mudanza, la presencia de su padre, pero nada de todo eso ocupaba tanto su mente como el hecho de que el hombre que la volvía loca estaba en esos momentos a doce mil kilómetros de distancia. Ese era el efecto que tenía el gigante sobre ella, le nublaba el pensamiento por completo.

Dibujando estrellas - Emiliano Dibu MartinezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora