✎ ⁞ 𝟯 𝟳◞

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Se sentó en el lado libre de la cama, junto a él y lo movió con delicadeza esperando a que se despertara.

Fracasó rotundamente en el intento.

— Ya párate, ándale —. murmuró lo suficientemente audible para que él la escuchara. Dio un rápido vistazo a la puerta y se acomodó sobre él, logrando percibir una sutil sonrisa en su rostro cuando se sentó sobre su cadera y, en vista de que el castaño no hizo caso a su petición, empezó a dejar diminutos besos sobre sus mejillas y su nariz sacándole una leve risa gutural.
— Diego, no seas flojo.

Sin poder ni querer evitarlo, una sonrisa embobada comenzó a dibujarse sobre sus labios cuando se encontró a sí misma mirándolo dormir, con una atención que no había prestado jamás.

Se tomó todo el tiempo necesario para observar cada facción y marca sobre su rostro: inició desde la cicatriz de su frente, sobre sus cejas pobladas y definidas que muchas veces fruncía al estar concentrado o cuando algo le molestaba; debido a sus ojos cerrados, no pudo apreciar el hermoso color café que sus iris poseían, el derecho sutilmente más claro que el izquierdo.

Miró sus pestañas oscuras, de un tamaño ni largo ni corto; bajó hasta encontrar los dos pequeños lunares debajo de su ojo izquierdo, uno más retirado del otro que parecía que formaban una diagonal y el lunar solitario en su pómulo nunca pasaba desapercibido.

Descendió su vista hasta sus labios, suaves y de un tono rosado bastante lindo. Le gustaban las muecas que hacía cada que algo le desagradaba y también la forma en que sus comisuras se estiraban hacia los lados cuando se reía pero, sin duda alguna, le encantaba más sentirlos sobre su mejilla o sus labios cuando Diego la besaba sorpresivamente, sacándole infinidad de sonrisas.

—  Cinco minutitos más, preciosa, por favor —. pidió en voz baja y ronca debido a las largas horas sin hablar durante su pacífico descanso.

Alina se rindió permitiendo que el moreno la enrollara con sus brazos, pegándola completamente a su pecho e intentando recuperar su sueño. Se quedó en completo silencio escuchando el casi inaudible sonido de su respiración junto al palpito calmado de su corazón, nada apresurado, y sintiendo también el liviano movimiento de su pecho subiendo y bajando en un ritmo sereno, relajado.

Lo sintió removerse para apretar su agarre alrededor de su cuerpo, acariciando con suavidad su espalda, justo unos centímetros por debajo de su nuca; cayó rendida ante su cálido tacto, no tenía caso seguir insistiendo teniendo en cuenta que Diego se tomaba muy en serio lo de completar adecuadamente sus horas de sueño y no lo culpaba, como deportista de alto rendimiento era indispensable descansar lo mejor posible.

Acomodó su cabeza en el hueco entre su hombro y su cuello y cerró los ojos sacándole una leve risa cuando le hizo cosquillas al suspirar contra su piel, llevó una de sus manos hasta el cabello de su novio, regalándole un sinfín de mimos como él lo hacía con ella cuando estaba cansada.

Amaba la tranquilidad que Diego siempre lograba transmitirle, a su lado se sentía segura, protegida. Tal vez esa era la razón por la que se dormía tan rápido cuando estaba con él.

Bajó su mano por su mejilla hasta llegar al otro lado de su cuello donde, con su dedo índice, trazó una serie de caricias haciéndolo suspirar.

El castaño se giró un poco, quedando de costado. En ningún momento soltó el agarre de su cintura, lo cual le ayudó a terminar de abrazarla de una forma más cómoda para ambos.

— Amor, se te va a hacer tarde —. como por arte de magia, Diego rompió la cercanía entre ambos al separarse abruptamente de ella, mirándola con una expresión que Alina fue incapaz de descifrar. — ¿Qué? —. preguntó viéndolo confundida ante su repentino cambio de postura.

𝙎𝙏𝘼𝙍𝙍𝙔 𝙀𝙔𝙀𝙎        ━━━━ 𝖣𝗂𝖾𝗀𝗈 𝖫𝖺𝗂𝗇𝖾𝗓  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora