Capítulo Veintiuno

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Lo que vino después de ganar la copa del mundo fue puro caos y descontrol. Después de dar la vuelta gloriosos con la copa y de que la totalidad de los jugadores diera una pequeña entrevista, los festejos se trasladaron a los vestuarios, donde las autoridades del mundial les habían dejado champaña para festejar y todo se volvió rápidamente un caos.

La fiesta en el complejo universitario donde se habían alojado se prologó hasta bien entrada la madrugada, tanto así que apenas habían podido dormir un par de horas antes de tener que marchar para el aeropuerto, donde los esperaba el avión de aerolíneas argentinas que los llevaría gloriosos de nuevo a su tierra natal.

El nivel de alcohol en sangre que manejaba la totalidad de la scaloneta no tenía nombre, simplemente se habían dejado llevar por la euforia, comenzando con el champagne que les habían dado las autoridades de la FIFA para celebrar el triunfo y siguiendo con cualquier cantidad de cerveza y otras bebidas que Paula no sabía ni siquiera de donde habían sacado.

En el avión, los chicos se animaron a cantar una nueva versión de la tan escuchada ahora nos volvimos a ilusionar, adaptando la letra para gritar a quien quisiera escuchar que argentina había ganado su tercera copa del mundo.

Finalmente, luego de un par de horas en los que los cantos y gritos eufóricos siguieron, la mayoría cayó rendido por el sueño y el avión quedó casi en completo silencio. Paula estaba recostada sobre el pecho de Emiliano, que dormía con la mejilla apoyada en su cabeza y los brazos alrededor de su cuerpo. Por la euforia del momento, Paula no había podido responder a la declaración de Emiliano, le había dicho que la quería y ella no sabía que pensar de todo eso.

Se dedicó a dibujarle con el dedo estrellitas en el pecho, sonriendo como una pelotuda al pensar que aquel grandote no era cualquier campeón del mundo, sino que era su campeón.

Al llegar a Argentina los esperaba un micro al que le habían quitado el techo para poder pasearlos por la ciudad, festejando con las más de cinco millones de personas que habían salido a la calle para recibirlos, era una locura.

—Suerte, se me cuidan eh —Les dijo ella desde abajo.

—No, no, no nada de suerte —Se quejó Leandro al ver que ella no había subido— Otamendi arreglame esto por favor

El morocho defensor, caminó hasta donde la Fisioterapeuta se estaba despidiendo y la agarró por las piernas, sosteniéndola lo más alto posible. Sin mucho esfuerzo, la acercó hasta el borde del micro donde Leandro y Emiliano la atajaron de los brazos para subirla de prepo a la parte de arriba. Cuando estuvo segura con los pies en el piso, Emiliano le encajó un beso

—Vos venís con nosotros, reina —le dijo Emiliano, apretándole el culo sin importarle nada. Ya los había visto el mundo entero y no había motivos para seguir ocultándose.

Scaloni, que para ese momento ya había tomado bastante, se acercó a ellos y tomándolos de la nuca los miró serio.

—Me mintieron los dos —Dijo, parecía molesto— Pero somos campeones y me chupa todo un huevo —les sonrió casi como un desquiciado y haciendo presión en sus nucas les acercó la cara para que se besaran— A ver, cojan

Ambos soltaron una sonora carcajada cuando el DT salió corriendo hasta la otra punta del micro, donde Messi se había acomodado, listo para salir. Era un alivio no tener que esconderse, porque Emiliano ya no se sentía capaz de estar alejado de su morocha por mucho tiempo. Terminó por besarla con pasión, justo cuando el micro arrancaba su recorrido.

Muy pronto se hizo evidente que la euforia de los argentinos se igualaba con la del plantel completo. La copa iba de un lado para otro, como la protagonista absoluta de los festejos y el pedo místico que se habían agarrado todos era hermoso, más que merecido después de un mes de esfuerzo y dedicación.

Dibujando estrellas - Emiliano Dibu MartinezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora