25. 𝕷𝚊 𝓟𝚛𝚒𝚖𝚎𝚛𝚊 𝓢𝚒𝚗𝚏𝚘𝚗í𝚊 𝓢𝚒𝚗𝚌𝚛𝚘𝚗𝚒𝚣𝚊𝚍𝚊

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【𝙱𝚛𝚒𝚕𝚎𝚢】

Cada beso que le doy a Theo o él a mí, crea un picazón en la piel que nos hace movernos entre la oscuridad como ladrones que no quieren ser descubiertos por nadie. Por cada pulgada que toco con mis manos, más parece prenderse en llamas por la necesidad de ser sofocado en todo lo que ha ido guardando bajo llave durante todo este tiempo. A pesar del miedo que a veces me invade cuando lo veo a lo lejos, este hombre es capaz de que un beso elimine parte de mis fantasmas y en su lugar algo pequeño ruede en algún rincón tanto de mi cabeza como de mi estómago.

Siento la electricidad chisporroteando a través de cada nervio de mi cuerpo, sintiendo su posesión contra mi boca. Está hambriento. O más bien ambos lo estamos, dejándonos llevar por el secretismo para que deseemos más aunque mi chaqueta prestada me la haya arrancado hasta perderse de la vista, y Theo esté jadeando conforme aprieto el centro de su trasero con el pulgar. 

─Me vuelves loco, joder... ─me dice en un tono asfixiado cuando presiono mi polla ubicada bajo el trasero de él─. ¿Qué me estás haciendo, Bri? ¿Por qué no puedo dejar de tocarte una y otra vez?

Sentirte loco, no es lo mismo que enamorarte. Hasta yo lo sé. Es innegable que, ambos, nos sentimos sexualmente atraídos pero dudo que eso pueda escalar mucho más dado nuestros puntos de vista; aunque el problema es la banda. Durante la larga historia de la música, muchos grupos se han roto cuando dos compañeros se han liado, creando rumores o haciendo que los fans se vuelvan tan extremistas que se encargan de joderlo todo a su paso.

Theo estuvo con Sky, yo estuve con Chris. Ambos nos están jodiendo en cuanto tienen una oportunidad, pues no soy tan idiota para negar que Theo no se ha encontrado con esa chica después de lo que pasó en la fiesta a la que acudimos juntos.

─¿Estás seguro que quieres ir más allá? ─pregunto, en lo que aprovecho para recuperar el aliento─. Estás volviéndote cada vez más ansioso y no si...

─Cállate, joder. ─Me silencia con un beso rudo, aduras penas dándome tiempo a absorber más oxígeno entre respiraciones.

Visto que Theo no me va a dar tregua, le correspondo al beso con más ganas hasta que él lo rompe unos pocos minutos después, donde aprovecho para que su espalda toque el asiento de madera pulida y pueda ponerme encima de él.

Nuestros besos son calientes y famélicos, llenamos toda la tensión que se ha estado construyendo entre nosotros a lo largo del tiempo que no dábamos un paso firme. Theo intenta mover su mano, pasándola de mi pecho hasta abajo, rogándome por algo mucho más directo. No necesito saber que las posibilidades son tocarse la polla o tocármela a mí para acrecentar el deseo.

Le pego un manotazo que no le gusta.

En su lugar, permito que mi boca vague lejos de la suya. Trazo la línea de su mandíbula con barba rasurada con diminutos besos, mordisqueándole hasta la coyuntura que hay entre el hombro y su cuello. Sus manos, ansiosas y húmedas por el agua de las prendas que nos hemos liberado de nuestros cuerpos, encuentran de nuevo el camino de mi espalda para apretarme contra él. Muerdo la piel tierna del chico, provocándole un gemido que retumba a través de su cuerpo, al mismo tiempo que una de sus manos me clava las uñas en mi carne y la otra se aferra a mi pelo un poco largo para demostrar cierto control que realmente tengo yo.

Me resulta curioso que un tipo como él, grande y musculoso, se aleja del cliché de activo dominante que no permite que ningún otro hombre lo tome de un modo distinto al convencional. Incluso en la cama me dijo que no iba a pasar por ahí. Puede que yo no esté hinchado como él, y tampoco ocupe mucho espacio, pero he aprendido con los años a que hasta el hombre más varonil y masculino puede convertirse en un cachorrito adorable si lo mimas lo suficiente y tienes la paciencia adecuada para, con delicadeza, avivar un fuego que se crea en el centro de su estómago.

𝕭𝚛𝚘𝚔𝚎𝚗 𝕮𝚑𝚘𝚛𝚍 [También en Inkitt]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora