Capítulo Treinta y Uno

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Los días fueron pasando mientras Poly intentaba mantener su salud mental intacta, mientras al mismo tiempo organizaba una mudanza entre provincias, gestionaba su nuevo trabajo y su relación a distancia.

Habían sido semanas muy intensas para la morocha. Su vida había dado un giro de 180° y por momentos se sentía incapaz de gestionarse en esa nueva realidad.

Por un lado, estaba el hecho de vivir lejos de su familia. Por primera vez en la vida le tocaba vivir sola y si bien ella era una chica responsable, la parte de la organización era lo que le costaba; ya había pasado más de una vez que llegara la hora de la cena y se viera en la necesidad de pedir delivery por no haber planificado sus comidas un poco mejor.

Cada vez que eso pasaba pensaba en la comida de su mamá y también en Emiliano cocinando para ella, el arquero era muy organizado en todos los aspectos en los que ella fallaba, por eso se complementaban tan bien.

Después estaba el tema de estar lejos de su familia y amigos, Poly siempre había sido una chica muy social y le estaba costando pasar sus días libres completamente sola. Hablaba a diario con su mamá y sus perras del infierno, que habían prometido visitarla lo más pronto posible; incluso Camila se había inscripto en una agencia de modelos en capital y esperaba pronto comenzar a recibir ofertas de trabajos, con la idea de mudarse definitivamente a la capital y cumplir el sueño de que toda mujer tiene de adolescente: Vivir con su mejor amiga.

Lo que Poly definitivamente más disfrutaba y agradecía era su nuevo trabajo. Tener algo que hacer todos los días, incluso si eso había significado viajar a Colombia con la sub 20. Trabajar de la mano de una figura tan importante para el futbol argentino como Javier Mascherano era realmente un sueño cumplido para ella, a pesar de que ya había conocido al mejor del mundo y se seguían mutuamente en Instagram, otro pequeño logro personal que la morocha se había adjudicado.

Los muchachos de la sub-20 la habían recibido de la mejor manera, sabiendo que ella era la misma fisio que había ayudado al plantel de la selección a mantenerse en forma en el mundial. Los primeros días todos la trataban con mucho respeto, como si ella fuera una de las campeonas del mundo y sobre todo le hacían muchas preguntas sobre los jugadores y el detrás de escena, pero con el correr de los entrenamientos, comenzaron a incluirla en sus charlas cotidianas y Poly se sintió súper a gusto.

Él único problema es que aquellos chicos, talentosos, enérgicos y con muchas ganas de comerse el mundo no eran sus chicos. La Scaloneta era una sola y Paula estaba segura de que portaba una magia especial, que no podía describir con palabras. Sus 26 monos eran especiales para ella y algunos de ellos se habían convertido en verdaderos amigos que llevaría en su corazón para siempre y por supuesto estaba su arquero favorito, al que extrañaba todos los días con locura.

Quizás el aspecto más complicado de su día a día desde que Emiliano se había vuelto a Inglaterra era extrañarlo tanto todos los días, aún cuando hablaban por mensaje constantemente y hacían videollamadas casi a diario. Poly no terminaba de creerse lo enamorada que estaba del gigante, porque sí, a esas alturas ella ya se declaraba enamorada de él. Todo lo que él generaba en ella era positivo aun cuando lo extrañaba tanto, ella sabía que esos sentimientos tan fuertes solo podían significar una cosa y es que estaba enamorada de él.

El sexting y las videollamadas donde se masturbaban juntos se habían convertido en parte de su rutina, casi a diario intercambiaban mensajes subidos de tono, fotos y videos y por supuesto más de una noche se habían dormido juntos en videollamada luego de llevarse al orgasmo el uno al otro a través de la pantalla. La morocha nunca se hubiese imaginado que aquello pudiera sentirse de forma tan intensa y mucho menos que ella se vería en la situación de hacerlo porque no se aguantaba las ganas de estar con Emiliano.

Dibujando estrellas - Emiliano Dibu MartinezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora