✎ ⁞ 𝟱 𝟭◞

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En cuanto Lili la vio afuera de su escuela, corrió hacia ella recibiéndola en un cariñoso abrazo y no desaprovechó la oportunidad de decirles a sus compañeros que Alina era su mejor amiga y también su mamá temporal cuando la suya debía trabajar mucho rato.

A pesar de sentirse cansada por su duro y agotador entrenamiento que realizó en la mañana, no podía evitar sentirse contenta por estar en compañía de una de sus personas favoritas. 

Agradecía haberle prometido esa salida a la menor, pues ella también necesitaba un pequeño respiro de sus actividades cotidianas.

— Ali, ¿por qué eres novia de Diego?

Alina se giró hacia la menor y le sonrió, no tuvo que pensar en lo que respondería pues lo tenía bastante claro.

— Porque lo quiero mucho y él me hace muy feliz —. explicó con simpleza para luego llevarse la pequeña cucharita con helado de pistache hasta los labios.

— ¿Van a casarse? —. en ese instante el sobrante de helado se le quedó atascado en la garganta, haciéndola toser un poco.

Su cuestionamiento la había tomado por sorpresa.

— No, Lili... bueno, no lo sé. Diego y yo solo somos novios, nunca hemos hablado de casarnos y la verdad creo que lo mejor es ir poco a poco —. la niña asintió entendiendo su respuesta.

— Qué bueno, porque si se casan van a tener hijos y ahora sí ya no vas a querer estar conmigo —. el tono entristecido de Lili le causó ternura, era completamente razonable que se sintiera de esa manera.

— Eso no es cierto, aunque yo ya tuviera hijos seguiría jugando contigo porque te quiero, Lili —. la pequeña la miró en silencio. — Siento decírtelo pero ya no podrás deshacerte de mí —.
concluyó con diversión, haciéndola reír.

En cuanto el cielo empezó a oscurecerse, no dudó en terminar su salida con Lili llevándola a casa, no habría problema pues sabía que Sebastián estaba ahí, como habitualmente lo hacía. Además de que ya era algo tarde y se sentía más segura de hacerse responsable de su pequeña y parlanchína amiga hasta que Sebastián decidiera irse a descansar.

Una vez que terminó de arropar a la menor, salió de la habitación y bajó nuevamente las escaleras encontrándose con la fija mirada de sus amigos y su novio, que la veían con una expresión extraña donde se notaba ligeramente sus ganas de hacerla avergonzar con un sinfín de comentarios graciosos.

— Ali, tienes que ver algo —. dijo Angi tomándola de la mano para arrastrarla hasta el sillón y obligarla a sentarse, pasándole a la vez su celular con la pantalla encendida en lo que parecía ser una nota de chismes o algo similar.

Sus ojos se colocaron sobre la pantalla y no pudo apartarlos de ella ni un solo segundo.

Veía detenidamente la fotografía cuestionándose en qué momento había pasado aquello, no recordaba haber sentido algún flash o darse cuenta que los seguían.

Quien sea que fuese el responsable de capturarlos, había sido extremadamente sigiloso.

Por un breve instante se distrajo con el alegre semblante en el rostro de su novio, que tenía una tierna sonrisa de oreja a oreja, con la cabeza levemente ladeada hacia la izquierda mientras la miraba con ese bonito brillo en sus ojos que tanto le gustaba.

Ella mantenía la vista en dirección baja, observando con ternura sus manos entrelazadas y se alcanzaba a distinguir su boba sonrisa que daba a conocer lo perdidamente enamorada que estaba.

No sabía cuánto tiempo llevaban observando aquella fotografía, pero sí se sentía como una eternidad.

— Ni siquiera se te vé bien la cara, Ali, no hay nada de qué preocuparte —. agregó Angi encogiéndose de hombros. El moreno frunció el ceño ante lo que su amiga había dicho.

¿Preocuparse? ¿por qué tendría que hacerlo? a sus ojos no tenía absolutamente nada de malo.

— Mi jeta está en un pinche artículo de internet, Angi... —. la voz de su novia llamó su atención, despegó la vista de la foto frente a él para girarse a mirarla. — Me siento como los rateros del oxxo.

Todos se mofaron de su comentario, a excepción de Diego que solo se quedó observándola con ojos neutros, esperando por que Alina dijera algo más o soltara una de sus frases sobre no tomarle tanta importancia a lo que estaba pasando, pero no lo hizo.

Intentó decir algo para que su novia volteara a verlo, cualquier cosa que le hiciera saber que no era tan malo el estar en su posición, pero nada llegó a su mente, o al menos nada que él deseara decir.

— ¿Tanto te disgusta que te vean conmigo, Alina? —. ella lo miró al escucharlo hablar, su voz se alcanzó a percibir triste y la joven se sintió verdaderamente mal por ello.

Antes de poder responderle, el moreno se levantó del sillón y caminó a paso rápido a la cocina, nuevamente la inseguridad empezaba a apoderarse de él y detestaba bastante aquel sentimiento.

Su novia apareció un par de segundos después, no dijo nada, simplemente se quedó quieta y pasó sus brazos por su abdomen para abrazarlo por la espalda.

— Diego... —. lo llamó con la ilusión de que él la mirara aunque fuese por el rabillo del ojo. — No es eso, cielo, de verdad no lo es... — la sintió suspirar y luego dejar un suave beso en su hombro.

— ¿Entonces? —. preguntó él en un murmullo, sin atreverse a mirarla.

— Me encanta estar contigo, Diego, no importa si estamos solos o haciendo tonterías frente a desconocidos —. su novia lo tomó de la mano y lo obligó a girarse para poder mirarlo.
— Estoy retomando mi carrera... quiero abrirme paso por mi propia cuenta, que la gente me conozca por lo que hago y no solamente porque soy tu novia —. el moreno frunció el ceño.

Estuvo a nada de lanzarle un reproche cuando entendió a lo que se refería.

Durante los primeros años de su carrera futbolística solía ser identificado como el hermanito de Mauro Lainez, aunque aquello no le incomodaba pues quería a su hermano lo suficiente como para pasarlo por alto, pero con el paso del tiempo empezó a darse cuenta de que no deseaba ser reconocido solo por eso.

Y, aunque no lo pareciera, fue bastante difícil irse construyendo su propio nombre y poco a poco logró deshacerse de esa etiqueta para pasar a ser llamado por quien era.

Después de analizarlo a fondo, sí la comprendía.

— No pasa nada, amor, lo entiendo —. fue lo único que dijo antes de abrazarla con fuerza contra su pecho, su novia lo abrazó también escondiendo su rostro en el hueco entre su cuello y su hombro. — Lo haremos público cuando tú lo quieras ¿sí?

— Dejemos que todo pase como tenga que pasar, tarde o temprano ellos van a dar conmigo y no me sentiría bien negando que estoy contigo.

— Pero acabas de decir que...

— Ya sé, ya sé, pero en serio no estaría cómoda diciendo que no eres mi novio, no te lo mereces, Diego —. el moreno sonrió y dejó un casto beso en la cabeza de Alina.

Por eso e infinidad de cosas más quería a su novia, era la mujer más comprensiva y dulce que podría haber conocido, y se sentía inmensamente feliz de poder ser él quien estaba a su lado.

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𝙎𝙏𝘼𝙍𝙍𝙔 𝙀𝙔𝙀𝙎        ━━━━ 𝖣𝗂𝖾𝗀𝗈 𝖫𝖺𝗂𝗇𝖾𝗓  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora