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Raven y su familia se encuentran sentados en una de las lujosas sillas, de uno de sus restaurantes.
Algunos de sus accionistas, socios y trabajadores más cercanos se hallan junto a él, celebrando la nueva adquisición de Raven Security. La empresa de seguridad que su abuelo le había prometido, pero que, como requisito primordial, el encargado de mantener a la familia, debía estar casado.

Esa es una de las razones por las cuales, el millonario había accedido a la idea de su abogado, la cual, se basó en comprar al lindo castaño que esta sentado a su lado, sonriendo ampliamente, causando una demolición en el corazón de Jungkook.

Jeon, está feliz, todos sus empleados podían notarlo, pero quién más lo notaba es Jimin. En todos los meses que el chico llevaba conviviendo junto al millonario, nunca lo había visto sonreír de forma tan vivaz cómo ahora.

—Abre —le pide el castaño a Hope.

La niña obedece, cuando tiene el bocado dentro de su boquita mastica tiernamente, mientras el pelinegro se encarga de limpiar su boca con el babero.

Jimin mira por unos segundos a Raven, lo ve sonreír mientras sostiene a su sobrina sentada sobre uno de sus muslos. Baja su rostro, sonríe ladinamente y asiente.

Al menos había podido conseguir que el millonario arrogante, prepotente y presumido se acercará más a su linda sobrina.

—¿Desea más vino? —pregunta el camarero, al castaño.

—No, gracias —responde cortésmente, Jimin, ganándose la atención de su esposo.

—¿Deseas algo más? —inquiere repentinamente, Jungkook.

El castaño niega mientras le da otro bocado a la pequeña.

—Puedes pedir lo que desees, no te preocupes —le asegura Raven, acercando su rostro al del chico.

—Gracias, pero no deseo nada más —articula en voz baja, el menor.

—Te ves hermoso, corderito —lo elogia Raven.

Las mejillas del menor se colorean de un color carmesí llamativo que hace sonreír triunfante a Jungkook.

—Mírate —susurra Jeon, terminando con la distancia que existía entre sus rostros.

—Nos están viendo —le hace saber, Jimin, mientras habla entre dientes.

—¿Y qué? —espeta en voz casi inaudible, Raven, rozando sus labios contra los del castaño.

Park sonríe y luego siente los belfos del mayor sobre los suyos.

—Soy el dueño de todo esto —se mofa Jungkook, con aires de superioridad, alejando su rostro del de Jimin.

El menor, baja su mirada, no dice ni una sola broma o alguna palabra para empezar una estúpida y absurda discusión entre ambos. Simplemente asiente y continúa con su trabajo.

Luego de terminar el almuerzo, Jimin, se asegura de darle el medicamento a Hope, recorre el restaurante a pasos lentos, al ritmo de la pequeña rubia, que sostiene su mano y lo guía hacia los lugares de los cuales tiene curiosidad.

—Ila, ila —alza su voz, emocionada al encontrarse con unas cuantas peceras.

La niña señala cada pescadito que llama su atención, ríe bajo y corre de una esquina hacia otra mientras juega a señalar a los peces.

—Joven Jimin —lo llama, Camile. —Su hermano le llama —le anuncia la sirvienta, entregándole el celular.

El castaño coge el celular, mira la pantalla por unos segundos, alza su vista y mira a Camile.

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