✎ ⁞ 𝟬 𝟲◞

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No había terminado de dejar el frasco de café en el carrito de supermercado cuando otra mano se cruzó en su campo de visión dejando caer una bolsa de gomitas con chile, se giró encontrándose con la mirada de su amigo observándola con ojos de cachorro.

— No puedes decirme que no, ayer me terminé las que tenías escondidas —. abrió los ojos de golpe al darse cuenta de su confesión.

— ¿Fuiste tú? —. preguntó viéndolo con una mano en su cintura en forma de jarra y una ceja alzada que le daban a su semblante un aspecto intimidante. — ¡Me viste regañar a Edson y no dijiste nada!

— Porque no me iba a echar de cabeza yo solito, soy pendejo pero no tanto.

Alina tomó la bolsa de gomitas revisando que fueran las mismas que le gustaban a ella. Regañó por última vez a Diego con la mirada y las volvió a dejar en el carrito para después avanzar por el pasillo.

— ¿Cómo piensas que voy a disculparme con Edson sin recibir su sermón sobre la confianza y la verdad? no va a dejarme olvidarlo nunca, Diego.

— No tienes por qué hacerlo —. ella se detuvo haciendo que el castaño chocara con su espalda, estiró su brazo para tomar una caja de galletas y las dejó junto al frasco de café. La mano de su amigo tomó el carrito con fuerza para evitar que avanzara. — Mejor lleva de avena, me gustan más que las de chocolate —. dijo mostrándole una caja de galletas de avena con nuez.

Antes de que la joven pudiera negarse, Diego reemplazó las galletas de chocolate por las que él había agarrado y apartó delicadamente las manos de su amiga de aquel carrito para ahora él llevarlo, aprovechando para subir un pie usándolo como patín.

Sonrió mirándolo con ternura y diversión mezcladas rogándole a quien sea que la oyera que su amigo no se lastimara; al parecer nadie la escuchó pues al dar la vuelta lo vio chocar contra un estante y luego sobar su cabeza con ambas manos cuando una lata de atún le cayó encima.

Se apresuró a levantar la lata del suelo y acomodarla nuevamente en su lugar escuchando una queja de dolor por parte del castaño. — Te lo mereces, has estado de latoso todo el pinche día, Lainez.

— Esa chingadera casi me sume la mollera y en vez de preocuparte me regañas —. le sacó la lengua de forma infantil sin dejar de sobarse. — Por lo menos nadie me vio.

— Y entonces ¿por qué esa niñita se está riendo de ti? —. se burló riendo levemente por las alegres carcajadas que daba la niña de coletas a unos cuantos pasos de ellos. Diego buscó a la niña con la mirada y cuando la pequeña se dio cuenta que la veía se rió con más fuerza contagiándole al de ojos cafés una amplia sonrisa.

Cuando estuvieron cerca de la niña la joven dio un pequeño brinquito al sentir una pequeña mano jalando con suavidad su sudadera, volteó hacia ella después de tomar su frasco de crema de avellana y le sonrió. — Tu novio es gracioso.

Alina rió negando con su cabeza y dejó el frasco dentro del carrito para luego mirar a Diego por unos breves segundos antes de volver su vista hacia la niña. — No es mi novio, pero a mí también me divierten sus tragedias —.
la niña volvió a reír por el leve empujón que el castaño le dio con el codo por aquel comentario.

Después de haberse alejado de ese pasillo entre ambos estuvieron corroborando lo que llevaban para no olvidar nada y poder irse.

Así lo hicieron, y minutos más tarde ambos ya estaban en el departamento que Angi y Alina compartían acomodando lo que habían comprado, a excepción de las cosas que iban en la repisa más alta, la ojiverde podría acomodarlas de mejor manera cuando llegara.

— ¿En dónde está Angi? —. preguntó el castaño sin dejar de leer la etiqueta del frasco de la crema de avellanas, se llevó una galleta a la boca y la mordió dejándola por la mitad.

— Tuvo reunión en su trabajo, no me dijo sobre qué porque ella tampoco sabía.

Diego asintió terminando de comer su galleta para luego agarrar otra.
— Deberías comprar de estas más seguido, la persona que las escogió tiene muy buenos gustos —. Alina lo miró con una ceja levantada por su comentario.

— Ya deja eso o se te va a espantar el hambre —. antes de que pudiera meterse toda la galleta en la boca logró quitársela y, para asegurarse de que no la volviera a agarrar, se la comió. — Angi no tarda en llegar y ya sabes cómo se pone si no comemos con ella.

Antes de que su amigo le reprochara por haberle robado su galleta, Angi entró y caminó directamente a la cocina con una sonrisa de oreja a oreja que la hacía parecerse al gato de Alicia en el país de las maravillas. — Me ascendieron —. dijo en un tono chillón y alegre recibiendo en respuesta un fuerte abrazo por parte de su amiga.

Diego sonrió observándolas siendo testigo de la alegría y complicidad que ambas desbordaban.

Verlas le recordaba su amistad con Edson, siempre viendo el uno por el otro y sintiendo sus logros como si fueran propios.

Sus pensamientos se rompieron cuando Angi lo jaló de la mano para integrarlo al abrazo haciéndolo participe de su celebración.

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𝙎𝙏𝘼𝙍𝙍𝙔 𝙀𝙔𝙀𝙎        ━━━━ 𝖣𝗂𝖾𝗀𝗈 𝖫𝖺𝗂𝗇𝖾𝗓  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora