𝙎𝙏𝘼𝙍𝙍𝙔 𝙀𝙔𝙀𝙎 ━━━━ 𝖣𝗂𝖾𝗀𝗈 𝖫𝖺𝗂𝗇𝖾𝗓

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— ¿Tú qué opinas? —. preguntó de manera distraída al mismo tiempo que miraba detenidamente su reflejo en el espejo de cuerpo completo que Diego le había ayudado a colocar en la pared, de haberlo hecho ella seguramente lo habría roto antes de siquiera acomodarlo como quería.

Alina se dio por vencida al no poder formular su propia opinión sobre el atuendo que llevaba puesto, se dio la media vuelta sobre sus talones para ver al moreno a medio recostar en la cama, valiéndose de sus codos detrás de la espalda a forma de apoyo, contemplándola por un largo minuto, completamente atónito.

— ¿Diego? —. insistió con una sonrisa ladina, mostrando la diversión que le daba el verlo mirarla de esa manera.

— ¿Qué? ah sí, es... —. en serio se estaba esforzando en buscar las palabras apropiadas ante la pregunta de su novia.

Sí, ese vestido se le veía increíble.

Sus ojos descendieron con lentitud observando cada curva del cuerpo de su novia, sin ninguna pizca de decencia, que se acentuaba más gracias al corte tubo del hermoso vestido de brillante y profundo color negro satinado que resaltaba su piel. 

Al llegar a la altura de sus caderas su mente se nubló por un segundo y al siguiente ya se había imaginado un escenario bastante detallado en el que esa prenda terminaba completamente olvidada ocupando algún lugar sobre el piso de la habitación.

Una sonrisa traviesa se asomó fugazmente en sus comisuras, se aclaró la garganta deshaciéndose de aquella imagen mental que acaparó cada rincón de su cabeza momentáneamente. — Está muy bonito, amor. Se te vé precioso —. admitió con seguridad, regalándole una sonrisa sincera para hacerle saber que decía la verdad.

Constantemente se regañaba a sí mismo por pensar en su novia en contextos bastante subidos de tono pues, a pesar de que le encantaba hacerlo, no podía evitar sentirse mal al pensar en que posiblemente la estaba sexualizando, aunque no lo hacía en absoluto.

Solamente era él con las hormonas alborotadas.

El corazón de Alina dio un brinco al notar la mirada oscurecida que el castaño le regaló, sintiéndose de pronto más pequeña de lo que era cuando Diego se levantó para acercarse a ella y observar el vestido con mayor facilidad; sus ojos recorrieron cualquier lugar de la habitación que no fueran los ojos o el rostro de su novio, conteniendo un suspiro al ver por inercia las manos del moreno palpar la suave tela de la prenda justamente en el hueso de su cadera.

— ¿A ti te gusta cómo se te vé? —. preguntó en voz baja buscando los ojos de su novia en un movimiento cómico que realizó con su cabeza sacándole una leve risa, ella asintió atreviéndose a mirarlo fijamente como él lo hacía. — ¿Te sientes cómoda? —. volvió a asentir. — Entonces no entiendo cuál es el problema, si te gusta cómo se vé solo úsalo y ya.

— ¿Seguro que se vé bien? —. cuestionó una vez más, insegura.

El castaño asintió y acuñó sus mejillas con sus manos para repartir incontables besos cortos y tiernos en los labios de su novia que aún estaban ligeramente rojizos por el intenso contacto que habían tenido hace unos instantes.

Ambos aprovecharon la distracción de sus invitados para escabullirse hasta la habitación de Alina y estar a solas aunque fuese unos minutos olvidándose por completo de los pleitos constantes entre Edson y Angi, la ojiverde no dejaba pasar la oportunidad de molestarlo por haber estado llorando como Magdalena los últimos dos días; gracias al cielo, Sebastián y Sofía también estaban presentes y ellos podían encargarse de la situación, o al menos eso creían.

El moreno sonrió al notar el casi imperceptible color carmesí en sus pómulos, llenándose de tanta ternura que no pudo contenerse al estrecharla entre sus brazos, pegándola a su pecho y sacándole un jadeo al haberla tomado por sorpresa en aquel beso pasional y necesitado.