✎ ⁞ 𝟮 𝟬◞

541 57 33
                                    

Toda su mañana marchó de maravilla, pudo concentrarse lo suficiente en su entrenamiento y platicó unos minutos con sus compañeros de equipo, nada de interés, solo temas banales y comentarios sobre cómo se sentían tanto física como mentalmente.

Se sentía contento y tenía un extraño presentimiento de que algo bueno le pasaría.

Al salir de su entrenamiento no dudó en apurarse para ir a casa a darse un baño y arreglarse, quería estar lo más presentable para ella.

Tardó más de lo que le hubiera gustado en elegir la camisa correcta pero una vez que lo hizo se la colocó abrochando con agilidad la hilera de botones, no olvidó aplicarse el perfume que tanto le gustaba a Alina y se dio un último vistazo en su espejo antes de salir disparado de su casa sin prestar atención a la mirada confundida de Edson que estaba sentado en uno de los sillones con un bowl de cereal entre las manos.

Manejó con cuidado pero rápido, sin exceder los límites de velocidad impuestos; cuando llegó a su destino estacionó su coche y bajó para caminar en dirección al departamento donde Alina vivía, aunque tuvo que regresarse rápidamente por olvidar el ramo de tulipanes en el asiento del copiloto.

Soltó un largo suspiro antes de atreverse a tocar el timbre, una vez que lo hizo la puerta se abrió un par de segundos después dejándolo con una tonta sonrisa al verla por fin.

Se veía preciosa.

Llevaba puesta una bonita falda blanca que le llegaba a la mitad de los muslos y una blusa de color azul cielo con estampado de flores miniatura, y su cabello suelto estaba adornado por dos pequeñas pincitas en forma de mariposa.

Ella le sonrió agarrándolo del brazo para poder cerrar la puerta y abrazarlo como si no lo hubiera hecho en años, Diego la abrazó de la misma manera haciéndola reír cuando la alzó del suelo y le dio vueltas, al bajarla colocó ambas manos sobre las mejillas contrarias acuñándolas para poder verla directamente a esos ojos risueños que tanto le fascinaban.

— Perdón si me tardé, el entrenamiento duró más de lo que tenía previsto —. tomó las manos de la joven para depositar suaves besos en sus nudillos.

— Llegaste a tiempo, cielo. Pero cuéntame ¿te fue bien? —. su voz le encantaba y más aún cuando se dirigía a él con esos apodos cariñosos.

— Muy bien, aunque sería más divertido si estuvieras ahí —. Alina negó mostrándole una sonrisa tímida. — Pensándolo bien, no. Si estás ahí lo más seguro es que me den de balonazos por no concentrarme —. el moreno se sintió derretirse por dentro cuando la vio achinar sus ojos mientras reía.

Era algo que nunca se cansaría de ver.

— No sería buena idea, no quiero que te metas en problemas por mi culpa —. los delgados dedos de Alina juguetearon con el cuello de su camisa, acomodándolo hasta dejarlo en orden, siempre bajo la atenta mirada del castaño.

— No me importaría que me regañen si es por tu causa —. agregó sonriendo alegre por tenerla cerca. — ¿Angi aún no llega?

— Se quedará hoy con su novio —. aclaró subiendo sus manos hasta dejarlas descansando en la parte trasera de su cuello para acariciar los rizos que siempre se formaban por debajo de su nuca.

— Entonces estamos solos... —. afirmó en un murmullo sujetando su cintura con firmeza y acercándose peligrosamente a los labios de su acompañante.

— En realidad...

— Amor, ya pude abrirla lo estábamos haciendo al revés —. Sebastián salió de la cocina enseñando el frasco de mermelada de fresa mientras lo agitaba en el aire teniendo cuidado de no tirar el contenido.

𝙎𝙏𝘼𝙍𝙍𝙔 𝙀𝙔𝙀𝙎        ━━━━ 𝖣𝗂𝖾𝗀𝗈 𝖫𝖺𝗂𝗇𝖾𝗓  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora