Aquella mañana se levantó con un fuerte entumecimiento en su brazo izquierdo y un leve dolor en el cuello, eso obtenía por dormir chueca y dejar que la flojera le ganara como para no acomodarse correctamente.
A pesar de su mala postura al dormir se sentía increíblemente aliviada por haber cumplido un día más sin crisis emocionales, las sesiones en el psicólogo estaban dando frutos y si tenía suerte no volvería a experimentar otro ataque de ansiedad en lo que le quedaba de vida.
Era temprano y en vista de que Angi aún no despertaba decidió preparar hotcakes para que ambas desayunaran.
No había terminado de preparar la mezcla cuando tocaron el timbre y al abrir se encontro a los dos castaños sonrientes, así que lo que empezó como receta de hotcakes para dos personas terminó siendo para cuatro.
— ¿Cuándo nos lo vas a presentar? —. la entusiasta voz de su amiga le hizo resoplar.
— ¿Es guapo? —. preguntó Edson con un notable tono coqueto y burlesco en su voz.
— No es un viejito mañoso, ¿verdad, Lina? —. fue ahora el turno de Diego por preguntar, sacándole una fuerte risa a los dos anteriores.
Alina terminó de voltear el último hotcake y se giró a verlos con la espátula en la mano.
Debió de quedarse callada en lugar de contarle a Angi sobre el agradable chico que había conocido mientras paseaba, si solo ella hubiera escuchado sabía que sería más fácil terminar de responderle sus dudas.
Por desgracia aquel día que regresó al departamento su amiga la bombardeó con preguntas normales como el lugar donde estaba, por qué no la había invitado a salir con ella y también si se encontraba bien, todo iba de lo más normal hasta que a Alina se le escapó mencionarle el nombre de Sebastián y ahí fue cuando vio a Edson y Diego salir de la cocina con la boca llena de palomitas preguntando quién era ese pendejo.
Ya habían pasado dos semanas y su tres chismosos amigos seguían llenándola de preguntas sobre él, parecía como si nunca lo fueran a superar.
— No sé, no lo conozco mucho; sí, es muy guapo; y no, no es un viejito mañoso, Diego —. respondió enumerando cada respuesta con sus dedos. — Ya les he dicho muchas veces que solo me invitó un helado, no es nada del otro mundo.
— No lo es, tienes razón —. dijo Diego llevándose a la boca un trozo de hotcake.
— La cuestión aquí es que aceptaste, Alina.
— Ya me imagino lo guapo que debe de ser como para que Alina lo haya aceptado —. los tres se giraron a ver a Edson, quien se encogió de hombros mientras se servía otro hotcake en su plato. — ¿Qué? ¿un hombre no puede reconocer abiertamente la hermosura de otro hombre? no sabía que eran de mente tan cerrada.
— Ok ya, pero suponiendo que él y tú vuelvan a verse y empiecen a tener algo debes de prevenirnos para que nosotros sepamos bien a qué nos enfrentamos.
— Sebastián es lindo, es todo lo que puedo decir. Es muy amable, no creo que tengan algún problema con él —. se encogió de hombros volteándose para sacar el hotcake del sartén y apagar la estufa.
— O sea que sí lo vamos a conocer.
— ¡Ay por Dios es el primer chico que vendrá contigo! —. chilló Angi con emoción mientras daba leves manotazos en el brazo de Edson.
— Ya déjenla en paz, Lina ya aclaró la situación con el wey ese —. Diego se levantó para servirse más agua caliente y poder prepararse otro café. Alina le sonrió en agradecimiento.
— Bueno yo los dejo, si llego tarde me corren —. besó la mejilla de su amiga y le dio un abrazo por los hombros en un gesto muy común para ambas. — Si quieres más ahí está todo para que puedas preparartelos —. le dijo a Edson para después dejar un beso en su mejilla.
Iba a despedirse de Diego pero él negó dándole un trago a su café y dejando su taza en el fregadero. — Yo te llevo tengo que pasar a recoger unas cosas y si no voy ahorita después me va a dar flojera —. Alina asintió y salió de la cocina junto con su amigo.
Odiaba el tráfico que se generaba todas las mañanas cerca de la cafetería siempre estaba por uno o dos minutos de retraso en su hora de llegada pero por suerte ese día llegó justo a tiempo logrando evadir una de las acostumbradas quejas de su compañero malhumorado y de su jefa que con frecuencia tenía ligeros ataques de histeria.
Atendió al señor Manuel quien llegó más tarde de lo habitual y aprovechó para platicar brevemente con él preguntándole cómo se encontraba, siendo recibida con esa sonrisa fraternal que le tranquilizaba; el anciano sabía que ese trabajo no le agradaba del todo a Alina por lo que siempre se encargaba de darle un par de palabras de aliento para que su día dejara de ser tan gris.
— Ese muchachito de allá no ha dejado de verte en el tiempo que llevas aquí conmigo. ¿Es algo tuyo? —. Alina frunció el ceño buscando de manera disimulada con la mirada entre las personas a aquel joven que el señor Manuel había mencionado.
Su vista fue a dar hasta una de las mesas cerca de la pared derecha y pudo reconocerlo en cuanto lo vio. — Por la cara que hiciste puedo imaginarme que sí lo conoces. Vé con él, hija.
— Disfrute su desayuno, abuelo —. se retiró con una amable sonrisa y caminó hacia el joven de rizos.
— Quería hablarte desde hace un rato pero estabas muy entretenida y sentí que iba a ser grosero de mi parte. ¿Cómo estás, Ali? —. mostraba un genuino interés en ella viéndola con una sonrisa y una atención que la cohibía un poco.
— Bueno... dormí toda chueca y casi llego tarde, pero estoy bien ¿tú qué tal estás? ¿ya te tomaron tu orden?
Sebastián García era un muchacho de esos que Alina reconocía como alma libre.
A sus 18 años ya había viajado a diversos lugares a causa de su trabajo, él le aseguró que le encantaba conocer lugares nuevos y llevarse un buen recuerdo de cada uno de ellos; sin embargo también deseaba poder asentarse en un solo lugar por más tiempo aunque sabía que al hacerlo se generaría un apego y le sería más difícil alejarse de ahí.
Era una persona bondadosa y gracias al paseo que ambos dieron de imprevisto se dieron cuenta de las tantas cosas que tenían en común, eso generó una amplia curiosidad y confianza en Alina.
Ciertamente eso los orilló a conectar de una forma muy bonita, claro que esa conexión no fue tan instantánea como lo había sido con Edson y Diego, ni mucho menos con Angi.
Esperaba tener la oportunidad de conocerlo más, desde que se conocieron solo habían estado enviándose mensajes contándose cómo había estado su día, memes ocasionales o algunos chismes en los que los protagonistas eran personas que ninguno de los dos conocía pero resultaban divertidos.
— ¿Qué vas a hacer el sábado, Ali?
— No lo sé, descansar creo ¿por qué?
— ¿Te gustaría salir a algún lado? podemos ir al cine, a comer; o al cine y luego a comer —. dijo soltando una leve risa al final de su oración, era notable que estaba nervioso.
Alina lo pensó.
¿Qué podría salir mal si aceptaba?
Ambos se llevaban bien y ya había visto que Sebastián era un joven respetuoso, y aunque la joven no estuviera buscando algún amorío existía la posibilidad de irse a otra cita y así consecutivamente hasta llegar a verse relacionados de una forma más sentimental; por otro lado, si ambos no congeniaban de esa manera estaba segura que al menos podrían ser buenos amigos.
— Me encantaría.
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𝙎𝙏𝘼𝙍𝙍𝙔 𝙀𝙔𝙀𝙎 ━━━━ 𝖣𝗂𝖾𝗀𝗈 𝖫𝖺𝗂𝗇𝖾𝗓
Diversos❝ 𝘊𝘶𝘢𝘯𝘥𝘰 𝘦𝘭𝘭𝘢 𝘳𝘪𝘦 𝘵𝘪𝘦𝘯𝘦 𝘦𝘭 𝘱𝘰𝘥𝘦𝘳 𝘥𝘦 𝘶𝘯 𝘯𝘪𝘯̃𝘰 𝘦𝘯 𝘴𝘶𝘴 𝘰𝘫𝘰𝘴 ❞ ● 𝐡𝐨𝐧𝐞𝐦𝐨𝐧 𝟐𝟎𝟐𝟐 En curso. Prohibido adaptar. Vota, comenta y hazme saber tu opinión. 𓄹𓈒 𑑛 𝐀𝐥𝐭𝐡𝐞𝐚