Capítulo Diecinueve

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Cada noche, desde el partido contra países bajos, Emiliano había acudido a la habitación de la morocha sin falta. Y aquella noche, después de haber ganado a Croacia, pasando a la final de la copa del mundo, no había sido la excepción.

Obviamente habían cogido duro y parejo, con la emoción de palpitar la final a flor de piel, Emiliano la había hecho suya más de una vez y ahora la fisioterapeuta descansaba profundamente dormida a su lado, sin saber que él la observaba sentado en la cama abrazado a sus rodillas.

Las emociones corrían salvajes por su cuerpo en ese momento y le era imposible conciliar el sueño. Estaba a un paso, sólo un paso de conseguir el sueño de su vida por el que tanto había luchado; todos esos años de sacrificios lejos de su familia por fin estaban dando sus frutos y Emiliano no terminaba de creerse lo bien que se sentía. Estaba más ilusionado que nunca, deseoso de ser parte del equipo que llevara la copa de nuevo a Argentina y la fe que se tenía en ese momento no era infundada, sino que confiaba en su equipo en su familia.

Toda su vida había soñado con jugar un mundial usando los colores de su país, representar a argentina y llevar la gloria a su país y ahora estaba a un solo paso, un solo paso más de hacer su sueño realidad. Se sentía completo, feliz.

Miró a Paula dormir de espaldas a él, despatarrada en la cama, ocupando casi más espacio que él si eso era posible y sonrió. Lo único que le faltaba a su vida, creía haberlo encontrado en la fisioterapeuta. La morocha lo volvía loco en todos los sentidos posibles y cada minuto que pasaba con ella se daba cuenta que la atracción que sentía no solo era física, sino que se estaba enamorando de ella y eso era lo que más nervioso lo tenía en ese momento.

No tenía miedo de enfrentarse a los vigentes campeones del mundo en la final, tenía miedo de confesarle sus sentimientos a la chica que le quitaba el sueño y que ella le pisoteara el corazón.

No era boludo, tener una relación con Paula parecía imposible. Después de terminar el mundial él debería regresar a Inglaterra y ella seguramente encontraría un trabajo maravilloso que la alejaría de él para siempre. Además, ella nunca le había dado a entender que sintiera lo mismo que él ¿Qué le hacía pensar qué ella estaba interesada en tener una relación? Por eso le ponía nervioso la idea de confesarse, le tenía pánico al rechazo y eso lo hacía sentir un pelotudo.

Se recostó en el colchón boca arriba, con las manos atrás de la nuca y soltó un suspiro. Al sentirlo moverse, Paula reptó por la cama buscando su contacto, apoyando su cabeza sobre su pecho y abrazándolo con el brazo y la pierna al mismo tiempo, envolviéndolo completamente. Con el corazón apretado de felicidad, Emiliano le correspondió el abrazo y le dejó un beso en la cabeza antes de cerrar los ojos.

Tenía muy claro que pensar en el final de su aventura con Paula no era bueno para su estado mental en esos momentos, por lo que había decidido disfrutar de lo que tenían así tal cual estaba y preocuparse por lo que pasaría después, cuando llegara el momento. Tenía muy claro que la quería, pero no podía permitirse desconcentrarse. En esos momentos su único objetivo en mente debía ser la final de la copa del mundo.

Terminó por despertarse unas cuantas horas después, sabiendo que no había dormido lo suficiente y que más de uno notaría sus ojeras en el entrenamiento. Era bastante tarde para el horario normal en el que solía despertarse y a pesar de haber dormido mucho menos de lo que debía, no se sentía cansado. Se giró un poco en la cama para mirar a Paula, que seguía durmiendo ahora en posición fetal, abrazándose las rodillas. No pudo evitar sonreír con ternura al verla, se veía completamente en paz y por eso decidió dejarla dormir un poco más.

Esa mañana la tenían libre, por ser el día anterior a la final, entrenarían por la tarde, por lo que Emiliano puteó cuando miró la hora en el reloj luego de despertarse. Si bien no era temprano, era considerablemente temprano para ser el único día que podía despertarse tarde; pero con lo que le había costado quedarse dormido, sabía que le sería imposible volver a conciliar el sueño. Se deslizó fuera de la cama tratando de no despertar a su morocha y caminó hasta el baño, para darse una ducha que tanto necesitaba.

Dibujando estrellas - Emiliano Dibu MartinezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora