Capítulo Cuarenta y cuatro

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El estadio único madre de ciudades era una fiesta llena de emociones. El partido contra curazao había sido literalmente una goleada, terminando con el glorioso 7-0. Poly estaba casi afónica de tanto que había gritado los goles y feliz de haber podido festejar con su gigante arquero los últimos minutos. Scaloni había prescindido del arquero campeón del mundo en favor de uno de sus suplentes, Franco Armani.

A pesar de no estar en el campo, Emiliano estaba disfrutando del ambiente festivo y la alegría de los últimos minutos del partido junto a su novia y el resto de los compañeros de equipo. Pocas veces le había tocado vivir un partido de la selección desde el banco de suplentes y era toda una aventura de euforia en esos momentos, sobre todo por el grandioso resultado.

Después del pitido final, el arquero de la camiseta 23, se separó del grupo y de su novia, para ir a celebrar con el resto de los jugadores en el centro del estadio. Poly lo miró alejarse completamente enamorada de él, observando como la camiseta, apenas traspirada, se le pegaba a la espalda marcándole todos los músculos. Lo único que quería en ese momento era abrazarlo y felicitarlo por todo.

En el caos de los festejos, Paula se vio levantada en hombros varias veces, riéndose a carcajadas de las ocurrencias de sus amigos. Algunos jugadores de otras ligas habían irrumpido en el estadio y ahora se sumaban a la fiesta albiceleste, entre ellos, Paula pudo distinguir a sus chicos de la sub20, haciéndose un lugar en el pogo.

— Que partidazo

Escuchó que alguien le decía por detrás, al girarse se encontró cara a cara con Federico, que le sonreía alegremente. Se abrazaron fugazmente, sin contener la euforia de la aplastante victoria y cuando Paula se giró para marcharse a buscar a Julián, sintió como Federico la sujetaba con firmeza del brazo, haciéndola girar para mirarlo de frente.

Con una sonrisa nerviosa, intentó liberarse del agarre, pero Federico la atrajo hacia él y le plantó un beso de forma repentina y sin permiso.

Paula se sintió sorprendida y aturdida por aquel beso inesperado. Sentía los labios de federico moverse sobre los suyos, llenándola de baba y aunque lo intentaba con todas sus fuerzas, no podía apartarse porque el rubio la tenía bien sujeta con firmeza. Lo único que podía escuchar eran los gritos de algunos de sus amigos alrededor y de pronto todo se puso negro, cuando alguien apartó a Federico de un tirón, desestabilizándola por completo.

Lo único que Paula pudo ver en ese momento fue a varios de los chicos empujando a Federico lejos de ella y a Emiliano que observaba la situación como en shock. Cuando sus miradas se cruzaron, paula sintió vacío.

Con una expresión de furia tatuada en el rostro, el arquero de la selección se abrió pasó entre los compañeros que intentaban calmarlo y corrió hacia Federico. Antes de que alguien pudiera detenerlo, Emiliano le enterró el puño en la cara al arquerito, que retrocedió varios pasos por la fuerza del impacto. Todo fue caos y confusión, jugadores y cuerpo técnico intentando separar a los dos arqueros, mientras Paula intentaba llegar a Emiliano y que pudiera escucharla.

Luego de unos momentos de caos, el resto de los jugadores fueron capaces de llevarse a Federico. Emiliano, con el rostro enrojecido de ira, miró a su alrededor y comenzó a alejarse del estadio, sin dar explicaciones y dejando a Paula echa un manojo de nervios y angustia.

— ¡Amor! —Lo llamó ella, corriendo detrás de él— ¿Estás bien? ¡Emi!

Paula intentaba llamar su atención, pero el arquero no parecía dispuesto a escucharla. Seguía alejándose de ella a pasos agigantados, obligándola a correr para poder seguirle el ritmo.

— Emiliano por favor, pará —Rogó ella, cansada de perseguirle— ¿Estás bien?

— Paula dejame solo —Le pidió, deteniendo la marcha pero sin voltearse a verla— No quiero hablar ahora, quiero estar solo.

Dibujando estrellas - Emiliano Dibu MartinezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora