Capítulo Nueve

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El estrés y agotamiento mental que sentía Emiliano en esos momentos superaba cualquier expectativa que hubiese tenido. Acababa de finalizar el partido contra México, y era muchísimo lo que se jugaban, necesitaban ganar ese partido por los puntos y sobre todo por el aspecto emocional del equipo y de los 45 millones de argentinos que confiaban en ellos.

Había sido un partido tenso, difícil y con mucha presión, en un principio el equipo había estado lento, como a medio motor, pero finalmente pudieron recuperarse y el partido termino 2-0 a favor de argentina.

Dentro de todo, para el arquero había sido un buen partido, había podido evitar que convirtiera el equipo contrario y ayudado lo más posible a que sus compañeros mantuvieran siempre la ventaja, pero la presión que había sentido comenzaba a pasarle factura.

Se duchó, sin ánimos de participar de los festejos y esperó su turno para la sesión de masajes, aunque en el fondo no quería cruzarse con Paula, necesitaba aliviar la tensión de alguna forma. Cada tanto, sus compañeros se acercaban a el para felicitarlo y festejar, a lo que Emiliano contestaba con una sonrisa cansada y alguna que otra estrofa de las canciones que coreaban sus compañeros.

Cuando Paula lo llamó por fin para su turno, había pasado más de una hora y el resto de sus compañeros seguía celebrando. Aquello lo ponía feliz obviamente porque significaba que la confianza había vuelto y el equipo estaba fuerte, preparado para seguir adelante.

Se acomodó en la camilla sentado, como ella le había indicado, le tocaba masajes en los brazos, que no eran los que más le gustaban, pero en ese punto tomaría cualquier cosa. No dijo una sola palabra mientras la fisioterapeuta se preparaba y comenzaba primero con su brazo derecho.

—Estás tenso —Le dijo apenas entró en contacto con su piel— tratá de relajarte... ¿O te pone nervioso que te toque? —preguntó de manera pícara.

Enseguida se dio cuenta que el comentario había estado de más, cuando el se limitó a negar con la cabeza. Ya iban varias veces que ella se le insinuaba de forma más o menos evidente y él se hacía el desentendido.

—¿Estás bien? —preguntó, sinceramente preocupada— no parece que estés contento con la victoria...

—Obvio estoy feliz —contestó el Dibu, cerrando los ojos al sentir la presión de ella sobre su brazo— es que después del partido con Arabia me quedé con la espina de que fue mi culpa...

—Creí que habíamos hablado de esto ya...

—Si bueno pero no es tan fácil dejar de sentir como me siento —suspiró— estuve tenso todo el partido, no quería decepcionar a mis compañeros.

—No lo hiciste, te atajaste todo — Dijo Poly, mordiéndose el labio inferior— ese tiro libre que paraste, no te tembló el pulso, fue casi orgásmico.

Los ojos marrones del arquero se clavaron en ella, con las cejas levantadas por la sorpresa. Está vez Paula no había tenido intención de hacer un comentario con doble sentido, su pasión por el futbol se había hecho cargo de la situación y realmente le había parecido una atajada espectacular que cualquiera que entendiese un poco de fútbol le daría la razón, simplemente había elegido mal las palabras.

—No quise decir eso, no hablo de... —Suspiró, frustrada al ver como el se sonreía con burla— Fue una atajada espectacular, eso.

—Gracias, pero solo hago mi trabajo, no creo que merezca ovaciones por eso, siempre trato de dar lo mejor

—La falsa modestia no te queda —dijo—Creo que te prefiero arrogante, sos más sexy...

Emiliano tosió, ahogándose con su propia saliva, está vez si había sido un comentario con doble sentido y aunque parecía que Paula no había tenido explícitamente la intención de decirlo y parecía incómoda con la situación, como si hubiese confesado un secreto, Emiliano ya no sabía como responder a sus avances, mantener la distancia y al mismo tiempo que no se creara un ambiente de mala onda entre ellos.

Dibujando estrellas - Emiliano Dibu MartinezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora