𝙋𝙍𝙊𝙇𝙊𝙂𝙐𝙀

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Mayo 2017

Sus ojos brillosos no se despegaron de los de su padre, una parte de ella deseaba escuchar que todo era una simple broma de mal gusto.

Leonardo Monroy se mantuvo firme ante ella, con ese semblante serio que ahora le resultaba de lo más detestable, se giró hacia su madre esperando que hablara.

Ángela al sentirse observada giró el rostro a otra parte que no fueran los ojos llorosos de su hija.

— Fuimos pacientes contigo, Paulette, te dijimos muy claro que debías elegir una carrera decente no esas idioteces.

Ni siquiera era capaz de responder ante las palabras crueles que su padre decía, el nudo en su garganta solo creció hasta que un sollozo ahogado anunció su sentir.

— No son idioteces, papá. Me gusta estudiar ahí, es lo que yo quiero hacer. — el patriarca de la familia Monroy Camarena rió con sorna.

— ¿Música? ¿artes? ¿eso de qué te va a servir? solo te ganarás morir de hambre.

No entendía el cambio tan brusco en su caracter, hace unos días incluso la había invitado a cenar con él fuera de casa, manteniendo su ilusión de mejorar su relación padre-hija.

Las lágrimas cayeron humedeciendo sus mejillas, la sala era inundada bajo el sonido de sus sollozos.

— ¿Ahora lloras? parece que es lo único que sabes hacer, Paulette. Pero esto es mi culpa, por haberte dado suficientes libertades. Date cuenta, no naciste para eso. — la menor negó rogando internamente por qué su padre dejara de hablarle de esa forma, pero parecía ser que entre más lo anhelaba más lo atraía.

— Todo sería más fácil si no hubieras fracasado en la gimnasia. — en ese momento todo se silenció.

Escuchó a su madre reprenderlo por haberle recordado aquello, no terminó de oir todo a causa del pitido agudo taladrando sus oídos.

Sentía su pecho arder, el aire entraba con dificultad y ni siquiera se quedaba en sus pulmones el tiempo adecuado.

No podía respirar.

De pronto se vio así misma soñando despierta en aquel momento: el dolor de las serias fracturas, la impotencia de no poder hacer al menos una pirueta sin caer de mala forma, y el miedo de volver a lastimarse.

No supo cuánto tiempo se quedó pensando en ello, una vez que su respiración se normalizó se levantó del sillón encarando a su padre.

— Lamento ser una deshonra para tu familia —. no supo de donde reunió todo ese valor para atreverse a responderle a su padre, la cara de Leonardo se volvió un poema difícil de descifrar.

A paso feroz caminó hacia la salida, tal vez podría verse como un berrinche pero solo ella sabía el verdadero infierno detrás de esa vida perfecta que todos anhelaban.

— Si sales por esa puerta puedes olvidarte de quién es tu padre, Paulette. — una vez más, su madre le reprendió.

— No creo que sea tan difícil, al final de cuentas nunca estuviste para mí.

𝙎𝙏𝘼𝙍𝙍𝙔 𝙀𝙔𝙀𝙎        ━━━━ 𝖣𝗂𝖾𝗀𝗈 𝖫𝖺𝗂𝗇𝖾𝗓  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora