Estaba segura que llevaba más de dos hora sentada sin hacer nada más que observar las rosas que Diego le había regalado hace tres días. Seguían tal cual como se las dio, incluso se atrevía a afirmar que se pusieron mucho más bonitas, más vivas.
No era para menos el que estuviera embobada con ese detalle, nadie nunca le había regalado flores a excepción de su abuela que siempre que la visitaba le llevaba alguna planta exótica de origen extranjero que pudiera cuidar y ver crecer. Claro que aquello no era para nada del agrado de su madre quien decía que teniendo eso dentro de casa solo provocaría que hubieran insectos; y ni hablar de su padre, él en cuanto veía una maceta la tomaba y se la regresaba a la abuela sin importarle la tristeza de su hija al arrebatarle algo tan simple pero significativo.
Suspiró sintiendo sus ojos empezar a aguarse, los cerro. No quería llorar, llevaba mucho tiempo trabajando en su salud mental como para tirar todo su esfuerzo por la borda.
Inhaló y exhaló con lentitud en un ejercicio de respiración que su psicóloga le enseñó como principal método para evitar el estrés y la ansiedad, parecía ridículo pero muy eficiente; o lo era hasta que la imagen de sus progenitores llegó a su mente y empezó a cuestionarse sobre ellos.
¿Qué estarían haciendo sus padres en ese momento?
Leonardo Monroy, su padre, era dueño de un prestigioso bufete de abogados con una demanda ridículamente alta por lo que seguramente estaría de viaje, estudiando o defendiendo algún caso legal de máxima importancia; era un abogado muy reconocido no solo a nivel nacional pues cualquier caso que aceptaba, lo ganaba, y destrozaba sin piedad alguna a la contraparte, su carácter fuerte e imponente contribuyeron a ganarse un respeto envidiable que la mayoría de sus colegas, por no decir todos, deseaban.
Ángela Camarena, su madre, tenía un doctorado en Negocios Internacionales y formaba parte de la Embajada de los Estados Unidos en Bagdad, Irak, por lo que era bastante común verla formando parte de la toma de decisiones sobre asuntos importantes en cuanto al comercio entre naciones; dicho trabajo demandaba mucho tiempo fuera de casa, por obvias razones, y le obligaba a estar en constante movimiento resolviendo problemáticas o planificando estrategias para un desarrollo e intercambio más óptimo.
Gracias al trabajo de sus padres Alina nació, como dirían algunas personas, en cuna de oro. Cursó sus estudios en una de las escuelas de paga más prestigiosas en la que el nivel de educación estaba a la misma altura que muchas escuelas extranjeras reconocidas.
Toda su infancia y parte de su adolescencia la vivió rodeada de lujos, lo que pedía lo recibía sin reproche alguno, a excepción de una sola cosa que era lo que más quería: el amor y comprensión de sus padres.
Sus padres nunca estuvieron presentes en cada uno de sus logros: cuando ganaba año trás año el primer lugar en el cuadro de honor en el que siempre obtenía una calificación perfecta gracias a su perseverancia y su no conformidad, cuando a los 8 años calificó para entrar a un nivel más demandante en la gimnasia que le ayudaría a prepararse para poder llegar a participar en eventos como los juegos panamericanos y olímpicos, la vez que descubrió que tenía un talento nato para la música, ni tampoco en todos y cada uno de sus cumpleaños.
Para Leonardo y Ángela era fácil comprarle algún regalo para disculparse, aunque no estuvieran arrepentidos en lo más mínimo. Por lo que, a una corta edad, se vio obligada a considerar su soledad como su más fiel compañera y amiga.
Durante mucho tiempo pensó que algo estaba mal con ella y que por eso sus padres no la querían pero ¿qué podría ser? nunca los molestaba, no era maleducada ni mal portada y siempre los recibía con una enorme sonrisa cada que llegaban a casa.
Hubo una época en la que creía firmemente que sus padres no la querían en razón de su peso, pues su madre se la pasaba tirándole comentarios hostiles sobre su apariencia física cada que la veía comiendo algún dulce. Algo que a la larga le generó un transtorno de conducta alimentaria y una fuerte dismorfia corporal con la que, hasta la fecha, aún lidiaba.
En una ocasión le contó a su abuela la mayoría de cosas que su madre le decía, nunca había la visto tan enojada como aquella vez: tenía la cara tan roja como un jitomate y parecía que iba a sacar humo por las orejas por el inmenso coraje que llevaba dentro. Sus padres negaron todo, argumentando que solo eran inventos de Alina debido a la edad en la que se encontraba. No debió haber dicho nada porque a partir de ese día todo fue de mal en peor.
Los comentarios hirientes se intensificaron a tal grado de ser regañada por cosas absurdas y sin relevancia, el piano que su abuela le había regalado en su cumpleaños número 10 fue destruido por su padre justo frente a sus ojos, y ni para qué mencionar las dietas exageradas que su madre le obligaba a cumplir al pie de la letra.
Era solo una niña.
Ahora era completamente consciente del verdadero infierno que había estado viviendo junto a dos demonios encarnados que se hacían llamar sus padres que solo se encargaban de hacerle la vida cada vez más miserable.
Al fin pudo darse cuenta del enorme bloqueo mental que tenía, uno que había desarrollado con la mera intención de no recordar la parte más traumática de su vida, que en realidad era casi toda.
Fue tanto lo que tuvo que asimilar que ni siquiera se dio cuenta en qué momento había comenzado a llorar como antes solía hacerlo, en completo silencio.
Apartó la vista del bonito ramo de flores encontrándose con los preocupados ojos cafés de su amigo agachado en cuclillas frente a ella.
— ¿Qué tienes, bonita? ¿por qué lloras?Realmente estaba preocupado, nunca antes vio a alguien llorar de esa forma tan callada pero con tanta intensidad que se traspasaba fuera de sí y le dolía en lo más profundo de su alma que fuera Alina quien lo hiciera. Al ver que no respondía optó por sentarse a su lado y abrazarla contra su pecho meciéndose con suavidad para dejarla desahogarse.
El moreno la sintió suspirar cuando empezó a sobar su espalda en un gesto reconfortante y luego de escucharla soltar un sollozo se desplomó por completo, llorando como si no lo hubiera hecho en toda su vida.
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𝙎𝙏𝘼𝙍𝙍𝙔 𝙀𝙔𝙀𝙎 ━━━━ 𝖣𝗂𝖾𝗀𝗈 𝖫𝖺𝗂𝗇𝖾𝗓
Casuale❝ 𝘊𝘶𝘢𝘯𝘥𝘰 𝘦𝘭𝘭𝘢 𝘳𝘪𝘦 𝘵𝘪𝘦𝘯𝘦 𝘦𝘭 𝘱𝘰𝘥𝘦𝘳 𝘥𝘦 𝘶𝘯 𝘯𝘪𝘯̃𝘰 𝘦𝘯 𝘴𝘶𝘴 𝘰𝘫𝘰𝘴 ❞ ● 𝐡𝐨𝐧𝐞𝐦𝐨𝐧 𝟐𝟎𝟐𝟐 En curso. Prohibido adaptar. Vota, comenta y hazme saber tu opinión. 𓄹𓈒 𑑛 𝐀𝐥𝐭𝐡𝐞𝐚