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Jungkook desde que llego a la ciudad de Oxford, en un no tan largo, pero placentero viaje, al menos para su persona. No ha parado de asistir a reuniones con accionistas y economistas.
Muchos quieren asociarse a Raven Corps, otros querían tener acciones legales y otros esperan ver el desplome de la empresa dirigida por Jungkook.

Joy, mira con ilusión el cuerpo de Jeon, el cual, se encuentra sentado en una silla de cuero, sin su saco, sin corbata y con dos de sus botones desabrochados. Las mangas de su camisa de vestir color vino remangadas hasta sus codos.

La mujer no deja verlo, recordando la forma en la que una vez más le había brindado placer a su jefe.

Una felación en el avión privado y sexo anal aproximadamente hace cinco horas atrás para desestresar a su sexi, atractivo y millonario jefe.

De solo pensar en como Raven la había follado, la hacía delirar, estaba tan concentrada en sus pensamientos que no había escuchado las veces en las que Jungkook la llamaba.

—Joy, Joy.

La chica agita su cabeza, provocando que su cabellera negra se mueva al mismo tiempo.

—Perdón —se disculpa, poniéndose de pie.

—Concéntrate —le ordena Raven, molesto por la actitud distraída de su asistente. —Llama a Jimin —le pide.

Los ojos de la chica se ensanchan y sus cejas se alzan, sorprendida ante la orden de su jefe.

Había pasado parte de la noche en reuniones y no tuvo tiempo para llamar a su "esposo" debía saber cómo se encontraba su corderito.

—Claro —contesta con dificultad.

Toma el celular de su jefe y marca el número del chico.

—No atiende —le informa Joy.

—No pares hasta que atienda —le ordena.

Agarra una nueva carpeta, la abre, toma un bolígrafo y se dispone a leer los papeles dentro de ella.

Mientras Raven continua con su trabajo y Joy intenta establecer contacto con Jimin. El castaño se encuentra junto a Hope, Mark y Camil, la sirvienta que se encarga de cuidar del bienestar y comodidad de Jimin, la cual, lo había ayudado el primer día que entro al mundo de Jungkook.

—Hace un poco de calor —comenta la sirvienta.

—Que tal si nos refrescamos un poco —dice Jimin, tomando en brazos a la pequeña rubia.

—¿Qué tienes en mente? —pregunta con confianza, Mark.

—La piscina del imbécil —responde el castaño, mientras una enorme y divertida sonrisa adorna su rostro. —Buscare el traje de baño que le compre a Hope —dice Jimin, caminando hacia la puerta, sintiendo las manos y dedos de la niña jugando con su cabello. —Los veo en cinco minutos —alza un poco su voz antes de entrar a la casa.

Jimin entra a la habitación de Hope, la deja sentada al centro de la cama, abre la gaveta en la que ha guardado el traje de baño nuevo que le compro el día anterior, recoge unas sandalias color rosa chillante y un verde limón, para luego caminar hacia la cama.

—Ven acá, cariño —le pide, dejado las cosas a la orilla de la cama.

La niña se pone de pie y entre risas y juegos llega hasta los brazos del castaño.

—Vamos a bañarnos y a divertirnos.

La pequeña asiente completamente feliz.

El chico se encarga de colocarle el traje de baño de una sola pieza, color azul, con pequeñas fresitas decorando la tela.

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