20. 𝓦𝚎𝚒𝚗𝚐 𝖅ä𝚛𝚝𝚕𝚒𝚌𝚑 ; 𝓦𝚘𝚕𝚗𝚘 𝖅ä𝚑𝚕𝚣𝚎𝚒𝚝

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【𝙱𝚛𝚒𝚕𝚎𝚢】

Tras terminar la cena, una que se estaba volviendo un poco... extraña entre nosotros, Theo me lleva a un lugar que asegura que adoraré. Es cierto que me gusta cantar, he crecido con eso, pero al mismo tiempo también he aprendido que mi momento de canto puede ser al mismo tiempo una maldición en las personas inadecuadas. 

"El quinteto de Schubert", leo en el enorme cartel de la entrada, sobre la puerta, que muestran las letras con un escandaloso color dorado y rojo. 

Cuando entramos puedo decir que, oficinalmente, me he enamorado de este sitio en más de un sentido: El lugar es lo bastante grande para que quepan muchas personas, pero lo más impresionante es que hay incluso un escenario lleno de luces para cuando ─según Theo─ hagan una especie de "concurso" de canto libre. Cualquier puede participar, y el premio es una entrada gratis para ti y un acompañante, sumando a cincuenta dólares en consumición. Interesante, pero no lo que más me interesa.

La luz del habitáculo se plaga de colores muy de vez en cuanto, siendo a causa de unas especie de torres con focos que alternan algún tipo de placa. La música un poco alta, aunque sin necesidad de que grites; asientos en los laterales con mesas alargadas por si no quieres bailar o estar en la barra; un decorado específicamente musical típico de un museo. Hay fotos de famosos, sacadas seguramente por los dueños del local, esparcidas por esta planta de hito en hito y protegidos por una especie de "prisión" de plástico reforzado. El techo, siendo lo que me ha arrancado el habla, es un cielo obscuro lleno de estrellas. 

Y, por supuesto, no puede faltar siempre alguna fan que reconoce a Theo para sacar fotos con él mientras hacen saltitos o gritan de la emoción. Él, como cualquier famoso, aprovecha la oportunidad de mostrarles su mejor cara.

No me importa que no me reconozcan, o quizás no soy tan importante para que hagan un escándalo por mí; pero tampoco es que lo necesite. Simplemente me observan con curiosidad y sueltan a Theo para que me guíe hasta la barra.

─Aquí, este piso en concreto, es tu zona de confort ─me dice justo cuando llegamos. Al ver que no lo entiendo, pone los ojos en blanco─. La música. ¿No estás prestando atención? Es tu rollo. Lenta, lírica. El piso de arriba es puro rock, heavy metal y canciones más bruscas para bailar a lo bruto.

─Oh...

Yo pido un gin-tonic, y Theo el whisky de la marca que adora pedir siempre que la encuentra con la mirada. Es selecto.

En cuanto nos lo traen, él paga y me guía hasta una de las mesas con asientos acolchados. Por supuesto, esforzándose por ser un buen novio falso y tomarme de la cintura durante el trayecto para que todos lo vean.

─Bueno ─inicia, sentándose después de mí. A mi lado, para ser más concreto─, ahora que estamos aquí, quiero saber la respuesta sobre el por qué me besaste en el cuarto de escosas. Nadie nos estaba viendo, al menos no perfectamente por la distancia del pasillo. 

Doy un sorbo a la bebida para refrescarme la garganta, y a mi mente acude una Elvira dándonos un sermón porque no debemos de consumir alcohol tan de seguido. Además, Numbus técnicamente lo debería de tener prohibido, y se había escabullido con Theo para que Harmony no los detuviera. 

─Cuando tenía dieciséis años...

─¿Ahora me vas a contar una historia, en lugar de una respuesta directa? ─gruñe Theo de mala gana, poniendo los ojos en blanco.

─Cállate y escucha ─espeto, dándole un manotazo en el pecho que le arranca una sonrisa pícara─. Cuando tenías dieciséis años, en la escuela secundaria, fue el momento en el que la gente sabía que abiertamente era gay. No sé como lo supieron, pero al parecer alguien me vio con un chico la semana anterior y sacaron las cosas de contexto. El caso es que fue un malentendido, ya que yo estaba buscando un trabajo a medio tiempo. ─Theo asiente, e insta para que prosiga─. Durante el receso, un chico de un año mayor que yo me pilló en los baños y me preguntó algo: ¿Cómo podía estar tan tranquilo, cuando la gente hablaba tan mal de mis inclinaciones sexuales? A lo que yo le respondí: A veces la gente tiene miedo de lo diferente, pero no es nuestra obligación demostrarles que el mundo es grande, y nuestros sentimientos son parecidos aunque nos gusten cosas diferentes.

𝕭𝚛𝚘𝚔𝚎𝚗 𝕮𝚑𝚘𝚛𝚍 [También en Inkitt]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora