✎ ⁞ 𝟰 𝟯◞

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Apoyó su mentón sobre la palma de su mano sin despegar la vista de la pantalla frente a ella aún sin poder decidirse por cuál pelicula vería.

Gran parte del día anterior se la pasó trabajando en el Barra Negra y, aunque le encantaba estar ahí, se sentía increíblemente agotada; creyó que el día siguiente podría aprovecharlo para descansar y relajarse en casa sin hacer nada para reponer toda su energía, incluso tomó en cuenta empezar a ver alguna serie para matar el rato pero solo necesitó una razón para olvidarse de aquella idea.

Sebastián la llamó cerca de las cinco de la mañana, sacándola de su pacífico y lindo sueño ¿cómo se atrevía a despertarla tan temprano?

Podría haberle reprochado, o hasta insultado, por hacerle semejante barbaridad pero no lo hizo, pues el rizado se escuchaba notablemente preocupado del otro lado de la línea.

Los últimos dos días, Sebastián había estado cuidando a su prima de seis años ya que su madre tuvo que salir de emergencia por un asunto laboral y él no dudó ni un solo segundo en aceptar cuidarla.

Todo marchaba de maravilla hasta que lo llamaron para darle la noticia de que una compañía tenía interés en realizarle una propuesta de trabajo y, aunque tenía sus dudas, accedió a ir a esa reunión para saber exactamente de qué se trataba; después de todo, no era tan común recibir llamadas tan importantes de la noche a la mañana.

Y ahora se encontraba en un enorme dilema: ¿con quién podría dejar a su prima?

No podía viajar con ella y traerla de un lado para otro, no era lo adecuado para una niña y dejarla con Rodrigo, su hermano, tampoco era una opción pues él era bastante distraído como para cuidarla; finalmente, sus opciones se redujeron a su amiga.

Alina aceptó sin titubear ¿cómo podría negarse a ello? era su amigo y lo ayudaría en todo lo que pudiera.

Estaba consciente del núcleo familiar de la prima de Sebastián, él mismo se había encargado de mantenerla al tanto ya que la situación no era la mejor.

Andrea, la tía de Sebastián, mantenía largas jornadas laborales para lograr sacar adelante a su hija, recibiendo apoyo económico y moral por parte de su hermano mayor, el padre de su amigo.

Adrián nunca se negaba a llevarla a algún lado o cuidarla, le gustaba consentirla y aprovechaba cada momento para recordarle lo especial que era. 

Tanto Sebastián como Rodrigo consideraban a la pequeña Lili como su hermana menor y no como su prima.

Para ellos era sumamente importante protegerla de todo, sobretodo del imbécil de su padre quien curiosamente solo se acordaba de ella cada que necesitaba un favor.

El timbre de la puerta la desconcentró de su búsqueda en la plataforma de streaming y se levantó del sillón para abrir la puerta, al hacerlo se encontró con una niña pequeña y por el bonito color verde en sus ojos supo que se trataba de Liliana.

Era muy parecida a Sebastián, incluso compartían el mismo lunar en la mejilla izquierda y su cabello también era rizado, de un color castaño claro que en el Sol se veía como dorado.

La niña se quedó de pie frente a ella, mirándola con una tímida sonrisa como si estuviese pensando exactamente qué decir o qué hacer para presentarse, no acostumbraba a conocer personas nuevas, a excepción de sus compañeros de la escuela.

— Ali, perdón por no avisarte a qué hora vendríamos —. se disculpó el rizado subiendo los dos escalones de la entrada en una sola zancada.
— ¿Podrías prestarme tu cubito ese para cargar mi celular? me quedé sin pila.

— Está en mi cuarto, en el cajón de mi buró del lado izquierdo —. el más alto sonrió agradeciendo y entró a la casa subiendo rápidamente las escaleras hasta llegar a la habitación de Alina. La joven lo siguió con la mirada y luego se giró hacia la prima de Sebastián.
— No es divertido pararte temprano los sábados ¿verdad?

— No, no es bonito —. respondió la pequeña en tono suave, Alina le sonrió y la invitó a sentarse en el sillón.
— Sebas me dijo que tú vas a cuidarme.

— ¿Y tú estás de acuerdo con eso? —. preguntó sentándose a su lado.

Para Alina era indispensable que Lili se sintiera en confianza y estuviera cómoda en todo momento, no le gustaba la idea de que se sintiera obligada o presionada, como si no tuviera otra opción.

La pequeña asintió regalándole una sonrisa tímida y por un breve instante, Alina pudo verse reflejada a sí misma a través de la menor, recordando cuando era más pequeña, de su edad.

— Ya lo hallé —. dijo Sebastián cuando terminó de bajar las escaleras, compartió una mirada con Lili y sin decir nada la abrazó alzándola del suelo. — Portate bien, princesa —. Alina tuvo que morderse el interior de las mejillas para no comentar algo que pudiera romper ese tierno escenario, aunque por dentro estaba muriéndose de ternura por la forma tan dulce con la que su amigo le hablaba a la menor. — Ali, yo...

— Estará bien, Sebas , no tienes que preocuparte —. la joven lo tomó de las manos dándole una mirada tranquilizante y lo abrazó por el abdomen. — La cuidaré bien —. el de ojos verdes le sonrió y dejó un beso en su cabeza.

— No le des tanto azúcar en la noche, se pone como remolino —. bromeó viendo de reojo a la menor, quien negó de forma graciosa para hacerle saber que estaba en desacuerdo.

— Ya tengo práctica con Angi —. contestó sacándole una leve risa.
— Además, estoy segura de que a Lili no le molestara ayudarme a hacer hotcakes para desayunar ¿o sí?

Tras escuchar aquello, los ojos de Lili brillaron de emoción. — ¿Puedo? Sebas es un gruñón y no me deja ayudarlo, por eso siempre se le queman —. el rizado la observó con una expresión de molestia fingida mientras que Alina soltó una fuerte risa ante la confesión de la pequeña.

— Traidora —. le dijo haciéndola reír, la atrapó con sus brazos para darle un último abrazo antes de irse, la extrañaría mucho pero sabía que estaba en buenas manos.

Sebastián se giró hacia Alina y le dio un fuerte abrazo, agradeciendo una vez más a su amiga por aquel favor enorme que le hacía. — Suerte —. murmuró ella poniéndose de puntillas para alcanzar a dejar un corto beso en su mejilla.

Alina y Lili lo despidieron frente a la puerta de la casa y no se metieron hasta que perdieron de vista el auto negro del rizado.

— ¿Podemos echarle chispitas a los hotcakes? —. preguntó la menor cuando volvieron a entrar a la sala, sintiendo la calidez de la habitación.

— Todas las que quieras —. respondió Alina con una sonrisa amable, siendo sorprendida por Lili al agarrarla de la mano, guiándola con entusiasmo hasta la cocina.

Ese simple gesto fue suficiente para que aquella pequeña niña se metiera en lo más profundo de su corazón, ganándoselo por completo en cada sonrisa y comentario dulce que le hacía.

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𝙎𝙏𝘼𝙍𝙍𝙔 𝙀𝙔𝙀𝙎        ━━━━ 𝖣𝗂𝖾𝗀𝗈 𝖫𝖺𝗂𝗇𝖾𝗓  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora